Imagen de la sede de Netflix.

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Observatorio digital

Cómo la cultura de Netflix ha revolucionado la industria del entretenimiento

Yih-Teen Lee
Publicada

En 1997, Netflix era simplemente una empresa que alquilaba DVD, conocida por sus famosos sobres de color rojo brillante que llenaban los buzones de sus clientes.

Hoy, con más de 250 millones de suscriptores en todo el mundo – y ya sin ningún sobre – Netflix ha encabezado la revolución del streaming, transformando la manera en que consumimos el cine y la televisión y cambiando la industria por completo.

Y, ante eso, muchos se han hecho (y nos han hecho) la misma pregunta: ¿Cómo lo ha conseguido?

Si le preguntamos al propio fundador, Reed Hastings, él aducirá la peculiar cultura de Netflix.

Uno de los pilares fundamentales de esta cultura es la ausencia de políticas formales, como las de vacaciones o gastos, o una estructura jerárquica de toma de decisiones.

Uno de los pilares fundamentales de esta cultura es la ausencia de políticas formales, como las de vacaciones o gastos

En lugar de limitar a los empleados con un montón de reglas y procedimientos, Netflix confía en que gestionen su propio tiempo y tomen todas las decisiones que consideren importantes sin pedir permiso a nadie (aunque sí consejo).

¿Y toda esta libertad no puede llevar al caos? En realidad, la ausencia de reglas no significa falta de responsabilidad. Al contrario, en Netflix, los estándares de rendimiento son extremadamente altos.

La empresa se concibe a sí misma como un equipo deportivo de alto rendimiento, donde siempre se busca tener a los mejores en cada posición.

Por eso, aquellos que no cumplen con las expectativas son rápidamente despedidos con una generosa indemnización.

Este enfoque asegura que solo los empleados más capacitados y alineados con la cultura de la empresa permanecen en el equipo.

Y encajar en la cultura de Netflix no es fácil. En su libro Aquí No Hay Reglas, Reed Hastings relata cómo un nuevo director, en su primer día, se sintió profundamente ofendido cuando un empleado lo corrigió públicamente en una reunión. "¿Quién se cree que es?", pensó.

Pero este tipo de interacción es parte de la cultura de absoluta transparencia que define a Netflix. En la empresa, se espera que antes de tomar una decisión se escuche a todos los que puedan aportar algo relevante, y que los empleados expresen su opinión de manera abierta y directa.

Incluso cuando se cometen errores, el responsable debe reconocerlos públicamente y analizar las razones que llevaron a ese fallo.

Estimular la creatividad

Toda esta libertad de acción no solo está orientada a aumentar el bienestar de los empleados y su satisfacción laboral con una motivación intrínseca máxima, sino que tiene un segundo propósito claro: estimular la creatividad, la innovación y la capacidad de respuesta, elementos cruciales en una industria en constante cambio.

En lugar de imponer procesos o una supervisión rígida, los directivos de Netflix guían a sus empleados a través de lo que llaman "contexto": una visión clara de los objetivos de la empresa, su situación actual y la del mercado.

Con esta información, se espera que los empleados tomen decisiones por sí mismos, siempre alineadas con los intereses de Netflix. Este enfoque les otorga mayor autonomía, confiando en que están lo suficientemente capacitados para actuar de manera que beneficie a la compañía.

Muchas veces, cuando mis alumnos debaten la peculiar cultura de Netflix, la reacción es la misma: "esto jamás funcionaría en mi empresa". “si hacemos eso sería un caos”. Y puede ser cierto, la cultura de Netflix no está diseñada para todos, está pensada para Netflix. 

Este es, con seguridad, el principal aprendizaje: cada empresa debe desarrollar una cultura que se ajuste a su identidad, mercado, necesidades y metas específicas.

Netflix ha demostrado que una cultura organizacional coherente y bien diseñada no solo motiva a los empleados, sino que puede convertirse en una poderosa ventaja competitiva. Así pues, ¿cuál es la mejor cultura para tu organización?

*** Yih-Teen Lee es profesor del IESE.