Vienen curvas para la economía. Y una cuesta muy empinada para un Gobierno que quiere sobrevivir hasta 2023 con las familias ahogadas por la mayor inflación en 38 años. Es un contexto perverso que trae corrientes distintas. En política, dicen las encuestas que el aire sopla a favor de Alberto Núñez Feijóo. En la CEOE, el viento sostiene -no sin pocos equilibrios- a Antonio Garamendi.
La patronal celebra elecciones el próximo 23 de noviembre dividida en el sentimiento sobre si es conveniente mantener a su actual presidente. Pero, de momento, unida -por fuerza mayor- en dar continuidad a su mandato.
Dicen que en tiempos de tribulación, mejor no hacer mudanzas. La frase -que se atribuye a San Ignacio de Loyola, aunque no es exacta- ilustra bien el contexto por el que el Comité Ejecutivo de Cepyme ha mostrado su apoyo a Garamendi en este proceso electoral.
En círculos empresariales son conocidas las diferencias entre el presidente de la patronal de las pymes, Gerardo Cuerva, con Garamendi. También la tensión entre el líder de la CEOE con el presidente de Foment, Josep Sánchez Llibre, o con el presidente de CEIM, Miguel Garrido.
Pero las rencillas internas ni mucho menos acaban ahí. Las grandes empresas de la CEOE tampoco cierran filas con el actual presidente. Garamendi cuenta con el apoyo de Ana Botín, José María Álvarez-Pallete o Ignacio S. Galán. Lo que ocurre es que este Gobierno ha conseguido dividir a las empresas y el sector energético no está alineado con Iberdrola, mientras que los bancos están repartidos en dos patronales distintas.
La posición de la AEB está clara. Pero, ¿qué haría la CECA -presidida por Fainé y en la que está CaixaBank- en caso de que Sánchez Llibre apoyara a otro candidato desde Barcelona?
Aunque el plazo para presentar candidaturas termina el próximo 8 de noviembre, quienes deshojan la margarita para presentarse empiezan a pensar en que se quedarán con el pétalo del 'no', en especial tras el apoyo de Cepyme a Garamendi.
Pero nunca descarten nada. Quienes han llenado el suelo de pétalos saben que cuentan con la simpatía de los representantes empresariales de Madrid, Cataluña o Aragón. Y de sectores tan potentes como el automóvil o el agrario, a los que no sería difícil sumar el energético.
A las organizaciones de la CEOE les preocupan mucho más las elecciones generales de 2023 que las que celebran en la patronal
Sin embargo, a las organizaciones integradas en la CEOE les preocupan mucho más las elecciones generales de 2023 que las que celebran en la patronal de Diego de León el próximo 23 de noviembre.
Saben que quedan muchos meses por delante para la banca, las energéticas, los supermercados, los 'ricos'... Esperen y verán cómo en la combinación entran las empresas familiares. Meses en los que van a tener enfrente a los sindicatos con Yolanda Díaz. Y hasta ahora la estrategia de unidad ha reforzado a Garamendi -como representante de la CEOE- en las difíciles negociaciones del diálogo social.
A esto se suma que los empresarios, a los que Pedro Sánchez caricaturiza como 'los del puro', son expertos en anticiparse. Y cuando miran al futuro ven en el equipo de Garamendi un filón por dos figuras con peso en la patronal que pueden jugar un papel clave si el mapa de votos se tiñe de azul.
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Se trata de Íñigo Fernández de Mesa -exsecretario del Tesoro con Luis de Guindos- y, sobre todo, de Fátima Báñez.
La exministra de Empleo preside la Fundación CEOE y tiene buena sintonía con el PP de Núñez Feijóo. En ojos de muchos, es un as para cuando llegue el momento de recibir al nuevo Gobierno.
Como ven, los empresarios tienen prisa por desalojar... al Gobierno del PSOE y Unidas Podemos del Consejo de Ministros. El resto queda en segundo lugar. Dirigir la patronal en los meses que vienen de crisis energética, subidas de impuestos, subida del SMI o alzas de los tipos de interés no es ningún caramelo.
Veremos qué pasa de aquí al 8 de noviembre con ese candidato alternativo a Garamendi. Y de aquí a 2023 con el que le podría salir a Pedro Sánchez si no cambia la tendencia de las encuestas.
ATENTOS A...
La última revisión al alza que hizo el INE del PIB del segundo trimestre no cambia las dificultades para que España recupere el PIB previo a la pandemia. En 2020, la economía se desplomó un 11,3% (recuerden que se empeoró el dato en su última revisión). Y después, subió un 5,5% en 2021 (dato que podría cambiar en futuras actualizaciones).
Ahora, con la revisión al alza del PIB del segundo trimestre nada ha cambiado, ya que se ha empeorado el dato del primero, con una caída del -0,2%. Si se cumple la nueva estimación del Gobierno y el PIB crece un 2% en 2022, haría falta que este año se anotara un 3,8% para que 2024 arranque con el mismo nivel de riqueza que acabó 2019. La AIReF anticipa que este trimestre va a cerrar en negativo y las previsiones económicas son cada vez más pesimistas.