El alegato más impactante que posiblemente se ha pronunciado nunca contra los bancos, fue escrito por Louis Brandeis a principios del siglo XX en su brillantísima obra 'Other people’s money'.
Minuciosamente documentada y de un atrevimiento espectacular, Brandeis señalaba a los grandes Trust americanos como una suerte de perversión basada en la concentración de tamaño y en la creación de oligopolios con la connivencia de los políticos de la época. Su alegato descargaba en la figura de JP Morgan, la más clara amenaza al sistema económico y político de la época.
Caixabank y Bankia, han anunciado su intención de constituir el mayor banco nacional por activos en lo que es claramente una operación con una justificación no solo económica sino también política. Tal y como Brandeis describía la banca hace justo un siglo.
La idea de que una entidad más grande ha de ser más rentable no solo es una falacia, sino que no se sostiene
La inmensa mayoría de las opiniones que he leído estos días sobre la fusión parten del racional del tamaño, vendiendo la idea de que una entidad más grande ha de ser necesariamente rentable o, al menos, atesorar mayor potencial para generar beneficios.
Esa idea no solo es una falacia sino que además no se sostiene. No hay sector, salvo contadas excepciones, en los que las megafusiones tengan garantías de generación de valor en base al tamaño. Y en la banca, donde la diferenciación es todavía más nimia, aun menos.
La grandeza de un banco no está en el tamaño de su balance ni el beneficio teórico resultante de agregar dos cuentas de resultados. Sin embargo, los bancos siempre han tenido una predilección por el tamaño. El ego de los banqueros ha sido tan peligroso como la búsqueda incesante de volumen. El “tenerlo (el beneficio) más grande” siempre ha imperado en la mentalidad de los banqueros.
Para entender esta argumentación conviene explicar dos cosas: por qué hoy por hoy la fusión de dos bancos en España no es atractiva desde el punto de vista del accionista y la implicación política de una mayor concentración.
El ego de los banqueros ha sido tan peligroso como la búsqueda incesante de volumen
El primer punto tiene una base elemental en los fundamentales de la banca europea. Como analista de bancos que he sido durante mi carrera profesional, de toda la literatura y profusión de datos que publican las entidades solo me interesan dos cosas: la rentabilidad del negocio y el margen de intereses.
Caixabank alcanzó en los últimos doce meses un ROTE del 4,5% en su negocio puramente financiero mientras que Bankia acredita un 2,3%. Un accionista que invierte en bolsa, lo explicaba hace dos semanas, por prudencia exige una rentabilidad adicional a un activo “libre” de riesgo, y esa misma rentabilidad exigida bien podría situarse hoy en torno al 12-10%.
No hay que desarrollar mucho la idea de que invertir en un negocio que, estructuralmente, no genera rentabilidad suficiente para cubrir la rentabilidad exigida, no resulta muy atractivo.
¿Hay posibilidad de que la rentabilidad sea mayor fusionando las dos entidades? Rotundamente, no. No solo es imposible sino que además no depende de ellos. Los bancos hoy viven atrapados en una encrucijada terrible por mor de los tipos de interés negativos. Si la situación económica empeorase y el BCE decidiese dar una vuelta de tuerca en su deprimente política monetaria, asfixiaría el margen financiero de los bancos, hoy totalmente dependientes de la parte comisionista de su negocio.
Si por el contrario, la situación diese un giro de 180 grados y, además de crecimiento, se empezase a ver un atisbo de inflación a medio plazo, el BCE podría virar su política y empezar a generar expectativas de mayores tipos. Los bancos ganarían margen pero sus clientes serían los que empezarían a notar la asfixia del mayor coste financiero que tendrían que asumir. Subiría la mora y lo que se ganase por un mayor margen, se perdería vía mayores provisiones.
La banca europea tiene un vínculo muy estrecho con la política, por lo que esta fusión tiene un sesgo evidente.
España tiene un 44% de paro juvenil, el número de hogares sin ingresos supera los 600.000, lo que supone un ratio de uno de cada cuatro, y el desempleo de larga duración va camino de suponer el 50% del total de parados. Hay más datos sobre desempleo, pero resulta muy deprimente aflorar las miserias laborales de nuestro país.
Este nuevo macro banco será sin duda líder indiscutible de mercado en el país con mayor riesgo de impago, parados y miseria en términos relativos de Europa. No está mal. Quizás esa es la razón que sustenta la segunda cuestión, la política.
De Guindos ha tenido siempre muy buena prensa. Se expresa muy bien, es simpático y habla con sentido común. Pero es político. En mayo de 2002 textualmente dijo “Bankia tendrá todo el capital público que necesite”. Y lo tuvo a fondo perdido porque ese dinero del contribuyente no se va a recuperar. Nueve años después, ya como banco público, seguirá contando con todo el apoyo estatal que necesite. Lo dijo De Guindos de forma muy clara el pasado lunes cuando apremió a las fusiones bancarias por la pandemia.
No hace falta ser un genio para entender que de sus palabras se extrae la urgencia del BCE por evitar una eventual vuelta a niveles de riesgo alcanzados en la GCF, que serían absolutamente letales para Europa. Y es que la banca es un sector regulado y supervisado como no hay otro.
Volviendo al tamaño, hay una perversión tremenda en la idea de grandeza con el Estado de por medio. ¿Es acaso Bankia una entidad más rentable hoy que antes de su nacionalización? Es evidente que no.
Con esto no estoy diciendo, ni mucho menos, que la fusión no tenga sentido. Si hay algo que nunca tuvo sentido es el desproporcionado desarrollo de la banca desde los años ochenta hasta el credit crunch de la GCF que, entre otras cosas, propició el rescate de Bankia.
Demasiado tamaño, incontables riesgos y elevados costes, llevaron a un exceso que acabó con un tercio de la banca española.
El presidente americano W. Wilson dijo en 1911 que “el gran monopolio de este país es el monopolio del dinero”. Básicamente lo que quería expresar es que una gran nación se controla a través de su sistema de crédito.
La banca europea tiene un vínculo muy estrecho con la política, por lo que esta fusión tiene un sesgo evidente. No tiene por qué ser mala, pero que nadie se lleve a engaño y piense que la siguiente fusión (¿BBVA & Sabadell?) coronará otro “éxito” para la banca española.
*** Alberto Roldán es economista y gestor.