El miedo al coronavirus y su impacto sobre la economía ha desatado entre los inversores una ‘fiebre del oro’ desconocida desde hace tiempo. La búsqueda de refugio para los ahorros y las medidas de confinamiento han resultado en una insólita demanda de lingotes y monedas ‘online’ que llega a sextuplicar las cifras del año pasado.
Los expertos coinciden en que la combinación del pánico inversor y el cierre de los establecimientos físicos están detrás de este salto en vertical de la demanda. De una parte, los inversores quieren estar en activos de la máxima liquidez y, por otra, quieren estar a salvo de cualquier eventual medida de liquidez extrema que pudieran tomar los bancos centrales y provocar un brusco movimiento en el mercado de divisas.
Esta es la descripción en la que el oro casa a la perfección como activo refugio, si bien por problemas de cobertura de carteras los derivados sobre el metal vienen dejando un comportamiento errático en las últimas sesiones. En este sentido, el portavoz de eToro en España, Javier Molina, comenta que según se prolonga la incertidumbre sobre qué profundidad tendrá esta crisis, “la seguridad está en tener el dinero en el bolsillo”. En el caso del oro, esto supone lingotes, barras y monedas.
Ventas disparadas
Los números que baraja Degussa, uno de los principales comercializadores europeos de oro físico de inversión, confirman esta situación. Con respecto al año pasado, este recién terminado marzo ha multiplicado por un 150% su volumen de negocio. Pero eso no es todo, solo a través de su tienda online, que ha seguido operativa tras las medidas de confinamiento adoptadas en los diferentes países, el incremento ha sido del 536%.
En otras palabras, el mostrador ‘online’ de Degussa ha vendido más de seis veces por encima de lo facturado en marzo de 2019. Entonces nadie preveía la actual pandemia y eran pocos los que vaticinaban el impacto que solo unos meses después tendría sobre los mercados el estallido de la guerra comercial desatada entre China y EEUU. Pero los números de la firma de origen alemán no son, ni mucho menos, un hecho aislado en el sector.
Desde Andorrano Joyería, uno de los puntos de distribución de oro en España más importantes por volumen y emblemáticos por trayectoria, corroboran esta fiebre. A falta de poder contar con los números definitivos sobre la mesa, un portavoz de la histórica casa barcelonesa explica que “como mínimo las ventas se habrán triplicado en las últimas semanas”. Ya a finales del mes pasado explicaban que tenían “todo vendido”, incluso piezas que estaban en camino hacia sus cajas fuertes.
El apetito por el oro está tan desatado que en la joyería han aprovechado para lanzar una subasta en la que algunos lotes están compuestos por “productos que en condiciones normales no tienen tanta salida”, como algunas monedas que han sido circuladas o lingotes sin certificado anejo, según explica un portavoz de la Andorrano. De hecho, la composición de algunos lotes es lo que diferencia esta subasta de las que el establecimiento acostumbra a celebrar periódicamente, si bien los productos cuentan con la garantía de la casa en cuanto a calidades y pureza.
Piezas más allá de lo habitual
La disposición de los inversores a hacerse con piezas fuera del circuito habitual, además de por la escasez, se explica por la llegada de pequeños patrimonios que también buscan refugio en el metal brillante. El director de Degussa, Tomás Epeldegui, explica que “en el último mes ha habido una mayor demanda de lingotes más pequeños, como los de 20 gramos”. Algo que no debería extrañar mucho si se tiene en cuenta que, como avisan desde Barcelona, “no hay casi género disponible para entregas”.
Algunos intermediadores del sector apuntan a otro factor derivado del confinamiento como origen de esta escasez. Más allá del cierre de minas y refinerías que se está extendiendo por todo el mundo, señalan que el cierre de establecimientos físicos y casas de empeños ha retirado de circulación todo este oro físico que, bien fuera en pequeñas piezas, volvía al mercado.
Sin posibilidad de empeños
Además, consideran que esta vía de retorno al mercado podría ser considerable en la actualidad. Quizá más en los próximos meses si se considera la cantidad de población que puede tener problemas de liquidez por cierre de negocios propios, despidos o reducción de sueldo. Aunque hay vías para desprenderse de oro físico sin salir de casa, el temor a caer en un timo o recibir una compensación menos adecuada que en situaciones de mayor holgura económica también coarta el potencial de esta posibilidad.
Este escenario se suma al ya señalado de cierre de refinerías. El analista Diego Morín, de IG, señala que, por si fuera poco, el miedo ante el “riesgo inminente del cierre en parte de la industria americana” es cada vez más evidente ante el avance de las medidas para intentar contener el coronavirus en la mayor economía del mundo. Y, de momento, ya han echado el cierre las refinerías suizas, la principal de Canadá y las rutas comerciales desde Londres se complican por el endurecimiento de fronteras.
Más confinamiento a la vista
Mientras que a los empleados de Andorrano Joyería esta situación de confinamiento les ha ayudado a volcarse más en la elaboración del catálogo de la subasta que abrieron el jueves pasado y se cerrará el próximo martes, así como en atender más a su buen desarrollo, los ciudadanos disponen de más tiempo para husmear por Internet dónde poner sus ahorros.
Si a eso se le añade que, el estado de alarma acaba de prorrogarse hasta el 26 de abril y que, según un estudio de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el comercio electrónico ha crecido más de un 23% en el último trimestre solo en España, todo apunta a que las cifras del oro podrían seguir engordando en las próximas semanas.