“La marca de un gran gobernante no es su habilidad para hacer la guerra, sino para conseguir la paz.” (Monica Fairview).

Estados Unidos ha proporcionado 7.600 millones de euros a Ucrania desde el estallido de la guerra, lo que lo convierte en el mayor apoyo para el país.

Pero, mientras EE.UU. y Europa se han unido para apoyar a Kiev, las grietas en la solidaridad ya se están haciendo evidentes.

Francia estuvo peligrosamente cerca de elegir Marine Le Pen, que admira abiertamente a Putin. El primer ministro recién reelegido de Hungría, Viktor Orban, es ferozmente crítico con el gobierno ucraniano.

Alemania afirma respaldar la acción de la OTAN, pero aún tiene que proporcionar ayuda militar significativa. Israel se distancia notablemente porque considera que su relación militar con Rusia es demasiado importante como para arriesgarla. India está comprando con entusiasmo energía rusa al descuento.

Según Bloomberg, el viejo orden mundial dependía de dos superpotencias que ejercían influencia sobre una multitud de clientes. Hoy esa ascendencia e incluso el diálogo están drásticamente dañados:

En 2012, cuando el Stalin contemporáneo, Vladimir Putin, volvió a la presidencia, la población de Rusia crecía y la gente vivía más tiempo, con más riqueza y mayor felicidad.

⁠Los tiempos han cambiado. En los últimos 10 años, las sanciones han golpeado a la economía y el coronavirus se ha cobrado más de un millón de vidas recientemente.

El Informe Mundial de la Felicidad, basado en encuestas que piden a las personas que califiquen cómo se sienten con sus vidas, encontró que el estado de ánimo de Rusia ha caído sustancialmente. Desde 2017, los rusos se han calificado a sí mismos como menos felices con respecto a 2012.⁠

Según The Economist, Rusia no sólo ha perdido una década de crecimiento (ya sea en economía, salud o felicidad), sino que está retrocediendo hacia el pasado:

La guerra en Ucrania está creando grandes problemas para la economía global, especialmente en las materias primas. El precio de los alimentos y de la energía se ha disparado.

Según Market Radar, esto puede crear vulnerabilidad en algunos países, especialmente en los emergentes, donde el gasto per cápita en alimentos y petróleo es relativamente mucho mayor que en los países desarrollados:

Mientras tanto, y con una lógica aplastante, este gráfico de Helios Maps muestra que el apoyo a la membresía de la OTAN en Suecia y Finlandia es muy elevado:

El 28 de febrero, el presidente ucraniano, Zelensky, firmó una solicitud oficial para que su país se uniera a la UE, proponiendo que se haga bajo "un nuevo procedimiento especial". El mismo día, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que "son uno de los nuestros y los queremos".

Si bien este proceso llevaría mucho tiempo y Ucrania aún no ha sido aceptada como país candidato oficial (como los otros estados que aparecen en esta infografía de Statista), ¿qué dice la gente de la UE? ¿También los quieren dentro? Según una encuesta reciente realizada por YouGov en Alemania, Francia, España e Italia, la respuesta es un 'sí' bastante rotundo.

Entre el 42% y el 60% de los encuestados en estos países dijeron que Ucrania debería convertirse en miembro. Cuando se compara con aquéllos que dicen que no, la respuesta neta promedio se convierte en un 22%, mucho más que para el siguiente candidato más popular, Montenegro, con un 8%, y en una liga completamente diferente a Turquía, para la cual la puntuación neta es del -32%:

Imagen5

Imagen5

La inflación comenzó a caer rápidamente a principios de la década de 1980, cuando el entonces nuevo presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, comenzó una agresiva serie de aumentos de los tipos de interés. Este año, la Fed finalmente comenzó a subir tipos, con la esperanza, una vez más, de controlar la inflación.

Sin embargo, los aumentos de tipos de Volcker causaron otra recesión que comenzó en 1981. La prosperidad finalmente regresó unos años más tarde, pero ese largo período de inflación castigó a los consumidores y a los políticos de una manera que nadie querría repetir hoy:

Rick Newman, de Yahoo! Finance, extrajo datos de inflación de la última gran subida de los precios, en la década de 1970 y principios de la de 1980, para ver qué era similar a lo que estamos experimentando ahora y qué era diferente:

Según el Foro Económico Mundial, el mayor riesgo actual es la posible interrupción de la producción y el transporte de granos y semillas desde Rusia y Ucrania.

Junto con precios más altos, esto podría causar un “aumento del hambre y la inseguridad alimentaria” en los países de bajos ingresos, advierte el Banco Mundial.

Este gráfico muestra la participación de Ucrania y Rusia en las exportaciones mundiales de productos, incluidos los alimentos, como el aceite de semillas, el maíz y el trigo. En cuanto al aceite de semillas, representan más del 40% de todas las exportaciones:

Acabemos ya con esta locura. Havelock Ellis decía que "no hay nada que la guerra haya conseguido que no hubiésemos podido conseguirlo sin ella".