A estas alturas, todos hemos marcado en el calendario de nuestras vidas un antes y un después de la pandemia de la Covid-19. Hemos cambiado nuestra forma de trabajar, de relacionarnos e incluso de invertir. Si bien, algunos de estos cambios desaparecerán a medida que la vacunación avance y las restricciones se reduzcan, otros parece que ya no tendrán marcha atrás como el teletrabajo o la digitalización.
En materia de inversión la pandemia ha acelerado tendencias ya existentes como la inversión sostenible y les ha dado un renovado impulso. Así lo hemos percibido en Deutsche Bank a raíz de una encuesta global realizada a más de 2.100 clientes de 10 países. Esta consulta nos ha permitido comprobar que el 75% de los inversores quieren ejercer un impacto positivo en el mundo a través de sus ahorros y que la pandemia ha hecho que el 57% lo vea todavía más claro.
Y son los cuatro grandes problemas medioambientales, como el cambio climático, la desertificación, la contaminación de los océanos y la pérdida de biodiversidad, los que constituyen una prioridad para los encuestados en tanto en cuanto el 80% ve necesario incluirlos ya en sus decisiones de inversión.
El 75% de los inversores quieren ejercer un impacto positivo en el mundo a través de sus ahorros
El interés y la motivación por la inversión con criterios ESG (Medioambiente, Social y Gobernanza, en sus siglas en inglés) tiene todavía, eso sí, un marcado perfil femenino y millennial. Así, el 53% de las mujeres están de acuerdo en que sus inversiones deberían tener un impacto positivo en el planeta frente al 40% de los hombres.
Por su parte, los jóvenes de la generación millennial demuestran especial interés por la 'S' de ESG y así el criterio social es más importante para ellos que para la población general.
Bien es cierto que si preguntamos a un inversor si desea que patrimonio genere un impacto positivo en el mundo, la respuesta más esperable es afirmativa, pero también lo es que el mero hecho de plantearlo sienta unas bases en su conciencia inversora que creemos que son irreversibles. Es decir, una vez que el inversor asume que sus inversiones pueden tener ese impacto positivo y contribuir en mayor o menor medida a cambiar las cosas, no hay marcha atrás. Ni para los inversores ni para la industria.
Actualmente, se maneja la hipótesis de una burbuja de la inversión sostenible y lo cierto es que esta es una de las grandes tendencias, quizás la más importante, de la industria de gestión de activos en los últimos años.
Pues bien, a tenor de los resultados de nuestro ESG Investors Survey lejos de situarnos en el lado de la balanza que cree en la existencia de dicha burbuja, nos colocaríamos en el lado contrario.
La conciencia de los inversores, el marco regulatorio y la oferta de producto tendrán cada vez un peso mayor e inclinan la balanza de forma inexorable hacia un mayor crecimiento de la inversión sostenible. Desde luego, los inversores tienen cada vez más claro que, en materia de sostenibilidad, quedarse atrás ya no es una opción.
*** Rosa Duce es economista Jefe de Deutsche Bank España.