Durante los últimos meses, se oye de nuevo la palabra “recesión”. Lo más importante es que la probabilidad de enfrentar una recesión económica es muy reducida. De hecho, de las tres circunstancias que favorecen una recesión (una deuda privada elevada, un elevado coste de esta y un crecimiento económico insosteniblemente rápido), solo podría estar cumpliéndose una: el elevado volumen de la deuda pública.

Pero es más, de los cuatro detonantes necesarios para activar una recesión (un consumo excesivo, una inversión disparada, una subida agresiva de los salarios o unos precios inmobiliarios excesivos), solo identificamos uno como hipotéticamente probable: el alza en el precio de la vivienda. Por tanto, si no coinciden las circunstacias y tampoco lo hacen los detonantes, la probabilidad de una recesión es reducida. Somos conscientes de que es imposible anticipar una recesión, pero lo que sí es posible es reaccionar a tiempo cuando se produce. De ahí la importancia de la monitorización.

"Lo más probable es que las bolsas suban por cuatro motivos sólidos: la liquidez, los tipos de interés, los beneficios empresariales y la inercia del ciclo económico global"

Aunque no pensamos que nos encontremos ante una recesión económica, sí es cierto que los riesgos se mueven al alza. Entre ellos destacaríamos: la guerra comercial entre China y Estados Unidos (EE UU), la evolución del Brexit, la pérdida de vigor del ciclo económico europeo y la demografía. En el primero, las perspectivas sobre las negociaciones chino-americanas han mejorado. En el caso del Brexit, a pesar de que atravesemos el momento más oscuro, su desenlace final no será destructivo. Las que más preocupan son el ciclo de la economía europea, que se ha convertido en el frente más vulnerable, y la demografía adversa, que se consolida como la amenaza estructural más grave para la sostenibilidad de la expansión económica.

¿Qué pasará con la bolsa?

En este entorno, lo más probable es que las bolsas tengan un comportamiento alcista, aunque no explosivamente. Esto es así por cuatro argumentos sólidos: la liquidez disponible en los mercados, los tipos de interés, los beneficios empresariales y la inercia del ciclo económico global. 

La liquidez introducida por los bancos centrales y la generada por la expansión económica global siguen presionando al alza los precios de los activos. Incluso la Fed dejará de drenar liquidez porque considera que en septiembre la dimensión de su balance ya será adecuada (aproximadamente unos 3,5 billones de dólares frente a los 4 billones actuales y el máximo de 4,5 billones). Y tampoco parece que vaya a volver a subir los tipos. En realidad, ningún banco central de primera línea subirá tipos durante 2019. 

Por el lado de los beneficios empresariales, estos continúan expandiéndose a un ritmo decente. En el caso del S&P 500 las previsiones apuntan a un crecimiento del 9,7% este año. Y pese a todo, el ciclo global mantiene su inercia expansiva, aunque haya perdido energía. Una combinación que solo puede ser alcista para las bolsas como clase de activo y más aún si consideramos el déficit de alternativas de inversión rentables: bonos con rentabilidades extremadamente bajas o incluso negativas, depósitos con baja remuneración y el sector inmobiliario en niveles elevados en algunas zonas.

"Priorizamos bolsa americana y, para los inversores más arriesgados, Brasil e India. Nos mantenemos al margen de Europa y Japón, cuyos potenciales carecen de atractivo"

En definitiva, no esperamos demasiado en las bolsas, pero sí lo suficiente. Por ello, mantenemos una visión muy selectiva, igual que el trimestre previo: priorizamos bolsa americana y, para los inversores que quieran asumir más riesgo, Brasil e India. Nos mantenemos al margen de Europa y Japón, cuyos potenciales carecen de atractivo.

Merece la pena estar expuestos a renta variable, pero con una perspectiva temporal amplia. Nuestras valoraciones actualizadas para los principales índices son algo superiores a las de hace tres meses, excepto en el caso del Nikkei 225, cuyos beneficios esperados carecen de atractivo. 

En el caso del Ibex 35, vemos un potencial aproximado hasta los 9.815 puntos. De alrededor de un 10% para el Euro Stoxx 50 (3.634 puntos) y del 16% para el S&P 500 (3.249 puntos). En el caso del Nikkei 225, la previsión es de un 4%, hasta los 21.862 puntos. Lo suficiente, pero no generoso. 

Todo ello, en un contexto de dólar sólido (1,13/1,20 euros), yen menos débil de lo que debería (124/130 euros) y petróleo más caro de lo que le correspondería (barril Brent a 65/70 dólares) por el probable mantenimiento del recorte de 1,2 millones de barriles/día de producción por parte de la OPEP. 

Una visión que se reflejará en el ajuste de las carteras de Popcoin para el mes de abril, después de un inicio de 2019 marcado por las subidas en los mercados de renta variable. Unas carteras que monitorizamos continuamente desde el Departamento de Análisis de Bankinter y cuya prioridad es proteger el patrimonio de los clientes



* Pilar Aranda, analista de Bankinter para Popcoin

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