En bolsa europea el riesgo se llama Le Pen y sanciones
La salida de la pandemia pintaba bien para la bolsa europea. Mucho, muchísimo dinero, tanto público como de los bancos centrales, para apuntalar la recuperación. Y muchas ganas de vivir por parte de los ciudadanos, lo cual en un una economía de mercado significa consumir, factor clave en una recuperación económica.
La inflación era un problema, sí, pero si bien no iba a ser transitoria como decía la presidenta del BCE, tampoco iba a estabilizarse en niveles preocupantes. Simplemente sería más alta que antes de la pandemia.
La inflación previa a las sanciones era consecuencia de un desajuste entre oferta y demanda, concretamente de un aumento de la segunda que la primera no estaba preparada para hacer frente. Pero cuando hay demanda se acaba satisfaciendo desde la oferta. Y los cuellos de botella son como los atascos: tarde o temprano se despejan.
El atractivo bursátil europeo era evidente. Un dividendo de los más altos entre los mercados avanzados, que además, por filosofía empresarial europea, suele ser muy estable. Era la alternativa perfecta para quienes huyen del naufragio de la renta fija. Y unas bolsas indigentes en términos tecnológicos y digitales, pero con mucho sector industrial y financiero, justo cuando las preferencias de los inversores se están decantando por esos sectores como consecuencia del cambio de ciclo y del aumento de los tipos de interés.
Pero entonces Putin decidió invadir Ucrania. Y Occidente decidió sancionar a Putin. El problema es que las sanciones las paga Europa, que es la que más sufre por prescindir del flujo de materias primas ruso, en forma de inflación y menor crecimiento.
Estados Unidos es autosuficiente energéticamente y además ahora será quien venda más petróleo y gas a Europa. Por no hablar de que cualquiera que tuviera la duda entre montar un negocio o una fábrica en EEUU o en la Eurozona ahora ya no la tendrá. Un vecino como Putin, del que además se depende totalmente a nivel energético, no es un gran aliciente para los inversores.
Cualquiera que tuviera la duda entre montar un negocio o una fábrica en EEUU o en la Eurozona ahora ya no la tendrá
Desgraciadamente las cuitas europeas no han finalizado y se mantendrán mientras duren las sanciones. Y lo que es peor: esas sanciones podrían incrementarse en el futuro para detener el baño de sangre en Ucrania.
Y va a continuar: Putin tiene que vender algún triunfo en casa y todo a punto que van a ser la invasión total de la zona del Donbás, el control del sur del país (la salida al mar) y consolidar la anexión de Crimea. Pero eso le va a costar tiempo, si es que lo consigue. Así que más guerra y por lo tanto más sanciones (que pagará Europa).
Las que podrían venir serían todavía más duras que las actuales, puesto que afectarían al petróleo y, finalmente, al gas. No digo que Europa prescinda del gas ruso de un plumazo, pero la presión podría hacer que se vayan recortando gradualmente las importaciones, que tendrán que ser sustituidas a un precio muy superior, ergo, más inflación.
El otro asunto que deben vigilar los inversores tiene menos probabilidades de ocurrir, pero no sería prudente descartarlo hasta que se aclare y con la ventaja de que se aclarará en un par de semanas. Y tiene mucho que ver con lo anterior.
Cualquiera que conozca la Francia actual, y que además a ir al Louvre se mueva entre la gente de a pie, sabe que allí el voto a Marine le Pen es muy habitual en las "banlieue", en los barrios donde viven las clases menos favorecidas. Las élites votan por ideología, pero quien no llega a fin de mes vota con el bolsillo. Y últimamente cada vez les cuesta más, como consecuencia de la inflación.
Así que no es de extrañar que haya muchos que a la hora de votar den prioridad a quien a su vez se la dé a solucionar la pérdida de poder adquisitivo. Y si alguien se molesta en leer la propaganda electoral francesa verá que esa es Marine Le Pen. No digo que lo vaya a hacer, ni que su visión económica sea la adecuada para ese objetivo, pero qué duda cabe que es la que lo pone en primer plano de su campaña.
Las élites votan por ideología, pero quien no llega a fin de mes vota con el bolsillo
¿Cuántos votantes de izquierdas estarán dispuestos a votar a Le Pen en la segunda vuelta? No se rasguen las vestiduras: en Francia el voto de las clases trabajadoras se concentra en ambos partidos, tanto en el comunista "moderado" / ecologista de Mélenchon, como en el de la señora Le Pen.
Limadas muchas aristas -tipo salir del euro- y mantenidas las que le dan votos tanto a la derecha como a la izquierda –por ejemplo, temas relacionados con la inmigración-sus posibilidades han aumentado. Y no solo son sus votos.
En segunda vuelta serán también los de Zemmour, así como gran parte de los del partido republicano y, la gran incógnita, un número indeterminado de personas que votaron a Mélenchon y, muy importante: que detestan a Macron. Al final la cuestión se decidirá en base a esta pregunta: ¿cuántos votantes de Mélenchon detestan más a Macron que a Le Pen?
De momento, los resultados de la primera vuelta invitan a la tranquilidad. Pero aquí es de aplicación el refrán británico de "It´s not over until it is over", que viene a significar que "no ha acabado hasta que realmente ha acabado", que será cuando se conozcan los resultados de la segunda vuelta.
En los próximos días la lucha por llegar a fin de mes de una gran parte de la población francesa va a continuar e, incluso, podría empeorar. Y los estudios muestran que cada vez más gente vota el día antes de ir a las urnas o incluso justo antes de meter la papeleta. Insisto, es solo un riesgo, pero es un riesgo real.
Si ganara Le Pen no sería el fin del euro, pero se agitaría peligrosamente el avispero europeo justo en el momento en el que Putin ya había puesto de malhumor a las avispas. Por eso, de momento, inversión en Europa, la justa. Y vigilando a Putin, a su nueva ofensiva y las encuestas en Francia.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.