Existen dos maneras de enfrentarse a los mercados financieros, invirtiendo o bien especulando. Ya Benjamin Graham nos explicaba en su obra El inversor inteligente acerca de ello en su capítulo discrepancias entre valor y precio.
Si atendemos al sentido literal de la definición inversión, lo que se busca es un rendimiento ya sea capitalizando la inversión a través de los recursos propios de una compañía o bien mediante la rentabilidad del activo en el que hemos invertido sea este mediante un cupón, interés o dividendo.
Personalmente creo que existen muy pocos inversores en los mercados financieros y que en su mayoría optan por el rol de la especulación. Hace unos años sin ir más lejos en un comité de gestores profesionales recuerdo la intervención de la gestora de renta fija de un reputado banco francés, que afirmaba en el evento de manera contundente algo que me marcó, “mientras el BCE siga comprando deuda, estaremos encantados de revendérsela”.
Esisten muy pocos inversores en los mercados financieros
Obvio está que en mi mente estas palabras me hicieron reflexionar y comenté abiertamente que lo que nos pretendía explicar es que el citado banco especularía comprando el bono soberano español en el mercado con la intención de revenderlo más caro a los contribuyentes, puesto que es al fin y al cabo como se financia el BCE (con aportaciones de los estados miembros).
Esta política especulativa que consiste en ganar dinero con la subida de los precios poco tiene que ver con aquella política agresiva que vivimos en 2012, en la que los inversores se refugiaron fuera del bono español por miedo a la quiebra del país.
¿Cuántos dividendos reparte una compañia?:
Todos pensamos en la especulación como un demonio, pero cuando el mercado advierte de que las cosas van mal, entonces el demonio es el mercado. Y disculpen, el mercado no es nadie, ¡el mercado somos todos! Son conductas intervencionistas las que suelen lastrar las economías generando ineficiencias.
El inversor por lo tanto cohabita más en los fondos de capital riesgo o en las propias compañías cotizadas, como por ejemplo lo es Sacyr en Repsol. El inversor busca consolidar el dividendo o las cuentas en su propia cuenta de resultados. El especulador, beneficiarse de la subida de los precios, ¡no hay más!
Esta semana hemos vivido dos grandes eventos en cuanto a la remuneración de los accionistas de Telefónica y Repsol. Dando prueba de los excelentes precios a los que cotiza la bolsa española Repsol ha remunerado a sus accionistas con una rentabilidad del 6% en los precios actuales, mientras que Telefónica lo ha hecho con el 5% en el primero de sus dos pagos anuales.
Estas rentabilidades del 6% y 10% son sustanciales y muy apetecibles. Al fin y al cabo, es complicado obtener una rentabilidad de este calado si vamos a buscar en otros mercados, como por ejemplo el inmobiliario y las rentas de alquiler. Cierto es que los dividendos se reducirán si siguen estas cotizaciones, ¿pero acaso no bajan los precios del alquiler?
En todo caso, los próximos 15 días veremos un fenómeno atípico en las bolsas que es la cotización en el mercado de estos dividendos. Estos dividendos cotizan en bolsa puesto que los inversores pueden optar por convertir el dividendo en acciones nuevas o bien cobrar en efectivo en la primera semana de julio. La cotización del dividendo se debe a que para tener acciones nuevas se necesitan lotes exactos de dividendos, para que de esta manera cuadre el número de dividendos con las acciones totales a suscribir.
De esta manera se permite o bien vender los derechos sobrantes o los que faltan para cuadrar la cifra. En la mesa de negociación de Blackbird nuestros traders nos han pedido consejo sobre la posibilidad de cobrar el dividendo o bien convertirlo en acciones propias.
Pensamos en la especulación como un demonio, pero cuando el mercado va mal es el demonio
Muchos han sido los que han preguntado sobre la posibilidad de especular con los propios derechos, al fin y al cabo los derechos de Repsol han caído en bolsa y la posibilidad de comprar derechos a 0,44€ y cobrarlos vía dividendo a 0,49€ supone un 6% de rentabilidad libre de riesgo y en un plazo máximo de 3 semanas.
Pero más allá de esta curiosa especulación la pregunta clave es la siguiente; ¿convertimos en acciones o cobramos dividendo?. Yo me considero un especulador, principalmente porque me dedico a comprar y vender activos en el mercado y no a vivir de las rentas de los dividendos.
Asumo por lo tanto la semántica de la palabra y acepto que, aunque mal vista hoy en día, la especulación es una profesión que financia a las empresas y aporta liquidez, algo que construye a la economía. Mi rédito consiste en asumir un riesgo en el mercado y que la volatilidad no altere mis planes. Es por ello por lo que trato de buscar en el value investing el sentido económico de la especulación, para entender de manera clara si estoy aceptando un precio barato o caro.
En ambos casos la respuesta es clara y se fundamenta en su potencial de revalorización. Hemos hablado largo y tendido sobre Telefónica en este mismo espacio y seguiremos el hilo ampliando en Repsol la semana que viene. Pero si pienso que las acciones de Telefónica y Repsol cotizan con un sustancial descuento, ¿entonces en qué mejor sitio estará mi capital que en las mismas compañías? Nosotros lo tenemos claro y vamos a reinvertir el dividendo en acciones de Telefónica y de Repsol.
***Marc Ribes es CEO de Blackbird Wealth Management