Galicia, polo de futuro industrial
Alcoa A Coruña y Alcoa San Cibrao, fábrica de Gamesa en As Somozas, fábrica de Vestas en Viveiro o Isowat en Bergondo, cerrando o en proceso de cierre; Navantia Ferrol con nula carga de trabajo (y toda su red de proveedores y contratas cerrando o destruyendo empleo); las térmicas de Meirama y As Pontes, en proceso de cierre (y sus auxiliares, también expulsando trabajadores); la producción de vehículos y toda su cadena de valor, advirtiendo de problemas; el textil, ahondando su desaparición de Galicia; empresas históricas como Pescanova, quebradas.
En los últimos cinco años, Galicia ha perdido miles de empleos de buena calidad y otros miles han estado en el filo de la navaja. Mientras, los dirigentes políticos se tiraban la pelota entre Administraciones y no asumían sus responsabilidades y competencias, y los sindicatos nos llevábamos las manos a la cabeza y peleábamos por salvar lo posible e incluso por buscar caminos alternativos o poner soluciones a la enfermedad, no a los síntomas.
En definitiva, no fueron buenos años 2018, 2019 y 2020 para la industria de Galicia. Los síntomas están claros: cierre de empresas industriales tractoras, fábricas estratégicas, pérdida de empleo.
Es necesario establecer una serie de vínculos entre promotores de proyectos de energías renovables y empresas electrointensivas o con elevada demanda energética.
No obstante, no parecen tan claros los motivos de la enfermedad, aunque los trabajadores (en algunos casos) los vislumbraban entre las nubes de tinta de cúpulas empresariales e institucionales que intentaban tapar el desaguisado. Todos vimos los carteles de "Energía solución" en el conflicto de Alcoa, todos escuchamos la indignación con el cierre de fábricas de componentes eólicos (sector esencial para el futuro), todos hemos visto como algunos referentes industriales se iban diluyendo en el mercado tras décadas de falta de inversión y estulticia.
Todos presenciamos como un referente como la antigua Alcoa A Coruña (después Alu Ibérica) caía en manos de piratas especulativos con intención de lucrarse con los fondos públicos asociados al cierre, aventura que actualmente tiene a cientos de trabajadores sin cobrar sus indemnizaciones, un prometido proyecto industrial de sustitución en el aire y los responsables empresariales fugados o encarcelados.
Desde las organizaciones sindicales, y desde CCOO en particular, nos pusimos manos a la obra.
La solución al problema de los elevados precios de la energía la tenemos bastante clara: es necesario establecer una serie de vínculos entre promotores de proyectos de energías renovables y empresas electrointensivas o con elevada demanda energética.
En este sentido, tuvimos reuniones con promotores, hicimos presión sobre las direcciones empresariales y he ahí está el resultado: Alcoa San Cibrao, pendiente de reapertura en 2026, con sus acuerdos de suministro bilaterales firmados, aprobados muchos de los parques eólicos que necesitará, más de mil empleos industriales directos salvados por bastante tiempo, y la garantía de continuidad de la industria que estructura la economía de la comarca de A Mariña.
En este caso concreto, no debemos olvidar la eficaz y leal colaboración entre Administraciones de distinto signo político, la justicia, los trabajadores/as… Cuando todos nos alineamos, somos capaces de solucionar cualquier cosa. Esto es algo que no deberíamos olvidar nunca. Es más, alguna organización política que está haciendo bandera electoral de la oposición al despliegue eólico, debería hacérselo mirar o plantear alternativas industriales para A Mariña, porque mentir a la ciudadanía no es de recibo.
Por su parte, el cierre de las centrales térmicas implicaba un problema diferente: la necesidad de sustituir infraestructuras obsoletas y dañinas por otras nuevas y que no supusiesen un serio problema medioambiental, al tiempo que debían cumplir con las normativas europeas. Estamos totalmente de acuerdo, pero este ingente trabajo no puede acometerse si implica dejar abandonadas a su suerte a las comarcas del entorno de As Pontes y Cerceda, que sería lo mismo que dar la espalda a unos trabajadores y trabajadoras a quien este país debe gran parte de su desarrollo industrial.
Fueron precisas muchas horas de negociaciones, muchas discusiones, mucho análisis para conseguir una “Transición Justa” de la mano de diferentes Administraciones. En este caso, destacando a la estatal, con el Instituto de Transición Justa a la cabeza, con el cual hemos discutido mucho, pero también hemos llegado a un punto muy prometedor gracias a proyectos que permitirán crear más empleo industrial del que se pierde con el cierre de las centrales térmicas.
La industria asociada a la eólica marina es una solución que tenemos sobre la mesa.
Algunos de ellos están en proceso de implantación, incluso en fases muy avanzadas: fábrica de neumáticos, proyecto de papel tisú, producción de hidrógeno verde en ambas comarcas, centros logísticos asociados a los parques eólicos necesarios para los acuerdos de compraventa de energía (PPA, por sus siglas en inglés) con varias industrias, centro de tratamiento de purines...
Varios de estos proyectos van asociados a unos acuerdos bilaterales (los mencionados PPA) de suministro energético con promotores eólicos, que les garantizarán un suministro energético a buen precio, que irá de la mano de la creación de más empleos vinculados al sector eólico.
El atraso tecnológico de la industria establecida en Galicia hasta ahora es otro de los síntomas detectados o la falta diversificación industrial de comarcas como es el caso de Ferrolterra. En este punto, la industria asociada a la eólica marina es una solución que tenemos sobre la mesa.
Desde 2016, alrededor de 2.000 personas ya trabajan en nuestro país en la fabricación de bases para proyectos eólicos marinos para la exportación. La compra reciente de la fábrica de Gamesa en As Somozas por parte de Nervión Naval Offshore supone un compromiso de futuro con lo más innovador de este sector: las plataformas flotantes, la única tecnología de cimentación posible en Galicia (y de la cual se ha fabricado 11 de las 13 existentes en el mundo) y cuyo despliegue, junto al buen hacer en otros sistemas, convertirá a esta tierra en un referente a nivel mundial en la eólica marina. No podemos permitir que intereses con poca visión de futuro (y anclados al pasado y al atraso secular) nos hagan perder esta oportunidad.
Trabajemos para convertirnos en ese referente, en atraer fábricas de más componentes, en aprovechar el recurso que tenemos para desarrollar nuestro país.
Y muy asociado a esto, tenemos los proyectos de hidrógeno renovable, en los cuales Galicia goza de un potencial enorme porque posee todo lo necesario para su desarrollo: energía de fuentes renovables en abundancia, agua disponible, situación geográfica privilegiada… Cuando hablamos de hidrógeno, también lo hacemos de combustibles sintéticos, que están llamados a ser el futuro de la movilidad naval y de la maquinaria pesada. Galicia, por estar situada frente a uno de los mayores corredores marítimos del mundo, por tener energía renovable de sobra, puede aspirar a convertirse en el gran suministrador de combustible naval de ese corredor.
Por otro lado, a nivel europeo se está trabajando para poner coto a una tremenda limitación que tiene la industria del continente: la fuerte dependencia de materias primas minerales.
Actualmente, menos del 5% de los minerales estratégicos que consume nuestra industria se extrae y refina en el continente. Esto implica una dependencia insoportable que se ha venido traduciendo en ERTE en fábricas de distintos sectores por carencia de semiconductores, tierras raras o diversos componentes eléctricos y electrónicos. Galicia tiene detectados grandes depósitos de al menos catorce de los treinta materiales declarados estratégicos por la UE, y tenemos pendiente un proceso de exploración del subsuelo sobre el cual hay expectativas de que arroje resultados positivos. ¡Pongámonos manos a la obra en la explotación limpia y controlada de nuestros recursos!
Por supuesto, no debemos quedarnos ahí; debemos exigir que estos desarrollos supongan fijación de industria en el territorio, como las plantas de fabricación de cimentaciones (tanto fijas como flotantes), fábricas de electrolizadores, fábricas de componentes para eólica marina, fábricas de cableado eléctrico o fábricas de baterías y generadores.
Debemos exigir inversiones públicas y privadas en I+D+i que se fijen en el territorio, pues el conocimiento es la base del desarrollo industrial y de la perduración de este. El hub de energías del mar y almacenamiento energético, que en un futuro próximo se ubicará en Ferrol, es una clara muestra de colaboración entre la Xunta de Galicia y el Ministerio de Transición Ecológica. Es, así mismo, es un ejemplo que debería repetirse en el futuro, un exponente de trabajo institucional leal por el bien de la población.
El resumen es claro: la política industrial y energética debería ser un foco de colaboración leal entre Administraciones (sea cual fuere su signo político), organizaciones sociales, empresas y personas dedicadas a la investigación. Este modelo funciona, de ahí salen resultados para la ciudadanía. Debemos analizar los recursos que tenemos y aprovecharlos por el bien de nuestra población, pues de ello depende nuestro futuro. La pretensión de obtener beneficios de inversores es legítima, pero no debemos de permitir que estos beneficios se obtengan sin una justa retribución a la sociedad que los acoge y sin un compromiso real con un futuro común.
Galicia debe recibir con los brazos abiertos las inversiones, ofreciendo nuestro apoyo y buscando integrar en nuestro territorio, en nuestra cultura, en nuestro sistema económico a quien venga, pero necesitamos reciprocidad, queremos que cualquiera que venga se sienta parte de Galicia y quiera quedarse, que luche a nuestro lado por un futuro de bienestar en común.
*** Francisco Méndez, responsable de estrategias industriales de CCOO industria de Galicia.