Hace sólo cuatro años que se anunció la primera comunidad energética de España, en el pueblo alicantino de Crevillent, y ahora el fenómeno se extiende por toda la geografía. Sin embargo, cada vez se crean nuevas modalidades de lo que empezó siendo algo más que autoconsumo compartido.
El Gobierno, que acaba de lanzar a consulta pública la normativa que regulará estas figuras, reconoce al menos dos, comunidades de energías renovables y las comunidades ciudadanas de energía, pero hay más formatos.
"Se puede crear una comunidad energética virtual o física, son muy diferentes entre ellas", explica a EL ESPAÑOL-Invertia Borja Osta, subdirector de Selectra, la plataforma de gestión de consumo de energía (primer comparador de electricidad y gas en España), y experto en energía.
"En el caso de la virtual, no es necesario estar cerca de donde se genera la energía eléctrica, el consumidor sólo tiene que comprar una participación de un parque renovable y pactar el precio de la energía, a modo de PPA", dice Osta. Un PPA (power purchase agreement) es un acuerdo de compraventa de energía a largo plazo y a precio fijo, pero el responsable de Selectra recuerda que "se deben pagar los peajes por el uso de la red en la factura de la luz".
Sin embargo, si se opta por una comunidad física, "no sólo te ahorras los peajes, sino que amortizas la inversión mucho antes". Pero reconoce que "no todo el mundo puede participar de una comunidad energética física, porque dependes de la disponibilidad de superficie que haya en dos kilómetros a la redonda".
Casi 400 proyectos en marcha
A finales del mes de enero, el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) publicó el mapa de comunidades energéticas del programa CE Implementa. Se trata de una línea de incentivos financiada con fondos europeos destinada a fomentar el despliegue de este tipo de instalaciones.
Según esta información, ya son 386 proyectos presentados, de los cuales el 75% corresponde al desarrollo de energías renovables (289). El resto se reparten entre parques de energías renovables térmicas (4), puntos de recarga de vehículo eléctrico (73), sistemas de almacenamiento (9) y vehículos eléctricos (11).
En total, 75 MW (75.311 kW) de capacidad que se ha instalado o se prevé instalar en los próximos meses, y sin contar con todos los proyectos que se están desarrollando en España al margen de las ayudas estatales.
"El auge de las comunidades energéticas ya se está notando en la demanda eléctrica del sistema eléctrico. No sólo es el autoconsumo individual, también estos proyectos ayudan a reducir el consumo de la red", continúa el experto de Selectra. Aun así, confirma que "las comunidades energéticas que más se están desarrollando a día de hoy son las virtuales".
Comunidades sin almacenamiento
Por el momento, lo que sigue sin tener mucho recorrido es la incorporación de baterías a las comunidades energéticas. "Se dimensionan para intentar que no sobre nada de electricidad, que todo lo que se genere se pueda repartir entre los consumidores asociados al proyecto", continúa Borja Osta.
"Además, las baterías todavía son muy caras y no compensa pensar en una comunidad energética que no dependa de la red eléctrica. Como mucho para optimizar la generación, y ahí todavía no salen las cuentas", concluye.
Según la normativa presentada por el Gobierno, y de acuerdo con la normativa europea, estas nuevas figuras que emergen con fuerza en el panorama energético español permiten que los ciudadanos produzcan, consuman, almacenen, compartan y vendan energía renovable colectivamente. Su finalidad principal es proporcionar beneficios ambientales, económicos y sociales a sus miembros y al entorno en el que desarrolla su actividad, más que una rentabilidad financiera.