Casi 84 millones de turistas internacionales visitaron España en 2019, cuyo gasto produjo una rentabilidad de 92.337 millones de euros. Unas cifras que sitúan a nuestro país como el segundo destino mundial en llegadas e ingresos por turismo ese año.
Hablamos por tanto de una industria, la del turismo, que aportó el 12,3% del PIB (dato más actualizado), según datos de la Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas (UNWTO).
La pandemia del Covid-19 provocará en la temporada estival de 2020 un desplome de facturación del sector en la Unión Europea, que estará en torno al 50%, según cálculos de la Comisión Europea (CE).
Unas estimaciones que prevén también pérdidas de un 70% en el caso de turoperadores y agencias de viaje, y de hasta un 80% para aerolíneas y cruceros.
Con este panorama tan sensible para el turismo, el pasado 15 de mayo entraba en vigor una orden cautelar del Ministerio de Sanidad en la que se decía que "las personas procedentes del extranjero deberán guardar cuarentena los 14 días siguientes a su llegada". “Tan sólo podrán salir para hacer la compra o a la farmacia”, rezaba el Boletín Oficial del Estado (BOE) en el que se recogía la medida.
En paralelo, Fernando Grande-Marlaska, Ministro del Interior, anunciaba restricciones de entrada en puertos y aeropuertos para vuelos / embarcaciones con origen en países del Espacio Schengen.
Se trata de dos regulaciones que vienen generando un conflicto notable en el sector, pues sostienen que a un turista no se le puede ‘encapsular’ durante un período tan extenso. Prueba de ello es que el Ejecutivo va a poner fin a esas medidas en las próximas semanas, con el objetivo de reactivar el turismo este verano.
Ahora bien, existen medidas adicionales razonables: las aerolíneas deberán facilitar un formulario de salud pública para localizar a los pasajeros (‘Passenger Location Card’), para ser rellenado por el viajero a su llegada a España.
Las agencias de viaje, turoperadores y compañías de transporte han de informar a los viajeros de las medidas oficiales a implementar por el Ejecutivo, previa venta de billetes con destino a la Península, Islas Baleares y Canarias.
No se trata de poner en tela de juicio las decisiones del Ejecutivo en el contexto de una economía nacional en una situación precaria, sino de buscar soluciones.
Por analogía, contrastemos el escenario nacional con el de la Unión Europea: pese a que la Comisión no cuenta con competencias europeas en los escenarios de Sanidad y de Gestión de Fronteras (ya que supondría violar la soberanía nacional de un Estado), el pasado 13 de mayo se presentaban una Orientaciones estratégicas del Paquete de Turismo y Transporte, reforzadas con unas recomendaciones prácticas tácticamente abordadas por tres Comisarios.
Se ejecutaba de esta forma una acción estratégica como seguimiento a una hoja de ruta anterior, focalizada en la salida progresiva del confinamiento y los estados de alarma / emergencia de la Unión Europea.
Destacamos la aserción de Ylva Johansson, Comisaria de Interior, sobre la “compleja labor que requiere una apertura gradual de fronteras dentro del espacio Schengen”; apostando por protocolos basados en criterios epidemiológicos, cumpliendo el principio de ‘no discriminación’.
Además, la UE no considera necesario el uso de mascarillas sanitarias en todos los lugares públicos; excepto en el transporte público y salvo para los profesionales sanitarios.
Todo el proceso desarrollado con escrupulosa rigurosidad por la CE; materializado en un manual esbozando medidas cohesivas para coordinar la desescalada ante el verano 2020, copada de incertidumbre y los previsibles efectos devastadores sobre el turismo.
Un marco en el que se instaba también a levantar prohibiciones al turismo de forma gradual, articular ‘corredores verdes’ y desestimando cuarentenas forzosas y/o un pasaporte sanitario impuesto; mediante el cual sólo quienes han desarrollado inmunidad y tengan un análisis médico puedan desplazarse
De hecho, la herramienta de ‘pasaporte de inmunidad’ se traduce en un concepto que valida una identificación de usuarios portadores de anticuerpos al Coronavirus como una garantía de inmunidad hacia los usuarios y su entorno.
Se trata de un mecanismo que da por hecho una suposición que ya se ha demostrado que es un completo sofisma… ¿Bajo qué parámetros epidemiológicos un portador del virus desarrolla inmunidad?
Se ha confirmado que pacientes, aparentemente recuperados de la infección, son dados de alta por tener niveles muy bajos del virus, pero siguen propensos a un nuevo contagio y son hospitalizados nuevamente.
Por tanto, insistimos en que es incoherente emitir un ‘certificado libre de riesgos’ y, más aún, garantizando una cierta laxitud en la actitud del titular de éste en cuanto a ignorar consejos de salud pública, aumentando ostensiblemente riesgos de transmisión para la ciudadanía.
Dando un paso hacia adelante en nuestro análisis esencial, surge una reflexión objetiva al cotejar el marco nacional y el paneuropeo. La medida de cuarentena inicialmente propuesta por el Gobierno puede resultar asimétrica con respecto a otros Estados de la UE y tendría un efecto de rechazo hacia nuestro turismo e, incluso, podría generar efectos secundarios de carácter diplomático con Estados del Espacio Schengen.
Además, es lógico pensar que las cuarentenas a turistas no suponen una solución sostenible y producen desequilibrios de proporcionalidad cuando se trata de Estados con fronteras comunes, como Francia y Portugal, en situación epidemiológica similar y que han aplicado medidas de confinamiento o distanciamiento social equivalentes a las de España.
En la tabla inferior podemos observar las tres fases propuestas en la hoja de ruta de la CE. El proceso evolutivo debe de ser cauteloso y flexible, clarifican, permitiendo el retroceso si fuera necesario.
Coincidimos con el Comité de Expertos comunitario que ha diseñado la propuesta, al asegurar que la coordinación entre países y un enfoque común en materia sanitaria será fundamental para restaurar la confianza de los turistas y recuperar progresivamente el el sector turístico.
Ahora bien, contribuiríamos a minimizar costes para los Estados de destino si se solicita en el país de origen un test PCR, que evalúa la presencia de SARS-CoV-2 porque detecta el fragmento del material genético propio del virus: por tanto, su presencia en el organismo.
A continuación, mostramos una tabla sinóptica de posibles medidas para controlar brotes de enfermedades en ambos sectores; extrapolable a una gestión humanitaria con migración y refugiados.
Medidas que fomentarían, a su vez, un marco de colaboración transversal con agencias de Naciones Unidas como OIM, ACNUR y UNODC y agencias de la UE como EASO, FRONTEX y Europol.
Finalmente, en este inicio de década distópica, la resiliencia y el uso de nuevas tecnologías deben prevalecer, integrando la gestión de datos inteligentes y nuevas apps (Big Data, IoT, 5G, cartografía digitalizada, etc.) para la trazabilidad de turistas con un perfil potencial de riesgo; geolocalización de puntos críticos emergentes; mecanismos de autodiagnóstico del Covid-19; análisis de distancia social en poblaciones o plataformas de previsibilidad,agregando ‘inteligencia de movilidad real’.
La innovadora y actual revolución tecnológica nos consolida para comprender la pandemia desde una perspectiva espacio-temporal con datos veraces recopilados.
El análisis de datos agrega información en tiempo real a una dinámica que recuperaremos de ‘nueva realidad’; aparentemente inverosímil pero que se impondrá en un futuro inmediato y vertiginoso.
*** Christopher Óscar de Andrés ha sido Asesor de la UE en el desarrollo de una Estrategia de Gestión de Crisis(COVID-19) para la recuperación del Sector Turístico.