Un 'trader' mirando la cotización en la Bolsa de Fráncfort.

Un 'trader' mirando la cotización en la Bolsa de Fráncfort. DPA / Europa Press

BLUE MONDAYS

Siete años de rendimiento cero para la deuda

13 noviembre, 2023 02:38

El reciente tirón de las bolsas se ha debido casi exclusivamente al hecho de que la deuda ha aflojado la presión que venia imprimiendo en los últimos meses. La relajación del treasury ha sido determinante y esa separación temporal del nivel crítico del 5% ha propiciado un rally en la renta variable.

La mejora del precio (inversa a la caída de rentabilidad) de estas dos últimas semanas no esconde que el mercado de bonos estadounidense lleva 39 meses en caída libre, con diferencia el mercado bajista de bonos más largo de la historia, en el que sólo en los últimos tres años el precio se ha desplomado un 16%, que igualmente es la mayor caída de la historia.

Para entender el alcance conviene señalar que estas pérdidas han borrado las ganancias de los cuatro años anteriores lo que significa que los bonos no han aportado nada en los últimos siete años a la cartera 60/40. Para un inversor de perfil de riesgo moderado que ha diversificado su estructura de cartera en la ponderación más clásica (60% renta variable y 40% deuda), tiene connotaciones muy significativas.

De un lado es muy duro alcanzar un septenio de rendimientos con una contribución cero en la porción invertida en renta fija. Pero todavía lo es más si se tiene en cuenta que este activo es el ancla de una cartera cuando se trata de conjugar el riesgo.

La renta fija debe jugar un papel fundamental en carteras de perfiles aversos al riesgo. La confianza que hoy existe en la renta fija es baja y episodios como los vividos recientemente, con volatilidad y un cambio de dirección tan brusco, exponen lo complicado que es hoy en día construir una cartera diversificada.

La renta fija debe jugar un papel fundamental en carteras de perfiles aversos al riesgo

Volviendo a la cartera 60/40, es cierto que el rendimiento ha venido generado única y exclusivamente por la bolsa gracias a que en esos siete años el S&P 500 reportó un 8,8% anual, propiciando que el rendimiento agregado fuera de un más que digno 5,4%.

Aun pareciendo escasa esa es la rentabilidad a la que un inversor debería aspirar, pero con distinta aportación por cada clase de activo. Y es que tanto la deuda como la bolsa juegan su papel a la hora de explicar la rentabilidad. Lo que no tiene sentido es que la contribución recaiga única y exclusivamente en el activo de mayor riesgo.

La inflación "ha traído" un período algo más optimista para la deuda ahora que los tipos reales son positivos posibilitando que el activo vuelve a ser invertible. El problema viene por lo que pasa en ese otro porcentaje de la cartera cuya fragilidad es evidente y que requiere de una gestión muy activa basada en el rigor de las apuestas y no tanto en las promesas que derivan los rendimientos históricos.

Mirando a futuro, riesgos y rentabilidad tienen una difícil conjugación que hace creer que un 5,4% de rentabilidad sea difícil de alcanzar incluso con la contribución de la renta variable.

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