Con el Gobierno Sánchez resurge Keynes. Además, la pandemia lo justifica. El economista Keynes proponía inversión y gasto público en épocas de crisis para generar demanda global que "tirase" del PIB; si el sector privado no consume, ni invierte, lo debe hacer el público. Lo que no dijo es que se aumentasen los impuestos. Su lógica es que el déficit público de las crisis se compensaría en épocas de bonanza, equilibrando las cuentas públicas a posteriori.
Pero Keynes no contaba con la "incapacidad administrativa" del Gobierno español. El papel lo aguanta todo. Hasta los presupuestos que Sánchez y su Gobierno han presentado el martes. 383.000 millones de euros de gasto (209.000 en operaciones no financieras descontando 26.000 de fondos europeos), con un déficit público de cerca del 7,7%. El "mayor gasto de la historia española", según el presidente. La duda es: ¿se llevará a cabo?
En este año el SEPE (irónicamente el Servicio Público de Empleo, que gestiona el paro) no ha respondido con diligencia a los ERTE; aún hay quienes no lo han cobrado después de seis meses y no se ha gestionado bien el IMV (Ingreso Mínimo Vital anunciado con gran pompa antes del verano) que está atascado.
Tampoco se ha invertido lo que le permitían los Presupuestos actuales de Montoro (ese Cid de la hacienda pública española que ha seguido gobernando después de muerto, políticamente hablando). Es decir, el Gobierno, hasta ahora, ha sido incapaz de ejecutar el gasto.
Keynes se puede frustrar cuando, desde su tumba, vea que sus teorías en España fallan. No porque no se concreten en el papel, sino porque no se ejecuten en la realidad.
Keynes se puede frustrar cuando, desde su tumba, vea que sus teorías en España fallan. No porque no se concreten en el papel, sino porque no se ejecuten en la realidad.
Keynes no era partidario de aumentar los impuestos en épocas de crisis, porque disminuye la demanda global. Por eso los países de nuestro entorno han aumentado el gasto público, sin subir los tipos impositivos, lo contrario que el social-populismo español.
No obstante, tampoco hay que asustarse demasiado con lo que figura en el Proyecto de Presupuestos en tributos. Primero, porque tiene que consensuarse con otros grupos parlamentarios, algunos de ellos de naturaleza “liberal-empresarial” como el PNV o Ciudadanos que estarán en contra; por ejemplo de la subida del gasóleo.
Segundo, porque las subidas de impuestos anunciadas atañen a un porcentaje mínimo de ciudadanos y por tanto su capacidad recaudatoria es pequeña. El problema es que algunas de estas medidas tienen un efecto disuasorio en la entrada de inversiones y alientan la huida de “ciudadanos ricos”, con disminución de la demanda global y ralentización del PIB. Otras como los referentes al valor de bienes inmuebles a efectos de impuesto de patrimonio e IBI son aprobadas de manera solapada en leyes colaterales.
Por tanto, quien piense que tiene que tomar decisiones en función de este presupuesto que se olvide. Es un papel hueco que servirá para que el Congreso se divierta, discuta y compulse la fortaleza y habilidad del Gobierno Sánchez para generar mayorías. Poco más. No hay que hacerle caso ni por el gasto, ni por el ingreso fiscal.
¿Y los fondos europeos? Los más de 140.000 millones de euros. Nadia Calviño anunciaba este jueves en los desayunos de Europa Press en Madrid que ya habían llegado 6.000 millones de euros del fondo SURE para los ERTE y que esperaba 10.000 para 2021 por este concepto. Cifras insuficientes.
Por otra parte, los Presupuestos 2021 han incluido 27.000 millones de otros fondos. ¿Y el resto? Llevamos meses oyendo los cantos de sirena sobre su llegada. En la película Bienvenido Mr. Marshall los lugareños se quedaron con dos palmos de narices después de haber invertido sus escasos ahorros para recibir la ayuda “americana”.
Afortunadamente el BCE mantendrá el “helicóptero financiero”, con bajos tipos de interés durante mucho tiempo. Eso dará un respiro y podremos tener deuda para financiar. Pero Keynes se puede frustrar si el Gobierno no es diligente, que hasta ahora no lo ha sido. Por eso más que otra cosa lo que hay que pedir es que el Gobierno ponga a funcionar la Administración y se deje de monsergas populistas.
Si no lo hace el espectro de Keynes, desde la tumba, se aparecerá por las noches a pedir cuentas al Gobierno ¡Qué miedo!
*** José Ramón Pin es profesor del IESE.