Un ejemplo de economía conductual: el llamado efecto Tom Sawyer
La teoría económica clásica a veces se olvida de los factores psicológicos. Y no debería.
28 noviembre, 2021 05:30Noticias relacionadas
En muchas ocasiones, en el análisis económico se pasa por alto el factor psicológico. Y no debería ser así, como están demostrando las reacciones de las bolsas a los anuncios de subidas o bajadas de tipos de interés.
En el estudio Tom Sawyer and the Construction of Value, disponible en la web de la Fed de Boston, se explican varios experimentos que se pueden relacionar con la rama de la economía que se llama economía conductual.
La economía conductual o economía del comportamiento es el estudio de cómo los factores psicológicos, sociales o cognitivos afectan las decisiones económicas de los individuos.
Combina la economía con la psicología para estudiar lo que ocurre en los mercados y analizar el comportamiento de las personas, sus limitaciones y los problemas derivados de estas limitaciones. En contraposición con la teoría económica clásica, defiende la irracionalidad de los agentes económicos a la hora de tomar decisiones en finanzas.
Aunque lleva siendo algo muy estudiado en los mercados financieros, no recibió un espaldarazo “oficial” hasta 2017, cuando le fue concedido el Premio Nobel a Richard H. Thaler, uno de los máximos exponentes de esta corriente.
Un experimento
En el estudio citado antes, sale el siguiente experimento: un profesor dice a su clase que leerá un poema durante 15 minutos. Entonces separa a la clase en 2 grupos sin contacto entre ellos y hace las siguientes preguntas a cada grupo:
Grupo 1: “¿Quién está dispuesto a pagar 2 dólares por escucharme?” Grupo 2: “¿Quién estaría dispuesto a que yo le pagara 2 dólares a cambio de escucharme?”
La respuesta que dan es lógica. En el grupo 1 tan sólo un 3% aceptarían pagar esos 2 dólares. En el grupo 2, el 59% está dispuesto a cobrar 2 dólares.
Hasta aquí todo es muy normal, pero el profesor entonces le dice a cada grupo que la audición será gratis y pregunta: "¿Cuántos, sabiendo esta condición de que ni cobro ni pago por escucharme, estáis dispuestos a escuchar la lectura?"
Lo lógico sería que aproximadamente el mismo número de alumnos del grupo 1 que del grupo 2, estuvieran dispuestos a oír el poema pero no es lo que reflejan los resultados.
El 35% de los alumnos del grupo a los que antes se les había pedido dinero por escuchar la lectura, irán a la audición gratuita. Pero tan sólo ¡el 8%! del grupo de los que creían que iban a cobrar está dispuesto.
El efecto Tom Sawyer
En el libro de Mark Twain Las aventuras de Tom Sawyer, a Tom le encargan pintar una valla, algo que él odia hacer. Sin embargo, cuando pasa por allí un tal Ben y se interesa por lo que está haciendo, él hace ver que no puede dejar que nadie le ayude, que tiene miedo a que lo castiguen si no se hace bien.
Al final, no solo Ben, sino muchos más, acaban pintando la valla e incluso pagando a Tom porque les haya dejado hacerlo. De este modo, un mismo acto, dependiendo de cómo se venda, puede provocar tristeza o alegría, perjuicio o beneficio.
A esto le llaman en el estudio efecto Tom Swayer. ¿Y qué pasó en el experimento de la lectura del poema? Que la pregunta inicial había condicionado la mente humana.
Los del grupo 1 tenían un concepto del valor de la lectura del poema muy diferente a los del grupo 2. Para los primeros, la lectura vale más porque pasan de tener que pagar por ella a que sea gratis.
Pero para los segundos es al revés. De cobrar por escuchar el poema a no hacerlo. Así, acceder a él gratis les supone una pérdida de valor en su mente, cuando la lectura debería tener el mismo valor para todos.
Esta valoración diferente que hace el ser humano de un mismo dato dependiendo de la información que nos hayan suministrado antes tiene muchas lecturas aplicables a los mercados financieros.
Esto es especialmente importante cuando sale un dato (sea el IPC o los resultados de Apple), que será considerado bueno o malo más en función de las expectativas que por el valor del dato en sí.
Al estar los mercados tan interrelacionados y disponer todos de los mismos datos proporcionados por los mismos proveedores de información que consultan a los mismos analistas, este efecto, ya archiconocido, puede llevarnos incluso a desconfiar de los consensos previos anteriores a las noticias.
Un ejemplo cercano
Cuando en agosto salieron publicadas las minutas de la Fed, se supo que en la reunión de julio una mayoría de miembros de la Fed apoyaron frenar los estímulos monetarios. La reacción de las bolsas fue a la baja.
Unos días después en Jackson Hole, Powell dijo que era muy pronto para hablar de subida de tipos, que la inflación era transitoria y dejó caer que la reducción de las compras de activos sería a finales de año. Las bolsas reaccionaron al alza.
Al final llegó el día de anunciar la reducción de los estímulos monetarios, hace escasas fechas. Hizo caer a las bolsas en agosto, pero añadió algo que gustó mucho: que no implicaba que fueran a subir los tipos de interés. Y la reacción de las bolsas, que estaban a precios muy superiores a los de agosto, fue irse a máximos históricos.
La misma noticia que cuando se concreta, pasa de ser negativa a positiva. Por supuesto, el efecto Tom Sawyer ocurre en otras muchas facetas de la vida no relacionadas con los mercados financieros, pero... no pondré más ejemplos.