En mi opinión, lo más difícil de predecir en los mercados es la evolución de las divisas. En la cotización de una divisa juegan muchos factores que a veces resultan antagónicos, pero todos son importantes. Es cierto que en el caso de las empresas que cotizan en bolsa también influyen muchos factores, pero, a la larga, si una empresa crece y gana dinero, acaba cotizando al precio que le corresponde.
Con los bonos es todavía más sencillo: al final un bono es interesante si ofrece un cupón que dé una rentabilidad que supere la inflación, por lo tanto, el mejor momento para comprar bonos es cuando las rentabilidades son muy altas.
En teoría, el factor fundamental de cotización de una divisa debería ser la fortaleza o debilidad de la economía subyacente, es decir, la del país de esa divisa (agrupación de países en el caso de la UE).
Pero también les afectan los tipos de interés. Los tipos de interés son el precio del dinero y el dinero va – o debería de ir - allí donde el dinero se paga mejor, es decir, hacia las divisas con los tipos más altos.
Para complicar todavía más las cosas, también entra en juego la política. Por ejemplo, aunque en el Reino Unido las expectativas de subida de tipos eran mucho mayores que en la Unión Europea - y la realidad así lo ha confirmado -, la mala situación política impedía que subiera la libra. Ha sido anunciar Boris Johnson que se iba y la libra ha subido.
En el caso estadounidense, como Biden acaba de entrar y además no tiene pinta de que se vaya a presentar a una reelección (por una cuestión de edad), y no tanto tampoco parece que le preocupe mucho su popularidad, la divisa refleja sobre todo la situación económica y los tipos de interés.
Toda la introducción anterior es fundamental para entender no solo porqué ha caído el euro frente al dólar, sino cuál puede ser su evolución futura. Para empezar, Europa es quien paga la factura de las sanciones a Rusia, no EEUU. Los estadounidenses se quejan del precio de la gasolina, pero su país va a vender mucho más petróleo, gas natural y materias primas que nunca.
Se habla de recesión en Norteamérica, pero va a ser muy leve comparada con la que le espera a Europa
Se habla de recesión en Norteamérica, pero va a ser muy leve comparada con la que le espera a Europa. Y no les quiero decir si Putin decide cortar el gas. Así que, salvo que algo cambie en relación con la invasión rusa de Ucrania - sobre todo en relación a las sanciones - , la expectativa del euro es tan negra como la de la economía europea. La cotización de la divisa como reflejo de las expectativas económicas de un país frente a otro.
En cuanto a los tipos de interés, poco ha caído el euro si se compara con la estrategia un tanto surrealista con la que se enfrenta el BCE a la inflación (por llamarlo de alguna manera): la inflación en Europa es del 8% y los tipos de interés oficiales se mueven entre cero y negativos.
No sabemos cuánto y a qué ritmo pretende subir los tipos de interés la señora Lagarde, pero nuestra sensación es que está apostando por que el trabajo sucio se lo haga la recesión, es decir, que sea tan dura la caída del consumo y la inversión en Europa que la inflación “caiga sola”. Y así a ella no la culpen de ser la causante de la recesión europea.
No pensamos que la señora Lagarde vaya a subir mucho los tipos de interés. Más bien seguirá – intencionadamente - por detrás de la economía, porque sabe que la economía no va a hacer otra cosa que debilitarse mientras Europa siga pagando las consecuencias del conflicto en Ucrania. No olvidemos que Christine Lagarde es sobre todo una política, no una banquera, y que todavía no ha finalizado su carrera (política).
Lo único que puede salvar al euro de profundizar su caída actual es que en gran medida las desgracias de Europa están ya descontadas en su precio
Lo único que puede salvar al euro de profundizar su caída actual es que en gran medida las desgracias de Europa están ya descontadas en su precio. ¿Quién no sabe que es Europa la que paga la factura de las sanciones? ¿Quién no sabe que la Reserva Federal se ha tomado mucho más en serio que el BCE la lucha contra la inflación?
La única esperanza que le queda a la divisa europea es precisamente el retraso que lleva el BCE en política monetaria respecto a la Fed. Que se produzca una caída pronunciada de la inflación en EEUU - como consecuencia de las políticas monetarias restrictivas de la Reserva Federal - y comience un proceso divergente en inflación y tipos entre EEUU y la UE.
Mala gestión
Es decir, que la Fed empiece a ser menos agresiva a la hora de subir los tipos de interés justo cuando el BCE empieza a subirlos. Y que la inflación baje más en Estados Unidos que en Europa, donde, aunque también se note la caída del precio del petróleo y las materias primas, se notará el efecto inflacionista de la caída del euro.
Esto último es importante, porque podríamos llegar a encontrarnos en la curiosa situación en la que bajen el petróleo y las materias primas pero no para los europeos, como consecuencia de la debilidad del euro frente al dólar, Y que por lo tanto se mantenga alta la inflación en Europa y se reduzca en EEUU.
En el fondo la economía tiene mucho de psicología y de sociología. La imagen de los alemanes teniendo que racionar la calefacción y el agua caliente si Putin corta el gas es una muestra más de la decadencia económica europea. No es extraño que esto se refleje en el euro. Cuando no es por la euro esclerosis (la que generan los excesos burocráticos y regulatorios de la eurozona) es por una transición energética planteada de forma nefasta, apoyándose inocentemente en quien ha demostrado ser el mayor enemigo de Europa.
Mientras Europa siga estando tan mal gestionada, difícilmente subirá el euro. La posible divergencia futura comentada anteriormente en cuanto a tipos e inflación podría detener temporalmente la caída actual, pero no una tendencia que simplemente es el reflejo de una decadencia.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.