La invasión rusa en Ucrania ha creado una tormenta perfecta para los suministros energéticos mundiales: aumento de los precios de los combustibles fósiles, miedo al racionamiento o a la escasez y un riesgo geopolítico en aumento. La crisis energética que se vive en Europa está cuestionando el desarrollo de las renovables.
Con los impactos del cambio climático intensificándose, ¿la crisis unirá al mundo en una acción climática global más fuerte y buscará desarrollar energía renovable más barata? ¿O la crisis afianzará los combustibles fósiles en la carrera por la seguridad energética?
La guerra en Ucrania, además del terrible coste humano, ha alterado el sistema energético mundial y los aumentos de precios simbolizan una lucha global por los suministros de combustibles fósiles a medida que Europa quiere acelerar el fin de las importaciones rusas.
Dependencia fósil
No hay duda de que el mundo vive una profunda dependencia del carbón, el petróleo y el gas. Europa depende especialmente de los combustibles fósiles de Rusia.
Antonio Turiel, investigador científico en el Physical & Technological Oceanography Department del Institut de Ciències del Mar (CSIC) en Barcelona, ha presentado un informe en el que afirma que "nos adentramos en una crisis energética global sin precedentes en la historia de la humanidad".
"La disponibilidad creciente de combustibles fósiles ha llegado a su fin y las energías renovables (y la energía nuclear) no van a poder cubrir el vacío energético que éstos están dejando".
"Si no somos capaces de mantener (y aumentar) nuestra capacidad de generación de energía, nuestro sistema amenaza con el colapso". El científico asegura que nos acercamos a un escenario de ruina económica por la falta de energía.
Cambio climático
Otro informe, en este caso de Kevin Anderson, profesor de Energía y Cambio Climático en la Universidad de Manchester de Reino Unido, dice que si el mundo quiere tener un 50% de posibilidades de mantenerse por debajo de 1,5ºC de subida de la temperatura del planeta, ningún país puede aumentar la producción de petróleo y gas.
El esfuerzo requerido para reducir la producción debe ser compartido de manera justa, dice el informe, y los países más pobres deben tener más tiempo para reemplazar los ingresos que reciben del petróleo y el gas, en línea con su mayor importancia para sus economías.
El informe calcula que los países ricos productores -incluidos Estados Unidos, Reino Unido, Noruega, Canadá, Australia y los Emiratos Árabes Unidos- deben poner fin a la producción de petróleo y gas para 2034 y reducirla en unas tres cuartas partes para 2030.
A los menos capaces de hacer la llamada "transición justa" lejos de los combustibles fósiles, como Irak, Libia, Angola y Sudán del Sur, se les debe dar hasta 2050 para poner fin a la producción, ya que hacerlo abruptamente podría amenazar su estabilidad política y económica.
Ucrania y la conexión climática
A principios de este mes, la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó un estudio que mostraba que las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) habían alcanzado un máximo histórico en 2021, recuperándose bruscamente del declive de 2020 causado por la recesión económica relacionada con la pandemia de la Covid-19.
Y la Administración de Información de Energía de EEUU publicó sus últimas proyecciones energéticas, que mostraban que, sin nuevas políticas, las emisiones relacionadas con la energía en EEUU se mantendrán esencialmente en sus niveles actuales hasta 2050.
Para la plataforma Principles for Responsible Investment (PRI), el futuro inmediato en Europa ya se conoce: facturas de energía récord, una posible recesión económica y la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Todo ello está obligando a los políticos a movilizarse en torno a medidas de apoyo. Es posible que se materialicen nuevas rondas de endeudamiento público conjunto.
Y dependiendo de su duración, la guerra en Ucrania podría tener duras consecuencias para la seguridad alimentaria mundial. El impacto se sentiría más en los países en desarrollo, lo que plantearía desafíos significativos a la agenda de 'Transición Justa'. En Egipto, el precio del trigo ha subido un 44%, lo que supone una amenaza existencial para la economía.
En EEUU, la respuesta a las sanciones ha dividido de nuevo al país. A nivel nacional, están surgiendo dos narrativas. Por un lado, están los que hablan de 'perforar, bebé, perforar' ('drill, baby, drill', en inglés) y por otro, los que piden un impulso continuo por una agenda climática de 'todo el gobierno' antes de las elecciones de mitad de período.
Ya solo falta hablar de lo que podría afectar a China todo este proceso. Para PRI, el liderazgo chino camina sobre la cuerda floja. Dado su dominio de la cadena de suministro de energía limpia y su papel como importador de combustibles fósiles, la forma y rapidez con la que caigan estos últimos tendrá consecuencias para su economía, a favor o en contra.
El desastre que viene
Antonio Turiel pronostica un futuro apocalíptico. Advierte en su informe que "si no cambiamos podemos llegar a una situación de colapso. La historia humana nos enseña que ha habido antes muchos colapsos".
"Las sociedades colapsan porque se encabezonan en una idea equivocada, por razones religiosas, políticas o económicas, como nos pasa a nosotros, manteniendo a toda costa el capitalismo y su crecimiento perpetuo. Si eso ocurre, vamos desde luego al colapso. Por otro lado, hay ejemplos en la historia de sociedades que reconocieron los signos del colapso, lo detuvieron y mejoraron su situación".
Pero, en su opinión, "podemos cambiar muchas cosas, pero hay que saber que es necesario hacer una serie de cambios que al final nos lleven a una sociedad más sana, más autosuficiente, más resiliente y mejor adaptada para hacer frente al cambio climático y a la crisis energética".
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