Una de las personas más sabias que conozco y que más saben de gestionar inversiones, me dijo recientemente: “Invertir es una de las dos actividades profesionales en las que se trabaja con el futuro. La otra es la de vidente”.
El problema es que, invirtiendo, las cartas, las bolas de cristal o los posos de café no existen. Aunque algunos piensan que sí y buscan las cartas en algún comentario de alguien cercano; las bolas de cristal en el último informe económico que han leído y los posos del café en no se qué alineamiento de acontecimientos como si de planetas se trataran.
No podemos saber lo que va a ocurrir mañana. Y creer que podemos ser adivinos nos puede llevar a decisiones equivocadas y muy dañinas para nuestro patrimonio.
Invirtiendo, las cartas, las bolas de cristal o los posos del café no existen
Lo que sí deberíamos hacer es analizar qué podría ocurrir en los próximos meses y años y con qué probabilidades, qué está sucediendo hoy y si esto tiene sentido y, sobre ello, tomar decisiones.
Aquí es importante el plural: tomemos varias decisiones sobre varios mercados, instrumentos, sectores... Porque, ¿se imaginan lo que podría suceder si nos enfocamos en un solo elemento o valor convencidos de que algo va a suceder y finalmente eso que estamos esperando no ocurre o tarda en ocurrir?
Podríamos explicar lo que es diversificar como el equilibrio entre la probabilidad de acertar y la probabilidad de errar. Qué decisiones tengo que tomar y qué posiciones debo tener para el caso en el que acierte en mis hipótesis, pero también en el caso en el que no acierte.
Por ejemplo, parece claro que invertir en compañías tecnológicas americanas tiene todo el sentido: por solidez de balance, por ser máquinas de generación de liquidez y porque en un entorno de Covid-19 y post-covid parecen compañías muy beneficiadas.
Parece claro que invertir en compañías tecnológicas americanas tiene todo el sentido
Pero, a su vez, ¿pondríamos todo nuestro patrimonio, que gestionamos a medio o largo plazo, solamente en empresas tecnológicas americanas? Por supuesto que puede salir bien –y en base a los tres puntos anteriores, parece tener sentido-, pero también mal, ya que los riesgos, tanto conocidos como desconocidos, son enormes al poner todos los huevos en la misma cesta.
Y mucho ojo con equivocarnos cesta: no todas las empresas tecnológicas son iguales. Porque no parece que sean lo mismo Netflix o Amazon, con subidas en el entorno del 70% desde inicios de año hasta el 10 de julio, con respecto a Facebook y Google (Alphabet) que no conseguían subir más de un 20% en ese mismo periodo.
Otro ejemplo es el de los bonos de los distintos gobiernos. ¿Quién quiere tener bonos alemanes con un tipo de interés negativo hoy? Como mi única inversión, yo no. Pero como parte de una cartera diversificada, ¡yo sí! Porque, en un entorno de mercado normal y con volatilidades por encima de la media (como el de hoy), el día que mi cartera de renta variable sufra, los bonos de gobierno me pueden ayudar a amortiguar la caída en el conjunto de mi patrimonio.
Por tanto, deberíamos:
+ Reconocer que no existe la bola de cristal.
+ Tomar decisiones basadas en análisis rigurosos y asesoramientos completos.
+ Diversificar para obtener rentabilidades importantes con riesgos medidos.
*** Gonzalo Pradas es director de Openbank Wealth.