En este articulo me gustaría ser capaz de resumirles la situación inédita que hemos vivido en los mercados financieros y, del mismo modo, transmitirles las oportunidades y el gran valor que encontramos en los activos de renta fija y en concreto en la renta fija high yield.
Comenzaré describiendo la situación vivida durante las últimas semanas, en la que nos hemos encontrado con unos mercados -tanto en bolsa como en renta fija- extremadamente volátiles.
Así, las caídas de las cotizaciones bursátiles han sido las más abruptas de la historia.
Diferencia de precios
En los activos de renta fija, la situación no ha sido distinta, al situarse la mayor parte de los inversores en el lado de la oferta. En este caso, al ser un mercado de brókeres no estandarizado -al contrario de lo que ocurre en la renta variable- la transparencia en precios ha sido menor.
Así, en estos días recientes, han existido enormes diferencias entre los precios orientativos y los de cierre de las operaciones. Muestra de ello es el hecho de que la diferencia entre el precio de los fondos que replican los índices (ETFs) de renta fija, y el valor teórico de sus carteras, ha mostrado diferencias superiores al 5%.
Esta falta de liquidez se ha visto ampliada porque, tras la Crisis de 2008, los reguladores endurecieron la normativa de los bancos de inversión -compradores tradicionales de activos de renta fija en momentos de pánico-, en cuanto a su capacidad de operar contra su balance con su cartera propia.
A día de hoy, la situación ha mejorado y los mercados van recuperando su normalidad. En gran parte gracias a la intervención de la Reserva Federal de EEUU (FED) y del Banco Central Europeo (BCE), que han actuado como compradores de última instancia. En concreto, la FED ha incluido en su “lista de la compra” a los bonos de alta rentabilidad o high yield de empresas que con grado de inversión antes de la pandemia, lo que sin duda ha tranquilizado al mercado.
Éxito de la FED
Creemos que con esto, la FED está logrando dos objetivos: por un lado, tranquilizar a los mercados y sustituir a los numerosos bancos de inversión como principales compradores; y por otro, invertir a precios “de derribo”; lo que le dará en nuestra opinión pingües beneficios.
Una vez más, Estados Unidos va por delante de los acontecimientos y saca ventaja de ello, como ya ocurrió con las ayudas a las entidades financieras en la crisis de 2008.
Como pueden ver en el gráfico de mercado, la diferencia de rentabilidad de los bonos de alta rentabilidad o high yield, frente a los bonos más seguros –grado de inversión-, ha pasado de estar por debajo de los 300 puntos básicos hasta alcanzar casi los 900, aunque en los últimos días esta diferencia ha bajado hasta poco más del 6%.
Nos gustaría recordar que, en los últimos 20 años, ha habido nueve ocasiones en los que el índice de deuda high yield haya caído más de un 5%. Y siempre ha recuperado estas pérdidas con mayor celeridad que la renta variable, siendo el plazo medio de recuperación de 3,5 meses. Como ejemplo, en la crisis de 2008, este índice tardó poco más de un año en recuperar las pérdidas sufridas.
Otro dato positivo es que las otras veces que los diferenciales de la deuda high yield han alcanzado los 900 puntos básicos, su rentabilidad media a los 12 meses ha sido del 13% y del 25% a los 24 meses.
Esperamos haber sido capaces de explicarles en estas líneas el potencial de revalorización que vemos en esta clase de activo.