“Algunos creen que el objetivo de China es desafiar y desplazar a Estados Unidos. Es un grave error de juicio de nuestra intención estratégica” (Qin Gang - Embajador de China en EEUU).

China genera en la actualidad amores y odios o, mejor dicho, admiración y rechazo. Me explico: han sido capaces de pasar por la derecha a todo el mundo en términos de crecimiento económico durante décadas hasta el punto de que son ya casi la primera potencia mundial. Empezaron como meros imitadores y ahora son pioneros. Hay quien piensa que ya son de facto los líderes de la tecnología punta.

Por un lado, admiro su capacidad de superación continua. Ya sea en los deportes o en los mercados, las ventajas del país superan a sus defectos. El entrenamiento mecánico lleva a sus jugadores a las fronteras de la técnica, donde ocurren destellos de genialidad. De manera similar, el Gobierno de China todavía lucha contra la corrupción endémica y se mete en los negocios e incluso en la vida familiar para diseñar los resultados que desea. Por eso, a pesar de las turbulencias bursátiles recientes, China es un must a largo plazo en bolsa, aunque sólo sea por la poca representación que aún tiene en los índices.

Pero, por otro lado, me genera rechazo que se trate de una dictadura. Tampoco me gusta el carácter mercenario que ha demostrado, por ejemplo, apoyando a los talibanes.

Lo cierto es que su auge brutal desde país de segunda división a titán mundial genera envidia, miedo o rabia por muchos factores que han contribuido a su ascenso. Analicemos algunos de esos posibles factores y veremos al final del artículo cómo ha empeorado la percepción internacional hacia el gigante asiático.

Para empezar, China es el mayor contaminador del mundo como podemos ver en este gráfico de Lynk, pero también es la fábrica del mundo. Los países del G7 exportan sus emisiones de carbono a China al permitir que ésta produzca sus productos.

China ahora se ha comprometido a lograr la neutralidad de carbono para 2060. Es un gran desafío, pero si tiene éxito, podría convertirse en una superpotencia de fabricación de energía limpia, lo cual la hace aún más atractiva como oportunidad de inversión:

Un estudio publicado en la revista Frontiers in Sustainable Cities comparó las emisiones de gases de efecto invernadero reportadas por 167 ciudades en 53 países y encontró que las primeras 25 ciudades contaminantes (23 son chinas -entre ellas, Shanghái, Pekín y Handan- junto con Moscú y Tokio) representaron el 52% del total. Es lógico que mucha gente piense que, mientras tanto, el coste de la transición energética lo pagamos aquí. Además, China produce la mitad del plástico del mundo:

Obtener acceso a los recursos naturales puede influir en la capacidad de una nación para crecer y defenderse. La estrategia de crecimiento de China tiene esto en cuenta y posiciona al país como productor y consumidor número uno de materias primas. ⠀ ⠀⠀

Tiene varias razones para explotar más allá de sus costas: asegurar recursos minerales que son escasos en China, obtener acceso a los mercados mundiales y a las cadenas de suministro de minerales, y minimizar la sobreproducción nacional de algunos de éstos.

Como ejemplo, China es el mayor productor y consumidor de materiales de tierras raras del mundo (vitales para la producción de tecnología). El país produce aproximadamente el 94% de los óxidos de tierras raras y casi el 100% de los metales de tierras raras que se consumen en el mundo, con un 50% que va a parar al consumo interno. Veamos su importancia en esta infografía de Visual Capitalist:

Londres, Nueva York y Sídney se consideran lugares inaccesibles para comprar una casa. Pero en comparación con las principales ciudades de China, parecen una ganga como podemos comprobar en este ranking de Bloomberg, ¿quién lo iba a decir?

Xi Jinping, que está decidido a crear una sociedad más igualitaria, tiene buenas razones para querer remodelar el mercado de la vivienda, que ha contribuido a la creciente desigualdad del país:

Si los estadounidenses tuvieran que nombrar a un país como el principal enemigo de su nación, actualmente sería China como se ve en este gráfico de Statista.

En una encuesta realizada por Gallup de forma intermitente desde 2005, el 45% de los encuestados señaló con el dedo a Pekín. Hace tres años, el culpable era Corea del Norte (51%), pero el país se ha asentado en el tercer lugar, con Rusia en el segundo puesto (26%).

Irán e Irak fueron nombrados con mayor frecuencia como los mayores enemigos de Estados Unidos a finales de la década de 2000:

Las opiniones desfavorables sobre China están en máximos históricos o cerca de ellos. Amplias mayorías en casi la totalidad de los países analizados tienen una visión negativa del gigante asiático, sumando incluso tres cuartas partes de la población o más en Japón, Suecia, Australia, Corea del Sur y Estados Unidos. La situación se puede comprobar perfectamente en esta infografía de El Orden Mundial:

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Qin Gang, el mencionado embajador de China en EEUU, dice, no obstante, que "China no es la Unión Soviética. El colapso de la Unión Soviética fue obra suya. China ha aprendido de esta parte de la historia que el hegemonismo solo conduce al declive".