Contaba hace una semana este periódico cómo tras el éxito de Salvador Illa en Cataluña, Pedro Sánchez se plantea impulsar a María Jesús Montero como candidata a presidir la Junta de Andalucía en las elecciones autonómicas que se celebrarán en 2022 o a finales de este año si Juan Manuel Moreno decide adelantarlas.
La ministra portavoz y de Hacienda parece haber tomado buena nota y este martes, aprovechó la ventana que le ofrecen las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de ministros, para lanzarse a la yugular del presidente de la Junta y acusarle de la caída de Abengoa.
Montero abrió una guerra política a cuenta de un fracaso empresarial del que dependen 3.000 empleos en España, en su gran mayoría en Andalucía, y 14.000 en todo el mundo. Tirando del manual de sus socios de Gobierno, la ministra cargó contra los bancos y contra el Gobierno andaluz de centroderecha que comparten el PP y Ciudadanos.
Cuando los andaluces acudan a las urnas, el administrador concursal habrá comenzado ya a trocear Abengoa. En el mejor de los casos, estará negociando con la SEPI o con algún inversor privado la entrada de capital en algunas de las filiales. Pero el proceso será traumático y el icono empresarial sevillano parece llamado a convertirse en arma arrojadiza de unas elecciones que estarán marcadas por la pobreza que habrá dejado la Covid-19 en una región que depende mucho de la movilidad del turismo.
Más allá de si la Junta de Andalucía debía haber puesto los 20 millones de euros que afirma que no podía entregar a Abengoa por no contar con mecanismos para hacerlo, el concurso de acreedores de esta empresa era una historia anunciada desde 2015. Llega a los juzgados de Sevilla con una deuda de 6.000 millones de euros.
Su caída solo tiene un precedente: el de Martinsa Fadesa en 2008. Pero aunque ambas comparten el contexto de crisis y el altísimo volumen de deuda, hay una diferencia fundamental que hace que este concurso sea más inoportuno.
Mientras la constructora operaba en un sector inmobiliario obligado a depurar los excesos del boom, Abengoa lo hacía en la alta tecnología de las energías renovables, el agua y las infraestructuras. Con empleo de alto valor añadido y presencia internacional.
Si algo nos ha recordado la Covid-19 es que en España faltan más empresas de ese perfil. Es por ello por lo que conseguir sacar adelante su filial Abenewco I (que agrupa los activos 'buenos' del grupo) sea fundamental para evitar una fuga de profesionales de Andalucía y para no dañar el ecosistema tecnológico que tenemos en España.
Si algo nos ha recordado la Covid-19 es que en España faltan más 'Abengoas' solventes
Más allá de los errores cometidos por los gestores de una corporación que acababa de cumplir 80 años de historia, los políticos también tienen herramientas en su mano para proteger el tejido productivo de alto valor añadido. Y en España, por desgracia, tienen muchos frentes en los que pueden actuar.
Una fiscalidad para atraer el talento, menos trabas burocráticas, una educación más adaptada a las necesidades de este tipo de empresas, etc.
Montero cargaba ayer contra Moreno por no haber puesto sobre la mesa 20 millones de euros que había comprometido la Junta. El presidente andaluz respondía que no lo había hecho por no contar con mecanismos para poder inyectar el dinero.
Precisamente, este martes, Invertia informaba que el Gobierno estudia que Hacienda y la Seguridad Social puedan exonerar a empresas como Abengoa del dinero que les deben en impuestos para favorecer su viabilidad.
En este caso, serían unos 200 millones de euros en tributos. Pero, precisamente Hacienda es uno de los Ministerios que con más reticencia mira ese cambio normativo que se incorporaría en la reforma de la ley de Segunda Oportunidad.
Pese a los errores en la gestión privada de Abengoa, la Administración tendrá que implicarse en rescatar lo que se pueda de la compañía porque no es momento de perder más empresas y menos en sectores en los que hay apetito inversor.
Mientras, el Gobierno del que forma parte Montero y el autonómico de Moreno y Juan Marín tendrán que colaborar juntos para impulsar nuevos proyectos en el próximo trienio que den origen a otras 'Abengoas solventes' si no quieren desperdiciar la oportunidad de los fondos europeos por una trifulca política.