"Vosotros, los liberales, defendéis a los ricos, a los grandes empresarios". Ese suele ser el comienzo de las recriminaciones que, desde siempre, solemos recibir quienes nos declaramos abiertamente liberales, defensores del libre mercado, de la reducción del tamaño del Estado, y de la libertad de cada uno para seguir su propio interés, al modo que proponía Adam Smith.
Bien es cierto que, en el camino hacia la libertad económica, se nos han colado grandes empresas que, en el más puro espíritu mercantilista, han intercambiado favores y privilegios con el Estado, en detrimento del soberano consumidor y degradando la sana competencia.
Esa que para autores como John Stuart Mill sirve de estímulo para la mejora de las personas y para enriquecer a la sociedad, a toda. El conocido como "crony capitalism", o capitalismo de amiguetes, es un mal que explica parte de la confusión de la sociedad cuando mira cómo se declaran liberales pata negra algunos simples aprovechados.
A pesar de ello, quienes llevamos años defendiendo que la empresa es la generadora natural de empleo, que no se puede seguir penalizando el ahorro y la inversión y favoreciendo el endeudamiento, nos hemos visto respaldados por artículos como el publicado por Javier G. Jorrín este fin de semana, mostrando que es la gran empresa la que más ha tirado del carro para salir de la crisis. No solamente las empresas que emplean a más de 500 personas han sostenido el empleo mejor que las de menor tamaño. También están teniendo una recuperación más intensa.
Que España es un país de pymes y microempresas, es un hecho. Que los autónomos son los más machacados por la legislación del Gobierno social-comunista a pesar de ser el refugio de muchos de los trabajadores despedidos a lo largo de las diferentes crisis, también es un hecho. Y también es un hecho que los pequeños emprendedores no tienen incentivos para crecer, es decir, para contratar más empleados, aumentar su producción, ampliar su escala de producción. Los impuestos son una gran traba.
Que los autónomos son los más machacados por la legislación del Gobierno social-comunista, es un hecho
El coste de contratar y despedir trabajadores, también. Soy consciente de lo impopular que resulta hablar claramente del coste del despido cuando tenemos una cifra de parados que sigue siendo demasiado alta. Pero si la empresa es la institución que genera empleo sostenible, adaptado a los tiempos que corren, entonces es necesario plantearse qué problemas tienen los empresarios a la hora de contratar.
El mismo John Stuart Mill, que defendía ardientemente la legalización de los sindicatos, también defendía la libertad de asociación de los empresarios en las formas jurídicas que mejor les pareciera. La razón, en ambos casos, era permitir que ambos, empleadores y empleados, pudieran organizarse para lograr mejor sus metas.
La principal explicación del comportamiento de nuestra sociedad es un prejuicio doble. Por un lado, estamos convencidos de que el empresario es, por definición, egoísta. Por otro lado, pensamos que los grandes empresarios, que son ricos, son malos por ser ricos. Pese a la creencia de que se trata de un sesgo promovido por la mentalidad cristiana, se nos olvida que, aunque es más difícil que un rico vaya al Reino de los Cielos que un camello pase por el ojo de una aguja, según el Génesis, Abraham era muy rico, como el rey Salomón, o quienes mantenían al mismo Jesús.
Pensamos que los grandes empresarios, que son ricos, son malos por ser ricos
Sin embargo, al comienzo del citado artículo, el periodista siente la necesidad de aclarar respecto a los grandes empresarios, que "su comportamiento en muchas ocasiones es censurable ética y penalmente". Si lo pensamos bien, el comportamiento éticamente censurable no es mayor por ser un gran empresario, ni por ser un periodista de éxito, o una actriz muy popular o una humilde profesora de economía de un mediocre país.
Con algunas excepciones, el oficio no quita ni añade a la moral individual, todos estamos expuestos a tentaciones. No obstante, estamos mucho más dispuestos a pensar que el rico es egoísta y roba. No en vano, fueron los escolásticos españoles de la Escuela de Salamanca quienes explicaron que los precios subían por la inflación, no por el egoísmo de los comerciantes.
¿Cómo casar la sensata recomendación de Jorrín respecto a la importancia de que la gran empresa esté en el centro de la estrategia económica, con el prejuicio anti ricos de nuestro país? No parece fácil. Y, sin embargo, es necesario que nuestras pymes crezcan y alcancen un tamaño determinado para poder sobrevivir a lo que nos trae, no ya el futuro, sino el presente.
La digitalización requiere una inversión y un tamaño que muchas empresas españolas no van a poder asumir. La resiliencia financiera que ha sido tan necesaria para recuperar el tono post pandemia es otro de los problemas de las empresas medianas. Y, lo que es peor, de cara al final de este año, como poco, el desequilibrio logístico, los problemas energéticos, la inflación, la inestabilidad política de nuestro país, debido, en parte, a las medidas-escaparate y a la poca credibilidad que un Gobierno tan endeudado transmite, no van a ponérselo fácil a la pyme española.
¿Qué se puede esperar de un Gobierno social-comunista en estas circunstancias? No va a poner los incentivos adecuados, ni para ganar las elecciones, porque el cambio estructural del empresariado tiene unos tiempos diferentes a los electorales. Les pilla a desmano.
¿Qué se puede esperar de los grandes empresarios? Se me ocurren dos salidas. Una, la mercantilista, es tratar de aliarse, por supervivencia, al poder político y convertirse en empresas al servicio del partido, más que al servicio del Gobierno. La otra, naturalmente, es irse e invertir su tiempo, energía y recursos allá donde se les valore.
¿Y de la sociedad civil? ¿Podemos esperar que se dé cuenta de la importancia de darle su puesto a los grandes empresarios, a los ricos? Y no solamente eso ¿vamos a quitarnos de encima ese prejuicio hacia los ricos? ¿vamos a promover la riqueza y a denostar la iniquidad, tanto si viene de parte de los ricos como de los pobres?