Ser líder no es un concepto fácil de definir. Según la Real Academia Española es “la persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad”, una definición que creo que es demasiado escasa porque la complejidad de un líder reside sobre todo en sus actos, en la práctica. Cada persona encargada de liderar a otras tiene un estilo y estrategia propia a la hora de dirigir.
Como decía Steve Jobs: “Mi trabajo no es ser complaciente con las personas. Mi trabajo es empujar a estos grandes trabajadores que tenemos y hacerlos aún mejores”.
Los líderes escriben el futuro, estén o no preparados para esa responsabilidad. Lo vemos todos los días en la política, la educación, la ciencia y, cómo no, en el ámbito corporativo. Por eso es tan importante para una empresa encontrar, contratar, retener y desarrollar a las personas adecuadas en sus puestos clave de dirección. Es, quizás, el trabajo más importante para una organización. Los directivos tienen la capacidad de escribir el futuro de la propia organización y de sus stakeholders (accionistas), algo que vienen haciendo ellos mismos o sus análogos, desde la creación de la primera empresa de la historia.
En un mundo en continúa transformación y con desafíos constantes, ¿qué significa ser un buen líder? ¿Qué aptitudes necesitan tener los directivos del futuro? ¿A qué retos se enfrentarán?
Los líderes escriben el futuro, estén o no preparados para esa responsabilidad. Lo vemos todos los días en la política
Según el sector o actividad, el liderazgo cambia, pero si hay valores o rasgos comunes que suelen estar presentes en todos los directivos. Según el Barómetro Badenoch + Clark sobre Managers y Directivos en España, las principales competencias del directivo 5.0 son la confianza (59,4%), el conocimiento de la empresa o el sector en el que opera (56,4%), la comunicación y la gestión de personas (54,5% cada una de ellas), por encima de otras como poder (2,5%).
En el futuro los modelos de liderazgo tradicionales ya no serán válidos, y será necesario que los directivos salgan de su zona de confort y aprendan a estar cómodos en la ambigüedad y la incertidumbre, salir del control para estar en la influencia.
Los futuros líderes deberán ser inspiradores y cercanos a los trabajadores, practicar el Psychological Safety, donde los miembros del equipo se sienten seguros, aceptados y respetados, puedan ser ellos mismos, dar su mejor versión.
Con capacidad comunicativa, transparentes, innovadores y con una visión futura para adaptarse a los cambios. Capaces de resolver conflictos en situaciones complicadas, generosos para proporcionar feedback y generar entornos donde las personas puedan crecer, desarrollarse y que tengan la humildad en el reconocimiento de los éxitos de las personas de sus equipos. Y, al mismo tiempo, ser responsables en importantes decisiones que suponen competencias de gestión y estrategia de negocio.
Hablemos de los principales desafíos a los que se enfrentan los directivos del futuro. Entre los mayores retos a los que tendrán que hacer frente, destacan la gestión del cambio cultural dentro de la organización, así como la optimización de costes y procesos (ambos con un 39,5% de las respuestas), el aumento de la productividad (38,4%) y la definición de la estrategia empresarial e identificar nuevas oportunidades de negocio (31,6%), según el Barómetro Badenoch + Clark.
Sin embargo, la tecnología no les inquieta y los cambios tecnológicos parecen tener menos importancia o ser menos desafiantes de cara al futuro, pues son valorados con mucho menor porcentaje (todos ellos por debajo del 15% de respuestas). El desafío menos importante para los directivos y mandos está en saber enfrentarse a los posibles ciberataques (2,5%).
Se vislumbra un futuro en la alta dirección donde las competencias interpersonales serán clave, y donde la tecnología y digitalización ya estará asentada dando paso a otros retos más estratégicos.
*** Remí Diennet es director de Badenoch + Clark en España del Grupo Adecco.