La obesidad tiene un gran impacto en la salud de las personas y reduce la esperanza de vida de quien la sufre en 2,6 años. Además, es responsable del 9,7% del gasto sanitario en España.
Así lo ha indicado un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en el que se recoge que el exceso de peso reduce la productividad laboral en el equivalente a 479.000 jornadas anuales.
Uno de cada dos españoles tiene exceso de peso, un 37,6% de los ciudadanos sufre sobrepeso y un 16% de la población presenta obesidad. Unos datos muy similares a la media europea.
El 2,1% del PIB
Estas cifras se traducen en un coste de 25.136 millones de euros anuales en España, el equivalente al 2,1% del PIB. Además, supone un coste de 530 por persona y de mantenerse la tendencia actual "los gastos globales podrían llegar a duplicarse", según la World Obesity Federation.
Los niños españoles entre seis y nueve años se encuentran entre los más obesos de Europa. Aunque hay espacio para el optimismo porque, desde 2011, ha caído en casi cuatro puntos la prevalencia de exceso de peso en los menores. La obesidad infantil es aproximadamente el doble entre los pequeños de familias con menores ingresos en comparación con las de rentas más altas.
Impacto IVA azúcar
Una de las medidas que adoptó el Gobierno para hacer frente a estos datos fue el aumento del IVA de las bebidas azucaradas y adulcoradas, pasando del 10% al 21% en 2021. Esta medida se ha traducido en un aumento medio aproximado del importe por litro de doce céntimos.
El encarecimiento de los refrescos azucarados ha dado lugar a una caída del 13% del consumo en las familias con menor poder adquisitivo. En el 33% de los hogares de nivel económico más bajo, el descenso fue de 10,8 litros por año. El resto de rentas no ha modificado su hábito de consumo, según un estudio de EsadeEcPol.
Mejora de la composición
La mejora de la composición de los alimentos está avanzando en España para conseguir productos con menos sales, azúcares y grasas saturadas. Buena muestra de ello son las patatas fritas que han rebajado un 78% sus grasas saturadas o los refrescos de limón que han disminuido un 27% sus azúcares. Por el contrario, casi el 50% de las mayonesas o el 25% de las cremas incumplieron los objetivos de bajada de sal.
Así se extrae de las conclusiones del plan de colaboración para la mejora de la composición de los alimentos y bebidas del Ministerio de Consumo en el que han participado 300 empresas del sector de la alimentación entre 2016 y 2020. Se han evaluado 180 compromisos tanto en la fabricación, la distribución y la restauración.
Entre la bollería y pastelería se encuentran varios que destacan por tener un alto porcentaje de productos con valores por encima de los objetivos de reducción. Un 27% de los cruasanes analizados no habían rebajado su nivel de azúcar, al igual que un 43% de los pastelitos rellenos con cobertura. Peor ha sido el dato de los pastelitos que sí tienen cobertura: el 80% de los analizados no había cumplido los compromisos.
Otros incumplidores en la reducción de materia grasa han sido las rosquillas con un 50% de los analizados o las rosquillas con coberturas, con un 25%. A pesar de estos productos, la categoría ha conseguido rebajar de media un 4,5% y un 20,3% este nutriente.
Aunque el 25% de las cremas ha incumplido los objetivos de sales, esta categoría ha conseguido rebajarla un 9,3%. En las galletas rellenas, los helados infantiles o el néctar de melocotón también han rozado el 30% de productos incumplidores y, a pesar de ello, han rebajado un 10,1% sus azúcares en el caso de los dos primeros y un 7% en el caso del zumo.
En la categoría de platos preparados, las anillas, las empanadillas o los nuggets son los productos con más porcentaje de incumplidores. El arroz con leche o el flan de vainilla son las categorías con más productos que no han alcanzado los objetivos dentro de los lácteos.
Menos sal y azúcar
La mayor reducción de azúcares se ha dado en los derivados cárnicos y las bebidas refrescantes, con caídas entre el 25% y el 60%. Por el contrario, los categorías que menos han reducido este nutriente han sido los productos lácteos, el pan especial envasado y la bollería y pastelería.
En el caso de la sal, los aperitivos salados, las galletas y los derivados cárnicos han sido los que más han avanzado en el compromiso de reducción. Todo lo opuesto ocurre con las salsas y cremas.
Los aperitivos salados y galletas han destacado por su reducción de la grasa saturada entre un 45% y el 76%, mientras que la bollería, pastelería y platos preparados son los que menos han rebajado este nutriente.