La reunión de emergencia celebrada este miércoles por el Banco Central Europeo (BCE) en respuesta a las turbulencias en el mercado de deuda pública de la eurozona se ha saldado con pocos resultados concretos. El Consejo de Gobierno se ha comprometido únicamente a acelerar la creación de un nuevo instrumento anticrisis para controlar las primas de riesgo de los países más endeudados, como Italia, Grecia o España, pero no ha dado ningún detalle sobre su funcionamiento.
Este nuevo instrumento de compra de deuda ya había sido anunciado por Christine Lagarde hace semanas. La presidenta repitió el pasado jueves que el BCE no tolerará ninguna fragmentación en la eurozona. Sin embargo, sus palabras no sirvieron para calmar a los mercados y en los últimos días se han disparado las primas de riesgo (sobre todo la de Italia), ante la inminente subida de los tipos de interés tras una larga era de estímulos monetarios y dinero barato y en plena crisis por la guerra de Ucrania.
Tras la convocatoria por sorpresa de una reunión urgente del Consejo de Gobierno, los analistas esperaban que el BCE anunciara este miércoles más detalles de este nuevo instrumento anticrisis. Pero del encuentro no ha salido ninguna concreción sobre la dotación o el funcionamiento de esta iniciativa.
"El Consejo de Gobierno ha decidido encomendar a los comités (de expertos) del eurosistema, junto con los servicios del BCE, que aceleren la finalización del diseño de un nuevo instrumento antifragmentación", se limita a señalar el breve comunicado hecho público al término del encuentro. El texto tampoco especifica plazos ni fechas, ni las condiciones que se exigirán a los países beneficiarios.
A la espera de la nueva herramienta anticrisis, el BCE se compromete a ser flexible a la hora de reinvertir los bonos que lleguen a vencimiento del extinto programa de emergencia frente a la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés). Es decir, si es necesario comprará con este dinero más deuda italiana o española (y menos alemana) para evitar que se disparen las primas de riesgo. En total, Fráncfort compró 1,7 billones de deuda con este programa, que concluyó en marzo.
El Consejo de Gobierno admite que "la pandemia ha dejado vulnerabilidades duraderas en la economía de la eurozona que, de hecho, están contribuyendo a la transmisión desigual de la normalización de nuestra política monetaria" en los diferentes Estados miembros. Y reitera su compromiso de "actuar contra la reaparicion de los riesgos de fragmentación".
La reacción de los mercados
Pese a su inconcreción, la intervención verbal del BCE ha tenido como efecto inmediato calmar a los mercados. Tras el comunicado, los intereses exigidos a la deuda europea a largo plazo se han reducido. El interés del bono español a 10 años ha retrocedido hasta el 2,89%, en un movimiento similar al de Italia, que ha cedido hasta el 3,95%.
En la misma línea, la rentabilidad del bono alemán con el mismo vencimiento -considerado de referencia en Europa- ha caído al 1,66%.
Aunque los intereses de los bonos se mantienen en niveles elevados, máximos de 2014, el anuncio del BCE ha servido para reducir ligeramente las tensiones en el mercado secundario de deuda.
Las primas de riesgo también se han relajado. El sobrecoste que España debe asumir para financiarse respecto a Alemania ha bajado en más de 13 puntos básicos, hasta situarse en los 124,35 enteros.
La última reunión de emergencia que celebró el BCE fue el 18 de marzo de 2020, tras el estallido de la Covid-19. Un encuentro que tuvo lugar en la cocina del apartamento de Lagarde en Fráncfot y que acabó con la creación del programa de emergencia contra la pandemia, con una dotación inicial de 750.000 millones de euros que luego se aumentó hasta 1,85 billones.
Compromiso ilimitado
La fase inicial del confinamiento había disparado también las primas de riesgo de Italia y España, pero la actuación contundente del BCE calmó entonces a los mercados de forma duradera. Sin embargo, el fin de la compra de deuda y la cadena de subidas de tipos de interés que decidió la semana pasada el Consejo de Gobierno en respuesta al descontrol de la inflación ha vuelto a desatar las turbulencias en los mercados de deuda pública.
"No toleraremos ninguna fragmentación que dificulte la correcta transmisión de la política monetaria en toda la eurozona. Hemos demostrado en el pasado y demostraremos en el futuro que podemos diseñar el instrumento apropiado para que este riesgo no se materialice", dijo Lagarde ya la semana pasada.
La creciente tensión en los mercados ha obligado a intervenir incluso a la representante alemana en el directorio del BCE, Isabel Schnabel, que se encuentra entre los 'halcones' defensores de acelerar el fin de los estímulos monetarios y adoptar medidas contundentes contra la inflación.
"Nuestro compromiso con el euro es nuestra herramienta antifragmentación. Este compromiso no tiene límites", aseguró Schnabel este martes en un discurso en París en la universidad de la Sorbona, apenas horas antes de la reunión de emergencia del BCE. Una intervención en la que parafraseó las célebres palabras con las que Mario Draghi salvó el euro en 2012.
"Si bien el OMT (el programa anticrisis diseñado por Draghi, que nunca se ha usado) requería una condicionalidad estricta para corregir las vulnerabilidades subyacentes, el riesgo moral fue una preocupación mucho menor cuando llegó la pandemia. Por lo tanto, el diseño del PEPP no incluía condiciones, pero tenía carácter temporal y vinculado a la pandemia", explicaba Schnabel.
"Reaccionaremos ante nuevas emergencias con herramientas existentes o nuevas. Estas herramientas podrían ser de nuevo distintas, con diferentes condiciones, duración y garantías para ajustarse firmemente a nuestro mandato. Pero no puede haber ninguna duda de que, si es necesario y cuando sea necesario, diseñaremos y desplegaremos nuevos instrumentos para asegurar la transmisión de la política monetaria y, por lo tanto, nuestro mandato principal de estabilidad de precios", concluyó.