La semana pasada, la Fed anunció que podría adelantar el cambio de la política monetaria, precisamente la subida de tasas de interés, para 2023. Este cambio de tono pilló al mercado de sorpresa. Como resultado, el dólar se fortaleció, el rendimiento de referencia de los bonos del Tesoro a 10 años subió, mientras que las cotizaciones de metales preciosos retrocedieron.
Teniendo en cuenta que tarde o temprano la Fed se verá obligada a comenzar el tapering para evitar el sobrecalentamiento de la bolsa, así como la creación de una nueva burbuja financiera, es probable que el dólar estadounidense siga recuperando posiciones la segunda mitad del año.
De acuerdo con los analistas del Bank of America, esperan que el dólar estadounidense se fortalezca a 1,15 dólares por euro para fin de año. Entre las principales razones, subraya la divergencia en la política monetaria entre la Fed y el BCE. Para ser más precisos, espera que Europa se mueva hacia una mayor flexibilización, mientras que la Fed buscará la normalización de las políticas.
Al mismo tiempo, la recuperación más rápida de la economía de EEUU frente a la de UE también debería respaldar al dólar. En este contexto, la pregunta es: ¿Qué pasará con el resto de los activos entonces?
Un dólar más fuerte podría ser un factor malo para las empresas multinacionales porque encarece los productos estadounidenses en el extranjero. Si el dólar estadounidense continúa apreciándose, el impacto sobre la cuenta de resultados de dichas compañías podría aumentar. Como resultado, sus cotizaciones teóricamente deberían disminuir.
Una crisis de deuda soberana de los mercados emergentes podría arrastrar el crecimiento global
Por el otro lado, un crecimiento más fuerte y una moneda más fuerte deberían impulsar las importaciones estadounidenses, generando demanda para el resto del mundo. Hace falta mencionar que un exceso de bienes de producción nacional también debería traducirse en precios más bajos.
Los bienes de consumo más baratos generarían más ingresos disponibles para los estadounidenses y, por lo tanto, se verían beneficiados los negocios minoristas, restaurantes, casinos, compañías de viajes, aerolíneas y líneas de cruceros.
Si el dólar continúa fortaleciéndose y persisten las preocupaciones sobre el crecimiento global, podría indicar el fin del reflation trade, lo que pesaría sobre sectores como Energía, Industrial y Materiales.
También incrementa el coste de la deuda denominada en dólares de los mercados emergentes. Una crisis de deuda soberana de los mercados emergentes podría arrastrar el crecimiento global, con un retroceso negativo para EEUU.
Por último, un dólar fuerte también puede dañar a los tenedores de bonos extranjeros. Si el prestatario no puede afrontar un incremento en el coste del servicio de la deuda, podría sufrir una rebaja de la calificación crediticia y un roce con el incumplimiento.
***Igor Kuchma es analista de Trading View