Aunque el uso del 5G es todavía bastante residual en la gran mayoría de los países del mundo, e incluso un servicio inexistente en muchos de ellos, las grandes potencias mundiales y las principales empresas del sector tecnológico ya están trabajando en las bases de lo que se convertirá en la siguiente generación de la tecnología móvil, el 6G.
Y es que el desarrollo tecnológico se ha convertido en los últimos tiempos en una cuestión geopolítica, en la que todos los países quieren liderar la carrera digital. Buena prueba de ello han sido las confrontaciones mantenidas entre China y Estados Unidos en torno al 5G, que se consumó con el veto a Huawei en el país norteamericano.
Con el 6G todavía las fases previas de estandarización y de investigación puramente experimental, ahora es el momento en el que los países tienen que asumir una posición de liderazgo para evitar ser un mero espectador en el desarrollo futuro de los avances tecnológicos.
Por ello, no es de extrañar que Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur o la Unión Europea (UE), al igual que compañías como Samsung, Nokia, Huawei, LG o Ericsson, hayan puesto en marcha iniciativas de investigación y desarrollo (I+D) sobre tecnologías 6G. Todo ello con la vista puesta a 2030, fecha aproximada en la que se espera que surjan los primeros productos e infraestructuras.
Por ejemplo, en Estados Unidos, la Alianza para Soluciones de la Industria de Telecomunicaciones (ATIS, por sus siglas en inglés) creó hace más de un año Next G Alliance, formada por las principales operadoras y compañías tecnológicas para "promocionar el liderazgo de Estados Unidos en la senda del 6G".
No es la única iniciativa puesta en marcha en el país en torno a la sexta generación de la telefonía móvil. Así, Estados Unidos acordó en abril con Japón invertir conjuntamente 4.500 millones de dólares (unos 3.970 millones de euros) para el desarrollo de 6G y ATIS selló recientemente un acuerdo con la organización 5G Forum de Corea del Sur para colaborar en este campo.
Precisamente ambos países, Japón y Corea, han anunciado en los últimos tiempos inversiones millonarias para investigar la siguiente generación. Al igual que China, que a finales de 2020 creo grupos de trabajo dedicados a este fin e incluso afirma haber lanzado el primer satélite 6G del mundo al espacio.
La apuesta europea
Europa tampoco quiere quedarse atrás en esta carrera. A principios de este año se lanzó el proyecto europeo Hexa-X, coordinado por Nokia, que tiene como objetivo impulsar desde el Viejo Continente el desarrollo de las tecnologías que constituirán el 6G.
En el proyecto también participan otras compañías como Ericsson y Siemens, los operadores Telefónica, Orange y Telecom Italia, y las Universidades Carlos III de Madrid, Aalto University (Finlandia) y las Politécnicas de Pisa y Turín (Italia).
Pero dentro de Europa también hay que destacar la apuesta que se está haciendo por empezar a investigar el 6G en países concretos. Es el caso de Alemania, que prevé invertir en este fin unos 700 millones de euros hasta 2025 y ha abierto centros de investigación en Dresden y Múnich. También Finlandia, que firmó un acuerdo con Japón en este campo.
E incluso España ya está apostando por el 6G. El pasado mes de noviembre el Gobierno anunció que invertiría 95 millones de euros para impulsar la investigación del 5G avanzado y 6G. Los beneficiarios son 13 centros, fundaciones públicas de investigación y universidades públicas españolas, en los que se van a desarrollar hasta 115 proyectos.
Desarrollo del 5G
El desarrollo de las nuevas tecnologías móviles no es algo que surja de la noche a la mañana. Antes de que pudiéramos ver en un teléfono móvil el logo del 4G o del 5G han pasado años de investigación, innovación y, sobre todo, negociaciones para definir unos estándares mundiales que permitan la interoperabilidad de los dispositivos y las redes.
Pese a ello, se hace raro escuchar a Gobiernos y empresas hablar de 6G cuando su predecesor, el 5G, sigue siguiendo en la gran mayoría de países una tecnología reservada a unos pocos. Aún así, las previsiones auguran un avance imparable en el corto plazo, que la convertirán la tecnología móvil que más rápido se despliegue de todas las generaciones hasta la fecha.
Pero de momento, en España, según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el tráfico que se transmitió por redes 5G en el segundo trimestre de 2021 fue de 2.420 terabytes, lo que representa tan sólo un 0,22% del total registrado en este periodo por todas las tecnologías móviles (3G, 4G y 5G).
En este país, los cuatro principales operadores (Telefónica, Orange, Vodafone y MásMóvil) ya ofrecen servicios de 5G a sus clientes en un amplio número de localidades. Una tendencia común en las principales economías del mundo, pero que en otras regiones todavía no se ha convertido en realidad.
Según los últimos datos de la Asociación Global de Proveedores de Dispositivos Móviles (GSA), en diciembre de 2021, un total de 74 países o territorios de todo el mundo ya contaban con al menos una red 5G comercial. Esto significa que todavía hay alrededor de un 60% en los que no es posible conectarse a una red de quinta generación.
Por operadores, las compañías que han lanzado uno o más servicios 5G en estos 74 países asciende ya a 189, lo que supone un 40% más que los 135 de hace un año. La GSA espera que esta cifra supere los 200 en el primer trimestre de 2022.
Asimismo, la organización que representa a las empresas del sector de las comunicaciones móviles estima que 481 operadores de 144 países ya están invirtiendo en 5G, frente a los 412 de finales de 2020, un dato que anticipa un despliegue masivo de la quinta generación móvil en el corto plazo.