La carrera por alcanzar el liderazgo en la producción de celdas de baterías se ha desatado a nivel mundial. A la competición, que por el momento sólo disputaban China y algunos países asiáticos, pretenden sumarse la Unión Europea y Estados Unidos con estrategias muy diferentes.
Mientras en el Viejo Continente los fabricantes se enfrentan a ingentes requerimientos administrativos para hacerse con ayudas provenientes de los fondos Next Generation, Estados Unidos ha comenzado a repartir miles de millones en un tiempo récord. Un reclamo que está permitiendo al territorio norteamericano recortar la distancia con la que partía de inicio en esta competición comercial.
Y es que, más que nunca para la industria de la automoción, los Estados Unidos se están convirtiendo en la tierra de las oportunidades. La administración de Biden ha anunciado la adjudicación de un préstamo de 2.500 millones de dólares a Ultium Cells, una empresa conjunta entre GM y el fabricante de baterías de Corea del Sur LG Energy Solution.
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Esta ayuda pública se destinará a financiar la construcción de nuevas fábricas de celdas de baterías en Ohio, Tennessee y Michigan. Un movimiento que dotará al país estadounidense de un salto cualitativo y cuantitativo en su capacidad de producir el componente clave de los nuevos vehículos eléctricos.
Fuerte impulso estadounidense
Esta decisión estrena las ayudas enmarcadas en el programa de fabricación de vehículos de tecnología avanzada. Una iniciativa que cuenta con un presupuesto de más de 14.000 millones de dólares que irán destinados a proyectos que abarcarán toda la nueva cadena de suministros de la movilidad eléctrica. Desde los minerales al reciclaje pasando por los componentes clave de esta nueva industria.
La decisión llega en un momento de escala de tensión por la política de subsidios de Estados Unidos. Tras firmar la paz por el conflicto que durante décadas enfrentó a la Unión Europea con el país norteamericano por las ayudas recibidas por la industria aeronáutica, la automoción y otros nuevos negocios dibujan ya un nuevo campo de batalla.
Durante los últimos meses, la Administración Biden ha lanzado una serie de iniciativas que buscan impulsar la adopción de la movilidad eléctrica. Entre las más polémicas destacan aquellas ayudas a la compra que tienen como condicionante que el vehículo haya sido manufacturado en territorio estadounidense.
Estas iniciativas han provocado que desde Europa se disparen las señales de alarma. Desde la Comisión Europea se ha denunciado que las ayudas a las compras de eléctricos en Estados Unidos suponen una distorsión de la competencia respecto a los vehículos fabricados en Europa.
Rigidez comunitaria
La política estadounidense se desmarca de esta manera de la rigidez con la que la Unión Europea está gestionando los fondos Next Generation. En el caso de las ayudas a la automoción, las trabas están siendo muy importantes al limitarse, prácticamente, al ámbito de la I+D.
Estos condicionantes han provocado que una parte importante de los proyectos que los fabricantes presentaron en España al PERTE del vehículo eléctrico y conectado hayan visto como una importante parte de las actividades necesarias para desarrollar proyectos de electrificación no pudieran recibir fondos del Plan de Recuperación.
Ahora, además de España, varios países están demandando a la Comisión Europea flexibilizar los requerimientos de los Next Generation tanto en tiempo como en forma. El objetivo es poder adecuar las ayudas a las necesidades que las empresas han mostrado al presentarse a los proyectos puestos en marcha en diferentes estados.
Pese a la reticencia inicial, la Comisión Europea comienza a dar signos de aflojar en sus posicionamientos. En este sentido, la actitud de Estados Unidos está siendo clave para que desde Bruselas se entienda que el nivel de ayudas de otros territorios están siendo mucho más importantes lo que está dando cierta ventaja competitiva a los fabricantes con presencia fuera de la Unión Europea.
Liderazgo chino
Sea como fuere, las iniciativas puestas en marcha en Estados Unidos y Europa tienen un claro objetivo: disputar el actual liderazgo de China en la fabricación de celdas de baterías. Y es que los 10 principales productores mundiales de baterías de litio para vehículos eléctricos son asiáticos.
En concreto, las empresas chinas representan el 56% del mercado de celdas para baterías para vehículos eléctricos, seguidas de las empresas coreanas, que llegan al 26%, y a los fabricantes japoneses, que alcanzan el 10%.
Volkswagen ha desplegado el plan más importante en Europa. Los planes del grupo alemán pasan por poner en marcha seis gigafactorías que sean capaces de suministrar los componentes necesarios para asegurar la producción de vehículos eléctricos en sus plantas europeas sin depender de terceros.
En el caso estadounidense, GM se está destacando como la compañía con más ambición en este mercado. Con una salvedad: en su caso el proyecto va de la mano del fabricante asiático LG. Así las cosas, los próximos meses serán claves para dirimir las ayudas con las que los principales fabricantes del mundo disputan una carrera que promete marcar el futuro de una de las industrias con más impacto en la economía mundial.