El orden mundial del crecimiento cambia a peor
El mapa de las economías maduras de Occidente, aquellas a las que los convencionalistas les gusta llamar desarrolladas, ha girado hacia una dualidad que muestra dos velocidades muy diferenciadas.
Mientras Estados Unidos sigue funcionando a pleno pulmón, los datos de precios volvieron a poner de manifiesto la semana pasada que su fortaleza aleja los fantasmas de un parón económico, dos países confirmaron la sospecha: Japón y Reino Unido ya están en recesión.
De los dos, Reino Unido es el que evidencia una situación estructural más delicada. La economía sigue atascada con temas que van más allá de acumular dos trimestres consecutivos con decrecimiento.
Los consumidores británicos llevan deprimidos los últimos tres años o al menos eso es lo que los índices de confianza indican. Desde el Covid hay una sensación intermitente que impide el relanzamiento que otras geografías sí han demostrado.
Es muy posible que Reino Unido esté atravesando una recesión de balance con los hogares centrados en reducir su nivel de apalancamiento después de que su emblemático mercado de vivienda marcara un punto de inflexión en 2022.
Los consumidores británicos llevan deprimidos los últimos tres años o al menos eso es lo que los índices de confianza indican.
De esto precisamente puede dar clases el mayor conocedor de lo que es un largo y doloroso proceso de saneamiento de balance. Japón da fe de lo que supone si no se toman las medidas necesarias para salir pronto de una trampa tan peligrosa.
Japón ha aprendido a convivir con el término recesión a lo largo de los últimos treinta años desde su devastadora crisis de los 90 y ahora que parecía vivir una situación por fin normalizada -crecimiento con bajo desempleo e inflación moderada- vuelve a la senda del decrecimiento.
Este paso ha supuesto un pequeño varapalo en términos de prestigio pues su PIB se ha visto superado el año pasado por Alemania si bien es un cambio de cromos testimonial pues gran parte de ese relevo en el pódium se ha debido a una buscada devaluación monetaria.
Todos sabemos que la ejemplar y grandiosa industria germana atraviesa un período incierto en el que todo parece tambalearse. Incluida la UE. De hecho, es más que evidente el parón que vive el país teutón desde hace tres trimestres.
Todos sabemos que la ejemplar y grandiosa industria germana atraviesa un período incierto en el que todo parece tambalearse.
Así está el mundo. El crecimiento global parece inevitablemente condicionado a lo que dé de si la economía americana con una vela puesta en lo que pueda pasar en Oriente. China no termina de confirmar si va a necesitar de las viejas recetas de Occidente o va a retomar sus antiguas costumbres intervencionistas.
Todo apunta a una mezcla de ambas cosas, pero lo que es indudable es que o hay un estímulo salvaje o el drenaje chino al crecimiento podría hacer cambiar los papeles. Lo que es incuestionable es que la ecuación del riesgo no puede seguir mirando a la inflación o de lo contrario el mundo entrará en otra peligrosa espiral.