José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica, ha destacado la necesidad de que Europa impulse su autonomía estratégica en un mundo que ha cambiado y está cambiando "a gran velocidad", entendiendo dicha autonomía como "una forma de vida común ante nuevos riesgos y desafíos" que también son comunes: seguridad, defensa, energía tecnología, ciencia, educación y, por supuesto, formación.

Durante su intervención en la clausura de la quinta edición de enlightED, Álvarez -Pallete ha señalado que en estos tiempos se está redefiniendo a "marchas forzadas" el modelo energético de Europa, su dependencia tecnológica, su cadena de suministro de materias y alimentos esenciales y su manera de formar a los profesionales que imaginarán el futuro.

Un escenario que, en su opinión, hace que Europa tenga ante sí grandes desafíos, pero también una gran oportunidad: "ante todos esos cambios debe defender su modelo de sociedad". Así, ha incidido en la importancia de que cuente con "una nueva arquitectura estratégica" acorde a los desafíos que presenta los nuevos tiempos y en los que sus reglas y sus valores "se sitúen por delante para garantizar el bienestar de sus sociedades". 

"Europa tiene su forma de ser. Europa es cuna de valores y esos valores son más necesarios que nunca en este nuevo mundo. Nuestra forma de ser requiere que definamos nuestro proyecto de forma autónoma. Es el proyecto de Europa y requiere su autonomía estratégica", ha subrayado.

Por su interés, reproducimos íntegramente el discurso de José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Teléfonica, en la clausura de enlightED 2022.

Buenas tardes,

Ministra de Educación y Formación Profesional, autoridades, amigos, es una enorme alegría podernos reencontrar en persona en esta nueva edición de EnlightED.

Quiero dar las gracias a todos cuantos habéis hecho posible este foro de gente extraordinaria, y especialmente a la vicepresidenta Margrethe Vestager, por haber querido estar presente en este foro.

La vida está interrelacionada. La pandemia, la guerra de Ucrania y la severa crisis de energía e inflación desencadenadas han puesto de relieve las interdependencias que nos vinculan a unos con otros. Valemos exactamente lo que estamos dispuestos a compartir con los demás.

Es un mundo nuevo en el que ya no aplican muchas de las reglas del siglo pasado. El cambio es inevitable, porque las fuerzas de la tecnología, la demografía y las presiones medioambientales lo promueven. Estamos en un momento de la historia en el que debemos tomar nuevas decisiones.

La cuestión ahora es si nos preparamos para ese cambio con un nuevo contrato social que nos proporcione un futuro mejor o nos conformamos con contemplar cómo las aspiraciones humanas en terrenos cruciales como el educativo o el laboral siguen yendo muy por delante de la capacidad de la sociedad para colmarlas. La inversión en educación y en competencias crea sociedades ganadoras.

El mundo ha cambiado a gran velocidad en los últimos años. Y sigue cambiando. Estamos viviendo la mayor revolución tecnológica de la historia de la humanidad.

Disfrutamos de una acumulación de tecnología sin precedentes, con la fibra óptica inteligente, el 5G, el Cloud, la realidad virtual y aumentada, el internet de las cosas y el Big Data, el Blockchain, la computación cuántica, la ciberseguridad, el Edge Computing y la Inteligencia Artificial. Y las que piden paso como la Web3 o el Metaverso.

Cuando se producen cambios tan disruptivos y en periodos de tiempo tan ajustados, surge el riesgo de la desigualdad de oportunidades. Y eso nos está pasando.

Hoy, el 70% de la desigualdad está dentro del país cuando hace unos años la diferencia era del 60% entre los países. Por eso resulta más crucial que nunca que gestionemos bien la transición al nuevo mundo digital. La tecnología sólo será buena si nos hace avanzar a todos. Todos debemos contribuir.

No hay una herramienta más poderosa que la educación y la formación para garantizar la inclusión social, reducir las desigualdades e impulsar la competitividad de los países.

Solo en Europa, la transición digital y la transición verde van a requerir la recapacitación de 20 millones de personas. Más de tres cuartas partes de las empresas afrontan dificultades para encontrar personas con los conocimientos necesarios.

Europa tiene ante sí grandes desafíos, pero también una gran oportunidad. Se está redefiniendo a marchas forzadas nuestro modelo energético, nuestra dependencia tecnológica, nuestra cadena de suministro de materias y alimentos esenciales y también nuestra manera de formar a los profesionales que imaginarán el futuro. La gran oportunidad de Europa está en el hecho de que ante todos esos cambios debe defender su modelo de sociedad.

Europa tiene su forma de ser. Europa es cuna de valores y esos valores son más necesarios que nunca en este nuevo mundo. Nuestra forma de ser requiere que definamos nuestro proyecto de forma autónoma. Es el proyecto de Europa y requiere su autonomía estratégica.

Una autonomía estratégica con capacidad de acción, global, que facilite un amplio marco estratégico y operativo. Una autonomía estratégica entendida como una forma de vida común ante nuevos riesgos y desafíos que también nos son comunes: seguridad, defensa, energía tecnología, ciencia, educación y, por supuesto, formación. Una apuesta segura para garantizar que cada ciudadano tenga la oportunidad de sacar el máximo partido a sus capacidades.

Es el tiempo de Europa. Es el tiempo de más Europa.

En este nivel de ambición, Europa requiere de una nueva arquitectura estratégica acorde a los desafíos de los nuevos tiempos, con sus reglas y sus valores por delante para garantizar el bienestar de sus sociedades.

Europa es un actor de primer orden en el plano global y así lo demuestra cada día reforzando los componentes colaborativos, de desarrollo socioeconómico y sostenibilidad a nivel mundial. Tenemos una Europa de la talla de la nueva era digital.

Iniciativas como EnlightED cobran en estos tiempos aún más importancia. Este punto de encuentro del conocimiento que hoy nos reúne es indispensable para impulsar el diálogo global sobre las necesidades y el futuro de la formación, en permanente contacto con el tejido empresarial, donde la empleabilidad de las personas depende cada vez más de las llamadas competencias blandas.

Es responsabilidad de todos y Telefónica la acepta. Impulsamos la empleabilidad con iniciativas como R4E, 42, los nanogrados y el mayor programa de recapacitación de Europa.

Además, promovemos junto con la Fundación La Caixa, la educación inclusiva y de los más vulnerables con uno de los programas más ambiciosos de formación de niños como es Profuturo.

Las aptitudes o habilidades sociales son críticas: nos permiten entablar la conversación no desde el “yo” sino desde el “nosotros”, y desplegar el potencial necesario para transformar el mundo y hacer de él un lugar donde merezca la pena estar y donde quepamos todos, porque es la gente distinta a nosotros la que nos hace crecer.

Las sociedades son mejores si hay más cosas para elegir. Es así como se construye un mundo hecho por y para las personas.

En Telefónica tenemos pasión por las personas y queremos hacer un mundo más humano conectando sus vidas e impulsando su talento. Sabemos que el reto es grande, pero también sabemos que en compañía de todos vosotros, junto a los mejores, lo posible es obligatorio. Y que imposible es sólo una palabra.

Muchas gracias