Vivimos un momento algo esquizofrénico. Necesitamos más que nunca información fiable, pero -según nos dice el Eurobarómetro- desconfiamos de los medios de comunicación. Al mismo tiempo, el 86% de los ciudadanos cree que las fake news son una amenaza para la democracia, aunque cada vez son más los ciudadanos que dicen saber discernir entre bulos e información real.
En un mundo digital de desinformación y sobreinformación, hay oasis en la red que logran convertirse en un referente fiable.
Un ejemplo es la cuenta de Twitter del exministro Miguel Sebastián, a la que a diario acuden economistas, expertos y periodistas para conocer la evolución en tiempo real de la Covid-19.
Fuera de la política y centrado en la vida académica, Sebastián fue uno de los primeros en ver la catástrofe que iba a suponer la Covid-19 en el arranque de 2020. Después, hay que reconocer que ha sido tenaz en su labor de recopilar datos sobre la evolución de la pandemia para dar forma y explicación a las curvas.
El que fuera ministro de Industria también ha aportado propuestas concretas para combatir la Covid-19. Y en algunos casos, como el de aprovechar la tecnología para analizar las aguas residuales ha acabado siendo escuchado por algunos gobiernos.
¿Por qué lo ha hecho? Quizás porque, como él mismo contó en su columna dominical para Invertia y EL ESPAÑOL, su abuelo murió durante la Gripe de 1918, dejando seis huérfanos, entre ellos, su padre.
Lo escribía el 1 de marzo de 2020 en este periódico, cuando el Gobierno de España todavía no contemplaba la opción del estado de alarma. Ya entonces desde su columna advirtió que una vez que la -aún- epidemia había saltado a los países desarrollados, tendría efectos sobre la economía que podrían ser serios.
Siempre es interesante repasar la hemeroteca. Ya entonces, Sebastián dijo: "las medidas de contención tienen un efecto económico a corto plazo, pero deben ser consideradas más bien como una inversión".
Hay que tener una paciencia franciscana para seguir los datos del coronavirus. En el caso de España, hay que ponerlos en relación entre las comunidades autónomas y también, con el resto de los países de Europa y el mundo.
Por eso, facilitar estos datos en una cuenta de Twitter, explicarlos a grandes rasgos en los programas de La Sexta y completar esa aproximación al virus con análisis pormenorizados como los que hemos ido publicando en Invertia es una labor de servicio público.
No deja de ser curioso que en una red social manchada por el ruido de la crispación que se hace desde muchos sectores de la política y el periodismo, encontremos en la cuenta de un expolítico un refugio de cordura para tratar de solucionar algo que realmente preocupa a los ciudadanos.