Elon Musk ya puede incorporar a su curriculum el puesto de "magnate de las redes sociales" o de "Jefe Tuit" como se autodenomina ahora en su red social. En la madrugada del viernes cerraba la compra de Twitter por 44.000 millones de euros y tomaba posesión de la compañía anunciando un drástico recorte de personal en los próximos meses y más "democracia".
No sólo eso. Mientras se firmaba el acuerdo de venta, el presidente ejecutivo de Twitter, Parag Agrawal y el director financiero, Ned Segal eran despedidos y escoltados fuera de la sede de la compañía en San Francisco, según Reuters
¿El motivo? Haber tratado de engañar al multimillonario propietario de Tesla con el número de cuentas falsas que hay en la plataforma. Ambos podrían llevarse una indemnización superior a los 100 millones de dólares, según el WSJ.
Horas más tarde, y tras su primer encuentro con parte de los empleados, era despedida la jefa de políticas y asuntos legales Viajaya Gadde. Ella fue quien tomó la decisión de cerrar algunas cuentas de políticos envueltos en polémicas, entre ellas la de Donald Trump. Un usuario que podría volver en breve a tuitear, ya que la intención de Musk es reabrir su perfil, tal y como reconocía hace unas semanas en una entrevista en el Financial Times.
De hecho, en algunos medios anglosajones ya se hacen quinielas sobre las cuentas que podría reactivar la nueva administraciónd e Twitter. Además de la de Trump, están también la de su exasesor Steve Bannon o la de la congresista republicana, Marjorie Taylor. Todo ello en nombre de la "democracia y la libertad de expresión".
El propio Trump ha reaccionado al cambio de propiedad de Twitter. Lo ha hecho en la red social que creó días después de ser baneado en la del pájaro azul: “Estoy muy feliz de que Twitter ahora esté en buenas manos. Twitter necesitaba trabajar duro para deshacerse de todos los bots y cuentas falsas que la han dañado tanto”. Eso sí, según el WSJ no se plantea, por ahora, volver a ella.
Musk cree que la mejor forma de que en Twitter reine la paz y la armonía es devolver la libertad de expresión a la plataforma. Eso sí, cumpliendo con la ley y asegurándose de que "no se convierta en un infierno en el que cada uno puede decir lo que quiera sin que tenga consecuencias". Así lo decía en una misiva enviada a los anunciantes el pasado jueves en el que aseguraba que cumpliría con las leyes de cada país.
Las políticas de moderación van a sufrir grandes cambios en los próximos meses. Lo ha anunciado en un tuit este viernes, aunque ha insistido en que todavía tardará tiempo en llevarse a cabo un cambio. ¿Su intención? Crear un consejo que decida de qué manera debe hacerse el control del contenido en la plataforma. Un movimiento que muchos analistas interpretan como un guiño a los anunciantes.
Por ahora no se sabe quién va a liderar la red social, aunque Bloomberg asegura que Musk tiene intención de convertirse en CEO interino. Además, parece que planea incorporar a la junta directiva a la presentadora Oprah Winfrey y, por si fuera poco, la compañía dejará de cotizar el próximo 8 de noviembre.
El hecho de que Twitter ahora sea una empresa estrictamente privada y alejada de la cotización de bolsa lleva a algunos analistas a pensar que la red social arriesgará más a la hora de buscar nuevos modelos de ingresos. Sin embargo, los planes de futuro siguen siendo un misterio sin resolver.
De momento ha prohibido a los ingenieros de Twitter cambiar el código de la plataforma para evitar que nada cambie durante la transición. Además, ha organizado reuniones entre los miembros de la red social y sus hombres de confianza en Tesla para tratar de entender el producto y asegurarse de que nada escapa a su control en uno de los puntos más sensibles de la operación.
Lo que parece claro es que tras invertir 44.000 millones de dólares y pedir varios préstamos, Musk tendrá que hacer todo lo posible para rentabilizar la plataforma. Y eso que, según sus palabras, su objetivo no es ganar dinero.
El modelo comercial es lo primero que podría sufrir cambios. Quizá alejándose del modelo de publicidad pura y dura para hacer un mayor énfasis en las suscripciones. Un giro radical dado que el 90% de los ingresos de Twitter el último trimestre vinieron, precisamente, de la publicidad.
Además se ha fijado como objetivo llegar a los 1.000 millones de usuarios en todo el mundo en una década. Un objetivo complejo dado que en estos momentos ostenta 247 millones de usuarios activos al día, una cifra que lleva años estancada.