Uno de los temas principales de febrero ha sido la inflación y la subida de los rendimientos de los bonos soberanos. En el contexto de la recuperación de la actividad económica en buena parte del mundo, así como iniciadas las campañas de vacunación, los precios comenzaron a crecer, algo que procuraban conseguir tanto la Fed como el Banco Central Europeo (BCE).
No obstante, esto ha provocado un rebote en el mercado de renta fija. Para ser más precisos, los bonos americanos a cinco años registraron la subida más fuerte de los últimos 19 años y el T-note a diez años superó el nivel psicológico del 1,5%.
Los miedos a la inflación provocaron ventas de bonos, empujando al alza sus rentabilidades. Incluso las comparecencias de Jerome Powell y Christine Lagarde no pudieron calmar los mercados. La razón es bastante simple: los inversores empiezan a descontar que en 2022-2023 habrá un recorte en la política monetaria expansiva.
los riesgos de inflación a largo plazo están mucho más sesgados al alza de lo que los mercados parecen reconocer
Pero ¿es realmente el caso? De acuerdo con los últimos datos, después del rebote en enero, la inflación de la Eurozona se ha estabilizado en febrero alrededor de un 0,9%. Hace falta recordar que la previa subida fue provocada por la eliminación progresiva de un recorte temporal de impuestos sobre las ventas y la introducción de un esquema de precios de emisiones en Alemania, así como cambio en el peso de la canasta de consumidores, cambio de ventas estacionales, etc.
La estabilización, por el otro lado, se ha debido -entre otras cosas- a leve desaceleración de la comida sin procesar y del precio de los servicios. Sin embargo, se espera que el dato vuelva a crecer en los próximos meses hasta un 2%, permaneciendo alrededor de este nivel durante el resto de 2021, antes de volver a disminuir en 2022 sobre los efectos de base significativos.
Es probable que el aumento del precio del petróleo y cierta recuperación a medida que se suavizan gradualmente las restricciones empujen la inflación hacia el 2%. Aun así, se espera que vuelva a caer significativamente el próximo año a alrededor del 1%. Por lo tanto, de momento es poco probable que la política expansiva del BCE sufra algún cambio importante.
En el caso de EEUU, el reciente aumento de las tasas de interés nos dice que se avecina una recuperación fuerte, mientras que los precios de los bonos implican que la inflación será consistente con el objetivo de la Fed de aumentos anuales del 2% en los precios al consumidor. El único problema está en que, con el incremento de las tasas, los prestamos se encarecen, eso implica que ya no habrá 'dinero gratis'.
De tal manera que el aumento en las tasas de interés se traduce en tasas hipotecarias más altas y más costes en los préstamos corporativos, por lo que el aumento podría quitarle algo de aire a los burbujeantes mercados inmobiliarios y financieros.
De momento, la inflación está cerca de un mínimo de una década y muy por debajo del nivel del 2% que la Fed quiere conseguir. Por el otro lado, las condiciones habituales para el aumento de la inflación (mercados laborales ajustados y expectativas públicas de aumento de los precios) están básicamente ausentes.
Entonces, ¿deberían los mercados entrar en pánico por un aumento de la inflación, así como de las tasas de interés? A corto plazo no. Pero los riesgos de inflación a largo plazo están mucho más sesgados al alza de lo que los mercados o los responsables políticos parecen reconocer.
***Igor Kuchma es analista de Trading View