Si una aplicación está acaparando titulares últimamente, esa es TikTok. Prohibida en varios países, por varias compañías e instituciones, y amenazada con la expulsión de los Estados Unidos, cualquiera diría que estamos hablando de algo subversivo, en lugar de una app dedicada a hacer vídeos escasamente trascendentales de personas que hacen tonterías, hacen que cantan, o bailan siguiendo coreografías más o menos elaboradas.
La alarma está llegando a tal punto que la compañía propietaria de la app, ByteDance, se está planteando vender sus operaciones en los Estados Unidos, para preservar el funcionamiento de la app y romper su posible relación con el gobierno chino, e incluso se habla de Microsoft como posible comprador. ¿Qué problema representa realmente TikTok y a qué se debe semejante alboroto?
Para países como India, por ejemplo, que anunció la prohibición de TikTok a finales del pasado junio junto con otras sesenta apps creadas por compañías chinas, la medida es simplemente una forma de represalia por los enfrentamientos fronterizos con su vecino del norte, que han llegado ya al derramamiento de sangre en varias ocasiones. Además, India pretende impedir la colonización cultural, conocida como sinización, sobre todo en su población más joven, y tratar de preservar así la identidad cultural india. En varios países musulmanes, TikTok ha sido prohibida porque se ve como una incitación a comportamientos contrarios a la moral del Islam, por supuestamente incitar a sus usuarios a comportamientos cada vez más procaces, provocativos o transgresores.
¿Te lleva una app presumiblemente muy superficial a modificar tu comportamiento? La realidad es que sí. Las personas somos muy dependientes de nuestros entornos sociales, y cuando un entorno determinado remunera — de manera real, en dinero, o de forma simbólica, con Likes — un comportamiento determinado, tendemos de manera natural hacia él. Así, un entorno como TikTok tiende a llevar a sus participantes a exponerse públicamente en actitudes cada vez más provocativas, con menos ropa, etc., y sobre todo, normaliza ese tipo de comportamientos. Muchas personas perfectamente normales que no harían en su vida normal determinadas cosas, sí las hacen en TikTok… y “no pasa nada”, “en TikTok es normal”, es “lo suyo”.
Un entorno como TikTok tiende a llevar a sus participantes a exponerse públicamente en actitudes cada vez más provocativas, con menos ropa, etc., y sobre todo, normaliza ese tipo de comportamientos.
Lógicamente, en el caso de un usuario “hecho y derecho” (aunque es posible que eso de “hecho y derecho” sea mucho decir para algunos usuarios de TikTok), eso no provoca ninguna preocupación digna de consideración: lo que haces, lo haces porque quieres, y se te supone capacidad de discernimiento y buen juicio para decidir si hacerlo o no hacerlo.
El problema, claro está, es que muchos usuarios de TikTok no tienen precisamente ese perfil, sino más bien otro muy diferente: son niños. Y cuando decimos niños, no estamos siquiera jugando con los límites de la adolescencia: hablamos de edades entre los ocho y los doce años. Personas que carecen de elementos de raciocinio para decidir sobre la idoneidad de un comportamiento, y que simplemente, entran en una dinámica que les lleva a reforzar elementos cada vez más provocativos, a normalizarlos, a cambio de un nivel de reconocimiento mayor.
Si esto ocurriese en un entorno de niños y para niños, como una app infantil, sería razonable. Nunca he abogado por prohibir los smartphones a los niños, sino más bien por todo lo contrario, por darles la oportunidad desde pequeños de que se acostumbren a su uso habitual.
Sin embargo, esos comportamientos ocurren en un entorno en el que los niños no deberían estar. Se supone que si eres menor de edad, debes tener acceso a una versión “protegida” de TikTok, pero como los menores no quieren tener las limitaciones de esa versión, simplemente declaran tener otra edad, y eso los sitúa en un entorno en el que no solo cualquiera puede ver sus creaciones, sino también comunicarse con ellos, y con nulo control por parte de la compañía. Añade a ese cóctel un sistema de recomendaciones que pone ante los ojos de quienes quieren acceder a vídeos de menores en actitudes provocativas cada vez más vídeos con esas características, y tienes un entorno bastante peligroso.
Las apps norteamericanas, dicen algunos, también se apropian de nuestra información, ¿no? Cierto, pero responden a un entorno legal que conocemos.
En la posible prohibición de TikTok entran muchos elementos: desde un presidente norteamericano profundamente infantil al que le cae mal TikTok porque determinados jóvenes lo usaron para boicotear alguno de sus mítines, hasta las tensiones comerciales entre los Estados Unidos y China por la supremacía en el ámbito digital. Las apps norteamericanas, dicen algunos, también se apropian de nuestra información, ¿no? Cierto, pero responden a un entorno legal que conocemos, y no tienen una cláusula que las obliga a poner esos datos a disposición de su gobierno si decide utilizarlos.
¿Se está exagerando o pecando de tremendismo con TikTok? Tal vez, aunque nunca me he considerado en el lado mojigato y determinados vídeos de menores que veo ahí me resultan bastante poco edificantes. Pero ¿ha hecho TikTok las cosas bien? ¿Ha hecho sus deberes para tranquilizar a quienes la critican? Francamente, no. En absoluto. A partir de ahí, que cada uno haga lo que quiera. O que decida si permite que, en ese entorno que he descrito, sus hijos menores de edad hagan también lo que a ellos les dé la gana.