En poco tiempo, como es normal todos los años por estas fechas, España iniciará la vuelta a la actividad académica. El problema es que ni este año es un año normal -de hecho es, como todos sabemos, un año profundamente anormal- ni nuestro país está comportándose como un país normal.
En el contexto internacional, la evolución de la pandemia en España nos sitúa sin ningún lugar a dudas como uno de los países que peor la ha gestionado. El calificativo de "virus laggard" utilizado recientemente por The Washington Post es perfectamente atinado: por cifras, España es el noveno país del mundo en número de contagios, pero simplemente porque los que tiene por encima, con la excepción de Perú, son países mucho más grandes.
Si nos vamos a un parámetro relativo, como el de fallecidos por millón de habitantes, solo Bélgica y la ya citada Perú nos superan, y es muy posible que el caso belga se deba a diferencias de criterio en la contabilización.
Podemos escandalizarnos con la espantosa gestión de los Estados Unidos y el patético inquilino de la Casa Blanca, pero la realidad es que, por llamativo que nos parezca por la disparidad cuantitativa, España lo ha hecho mucho peor. De nuevo, con la única excepción de Perú, España lo ha hecho mucho peor que todo el resto del mundo, y aunque en su momento logró doblegar la peligrosa curva de saturación del sistema de salud, las cifras volvieron a convertirse en récord en cuanto volvimos a la actividad.
Las razones por las que un país con un buen sistema de salud se ha convertido en uno de los que más muertes ha sufrido por millón de habitantes son complejas y no del todo conocidas, pero deberían, como mínimo, llevarnos a reflexión y a reclamar una gestión más eficiente.
Menos eslóganes, menos triunfalismo, y más estudiar lo que otros países hacen y nosotros no hacemos, o lo que nosotros hacemos y ellos no hacen. En todo el mundo, solo el Reino Unido y los Estados Unidos ponen a sus gobiernos peor nota que España en la gestión de la pandemia, y la realidad es que los ciudadanos de esos países están siendo jueces más duros que los españoles: nuestro gobierno lo ha hecho mucho peor que los suyos.
Las razones por las que un país con un buen sistema de salud se ha convertido en uno de los que más muertes ha sufrido deberían llevarnos a reflexión
En los Estados Unidos, además, muchas de las escuelas y campuses que están volviendo a la actividad están volviendo a cerrarse rápidamente, bien de manera indefinida, o por algunos días para su desinfección.
La investigación sobre la pandemia avanza, y de ella se deducen una serie de elementos enormemente preocupantes de cara a la vuelta a clase: tenemos claro que el mecanismo de transmisión es de manera mayoritaria los aerosoles respiratorios, las minúsculas gotas de saliva que liberamos al respirar, toser o hablar, lo que provocó por ejemplo que la reapertura del ocio nocturno influyese en unas tasas de transmisión muy elevadas (lugares cerrados, donde la mascarilla no se usa o se retira constantemente para beber, y en los que hay que aproximarse mucho para hablar).
Sabemos que esa transmisión se produce, en lugares cerrados como un aula de clase, a distancias mucho mayores de lo que pensábamos, y que lo que más influye es la escasa ventilación y el tiempo de permanencia. Y además, sabemos que la relación entre los niños y el virus es muy compleja: no son invulnerables, se contagian en muchos casos con suma facilidad aunque no manifiesten síntomas, y la carga viral que muestran en su aparato respiratorio es más elevada, aunque no está aún claro cuánto lo transmiten o por qué muchos no manifiestan la enfermedad.
No estoy dando opiniones: estoy exponiendo hechos, y aunque la investigación esté moviéndose a gran velocidad, soy biólogo, sé leer e interpretar estudios, e intento que mis fuentes sean rigurosas.
No soy un tremendista, ni estoy obsesionado con la pandemia: soy profesor, y volveré a dar clase como todos mis compañeros, empezando esta misma semana. Y decididamente, no juego al alarmismo, porque no lo he hecho jamás. Pero mucho me temo, y nada me haría más ilusión que equivocarme, que la vuelta a clase que España está planteando no es adecuada, y que puede suponer un nuevo y significativo ascenso de las cifras de casos.
Me preocupa no ver un plan de contingencia para el caso de que esos incrementos se produzcan, como me preocupa también no ver planes de vacunación masivos, en un momento en el es absolutamente estratégico tenerlos. En el despliegue rápido de la vacuna nos lo jugamos todo, sobre todo siendo, como somos, un país eminentemente abierto y turístico.
Necesitamos hacer las cosas mejor. Mucho mejor. Cuidado con esa vuelta a clase, por favor.