Dímelo tú. Esta era la primera respuesta que daban el lunes los analistas en pleno desplome de las bolsas. La pregunta no podía ser otra: ¿Qué está pasando aquí? El Ibex se desplomaba casi 500 puntos, rompía los mínimos del año y marcaba su nivel más bajo desde julio de 2013. ¿Cuál es la explicación a este descenso tan abrupto?
La respuesta fácil y optimista, es que el mercado está en una fase de irracionalidad. Que está sobrerreaccionando a una serie de incertidumbres, pero que la base de la economía y de los beneficios empresariales está ahí para sostener al mercado. En otras palabras, que los fundamentales acabarán triunfando sobre el desplome actual y, al final, volverá la racionalidad. “Veo todas estas caídas como una sobrerreacción desde hace tiempo”, indica Francisco Vidal, analista de Intermoney. "Las bolsas seguirán cayendo, pero acabaremos saliendo de esta situación", indica Felipe López Gálvez, analista de Self Bank.
Sin embargo, muchas de las señales que está mandando el mercado plantean un escenario mucho peor, que no se puede ni se debe ignorar. ¿Qué pasa si la economía global encara una nueva recesión? En este caso, la caída del mercado no sólo tendría sentido, sino que estaría respaldada por unos fundamentales susceptibles de sufrir un fuerte deterioro.
Pocas señales más claras hay que la situación del mercado de renta fija. Entre Europa y Japón hay casi 6 billones de euros en deuda que ofrece rentabilidades negativas. Esto es, que el ahorrador que invierte en este bono está perdiendo dinero. Esta es una excepción completamente anómala y que está reflejando que los mercados ven una economía que tardará mucho tiempo en recuperarse. Tanto como que el bono alemán con vencimiento a 10 años ofrece un retorno anual del 0,22%, una cifra casi ridícula que desaparecería por completo a poco que subiese la inflación en este periodo.
Muchas de las señales que está mandando el mercado plantean un escenario recesivo que no se puede, ni se debe ignorar
Este es el mejor ejemplo de cómo el mercado está anticipando una situación muy complicada. También el Banco Central Europeo (BCE) está preocupado, por lo que tiene previsto aprobar una nueva batería de estímulos en su próxima reunión que celebra el 10 de marzo. Hay quien argumenta que la caída de las rentabilidades de la deuda se debe precisamente a que el mercado está anticipando estos estímulos y por eso se refugia en los bonos, exigiendo cada vez retornos menores. Sin embargo, esto no es más que la consecuencia del problema: si el BCE va a aprobar estos estímulos es porque la economía y la inflación no tiran. Y es aquí donde está el problema.
El equipo de análisis de BBVA Research advierte que la probabilidad de que Estados Unidos caiga en recesión en los próximos 12 meses ha subido hasta el 25%. La entidad elabora su modelo con factores que van desde la situación en los mercados financieros, hasta la evolución del sector manufacturero. Y los resultados han encendido las alarmas. También Goldman Sachs ha advertido de esta situación y otorga una probabilidad de casi el 20% de que ocurra una recesión, el nivel más alto desde 2010.
BBVA Research advierte que la probabilidad de que Estados Unidos caiga en recesión en los próximos 12 meses ha subido hasta el 25%
Por si los problemas fuesen escasos, este fin de semana ha aparecido Grecia como otro foco de incertidumbre. A las protestas y revueltas sociales de las últimas semanas se une la inestabilidad política del Gobierno de Alexis Tsipras y a la falta de acuerdo con sus socios europeos para liberar el siguiente tramo de ayudas del tercer rescate. Los acreedores no consiguieron llegar a ningún acuerdo la semana pasada para liberar más fondos y otra vez vuelve el drama. La Bolsa de Atenas se desplomó ayer casi un 8% y cayó hasta su nivel más bajo en dos décadas.
Profecías autocumplidas
Siempre se dice que el mercado anticipa lo que va a ocurrir en la economía real. Que sus oscilaciones están adelantando los acontecimientos. Sin embargo, en muchas ocasiones, lo que hacen es provocarlo. Son sus profecías autocumplidas. Si las señales son tan pesimistas, si cada semana hay un desplome, si cualquier noticia negativa se magnifica, al final, acaba pesando sobre la confianza y, por último, en las decisiones de inversión y de consumo de los agentes.
Es así como muchas crisis de los mercados han acabado provocando recesiones. En esta ocasión, el agravante es que los inversores se están cebando con el sector financiero, que es, de todo el engranaje, el eslabón que une los mercados con la economía real. Por el momento no están teniendo problemas para financiarse, ya que están inundados con la liquidez del BCE, pero todas estas tensiones generan un serio problema de rentabilidad que podría extenderse hasta la solvencia.
En lo que va de año, los mayores bancos de la eurozona han perdido más de un 25% de su capitalización, hasta caer a su nivel más bajo desde agosto de 2012, dos meses después de que se aprobara el rescate financiero a España. El sector financiero es también uno de los mayores lastres del Ibex este año. El Banco Popular es el que más cae del selectivo, con un desplome del 29%, seguido de Bankia, con un descenso del 26% y CaixaBank y Santander con una caída del 23%.
Así se complicó el día
El comienzo de la jornada no presagiaba la tormenta que vendría después. Durante los primeros compases de cotización, el Ibex recuperaba el nivel de los 8.500 puntos gracias una ligera subida de medio punto porcentual. Sin embargo, en dos horas llegó el pánico. ¿El detonante? Una alerta de Goldman Sachs sobre el precio del petróleo y el mantenimiento de sus precios bajos durante los próximos diez años. ¿La consecuencia? Todo giró. Y comenzó la caída.
El desplome se intensificó en el avance de la jornada. Y acabó con un 4,4% en negativo. Fue el descenso más duro de los que se han registrado en el parqué español en los últimos seis meses, desde el crash chino, y el nivel más bajo del selectivo desde julio de 2013.
En el desplome, ninguno de los valores del Ibex ha aguantado la presión. Sin embargo, han sido el Banco Popular, con un 7,32%, IAG, con un 7,29%, y ArcelorMittal, con un 7,17%, los más afectados. A estos se suman otros como Gamesa y Amadeus, que rozaron una caída del 7%. ¿Y entre los grandes? Banco Santander se dejó un 6,21%; Repsol, un 5,93%, BBVA, un 5,61%; Inditex, un 2,98%, y Telefónica, un 2,96%.
Rojo por doquier
El pánico se extendió por toda Europa. Y los selectivos del viejo continente se tiñeron de rojo intenso. El CAC francés se dejaba un 3,2%, mientras que el DAX alemán caía un 3,30%, y Londres, el 2,65%. El MIB italiano superaba al Ibex y cerraba con un 4,69% de descenso. La peor parte se la llevó el ASE griego, que se desplomó un 7,87%, ante las dudas por una potencial inestabilidad política tras las movilizaciones de la pasada semana por la reforma de las pensiones.
El riesgo país
La tensión de la bolsa ha terminado por contagiar a la prima de riesgo, que en enero había aguantado los envites del mercado. Sin embargo, en febrero ha repuntado ya 34 puntos básicos, de los cuales, 18 puntos fueron el lunes. Una subida que lleva al riesgo país español hasta los 153 puntos, su nivel más alto desde la campaña electoral catalana, cuando los sondeos apuntaban a que los partidos independentistas lograrían mayoría de escaños y también de votos.
En este caso, una buena parte del repunte de la prima de riesgo se debe al descenso de la rentabilidad del bono alemán. El título a 10 años ofrece un retorno del 0,22%, lo que amplía el diferencial respecto al bono español, que cotiza por encima del 1,75%, su nivel más alto desde el 20 de enero.