La entrada del Santander en Repsol hasta niveles desconocidos en más de una década anuncia la cercanía de más movimientos de cartera. El hecho de que el 3,6% declarado este lunes por el banco en la energética se construya mayoritariamente a través de derivados anticipa cambios en su mapa accionarial y la eventual dilución de la participación de Sacyr.
Los argumentos que el Santander ha aportado para quitar peso a su irrupción -y de paso dejar claro desde un principio que no se trata de una apuesta corporativa- se han convertido en el mejor aviso a navegantes. Y es que el banco presidido por Ana Botín ha asegurado al supervisor que la posición debe atribuirse a “la operativa con clientes que Banco Santander SA realiza en productos derivados y la cobertura de la misma”.
Aquí es donde Sacyr aparece en escena. Aunque la documentación oficial remitida a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) evita nombrar a la concesionaria, fuentes del mercado le atribuyen directamente instrumentos de cobertura que resultan en un 1,2% del capital de Repsol conforme a lo declarado por la entidad.
Atención a septiembre
En números redondos, estos derivados abarcan 20 millones de acciones de la petrolera, un volumen que se corresponde con el contrato de derivados suscrito por Sacyr en 2016 por un plazo de cinco años hasta su vencimiento. Más en detalle, el Santander explica que se trata de un equity return swap por 6,67 millones de acciones de Repsol con vencimiento el 21 de septiembre de este año y otro por 13,33 millones de títulos más con caducidad el próximo 21 de diciembre.
Esas serán las fechas en las que Sacyr tendrá que decidir qué hacer con su histórica participación en Repsol, de la que sigue siendo primer accionista con una cartera que todavía abarca un 8,2% de sus acciones, según los registros de la CNMV. Un cota que está lejos del 20,01% que la concesionaria llegó a amasar entre los años 2006 y 2011. Y no solo eso, sino que además que podría mermar aún más en función de lo que se decida en los próximos meses.
Manrique vs. Rivero
El actual presidente y consejero delegado de Sacyr, Manuel Manrique, ya se pronunció al respecto en la última junta de accionistas, celebrada el todavía reciente 29 de abril. Entonces se limitó a señalar que la gestión de la participación que ya se ha encargado de adelgazar en varias ocasiones “es activa” y que la decisión final llegaría siempre en función del balance de la compañía conforme se aproximase “el momento del plazo de vencimiento de cada uno de los derivados”.
Todo en el aire, por tanto, en línea con el tono cauto que Manrique ha venido desplegando desde hace tiempo en torno a esta cuestión. Un discurso que en su momento ya chocó de frente a la defensa a ultranza de la inversión en la petrolera que había ejercido su predecesor en el cargo, Luis del Rivero, y que terminó por costarle el puesto en uno de los episodios más convulsos en la historia de la concesionaria.
Mientras Sacyr intenta ganarse el favor de los mercados con su creciente apuesta por las concesiones, en detrimento de la construcción y otras unidades de negocio, son varios los informes de firmas de inversión de primer nivel que en los últimos meses se han pronunciado al respecto. Y en su gran mayoría sugieren al equipo de Manrique que es momento de seguir aflojando posiciones en la petrolera.
Entre los argumentos que esgrimen caben desde los que hacen referencia a los tan predicados factores de sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza (ASG) hasta el coste financiero de los derivados con los que amortigua la volatilidad de los 122,27 millones de acciones de Repsol que todavía reconoce controlar, según los registros del supervisor.
Adelgazar al 3%
Un montante que, según su último informe corporativo, sería incluso menor por abarcar solo un 7,63% del capital de la petrolera. Y todo ello sin olvidar que la compañía se ha marcado el objetivo de sacar de su balance hasta 300 millones de euros de deuda antes de que acabe el año.
A consecuencia de este escenario, la eventual toma de nuevas posiciones del Santander en Repsol podría ser el aviso de que se avecinan más cambios en su mapa accionarial. Y es que, pese al inmovilismo de Sacyr, en el último año ha experimentado la llegada de JP Morgan y Amundi, que respectivamente declaran un 6,86% y un 4,5% de la energética.
Desde los mercados calculan que si estos y otros derivados de vencimiento a corto plazo no se renuevan, el peso de Sacyr en Repsol podría menguar en más de la mitad de su actual posición, hasta quedarse cerca del 3%. Con los swaps señalados ahora, la concesionaria consiguió cubrir el impacto en sus cuentas de desinversiones por debajo de los 12 euros por acción, una cota que ahora se queda a cinco veces su actual cotización.
Política de dividendo
Por otra parte, fuentes financieras aseguran que cerca de un 1,8% de la posición declarada por el Santander se corresponde con posiciones para ir adelantándose a la recompra de acciones y posterior amortización prometida por la petrolera para incrementar la retribución a sus accionistas. Una fórmula que se contempla en su nuevo plan estratégico, en el que apuesta con rotundidad por el dividendo en efectivo acompañado de esta fórmula.
En este sentido, la hoja de ruta de Repsol contempla la recompra de hasta 200 millones de títulos hasta el año 2025. En este sentido, las adquisiciones que ya estaría preparando el Santander podrían alcanzar un máximo de 50 millones de títulos al año a partir del próximo ejercicio 2022.