El petróleo ruso se ha convertido en un "apestado". Nadie lo quiere comprar. Y por eso, el diferencial de precios con el crudo Brent es cada vez mayor. Sin embargo, no todos tienen problemas éticos en hacerse con el botín. Es el caso del gigante suizo de materias primas Glencore, que se ha quedado como el gran comprador del momento.
Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania, ha corrido como la pólvora el anuncio de empresas de todos los países, sobre todo europeas, del fin de sus operaciones en Rusia, o la venta de sus participaciones en empresas rusas de combustibles fósiles, activos rusos (acciones, bonos, etc.).
A algunas no les ha quedado otro remedio. Es el caso de la petrolera anglo-holandesa Shell, que la pasada semana anunciaba que no volvería a comprar petróleo ruso, así como que retiraría su participación de todos los hidrocarburos de este país. Y lo hizo tras las críticas recibidas por adquirir un cargamento de crudo ruso para su refino en plena oleada de bombardeos de ciudades ucranianas.
"Hoy por hoy, el petróleo ruso es un activo tóxico en los mercados internacionales", señalan desde la consultora Antuko, especializada en energía. "Las compañías petroleras europeas se están aplicando sanciones autoimpuestas y hay un parón a la hora de comprar petróleo ruso por temores a que en el futuro haya sanciones y también a la opinión pública".
"La duda es que va a pasar con el petróleo que nadie quiere, el único que lo compra es Glencore, que está aprovechando los descuentos a los que cotiza frente al Brent".
La Agencia Internacional de la Energía ya ha advertido de que el mercado del petróleo se enfrenta a la que puede ser "la mayor crisis de suministro en décadas". Es la consecuencia del desplome de la oferta de crudo de Rusia tras las sanciones impuestas al país por la invasión de Ucrania. También ha revisado a la baja sus previsiones de aumento de la demanda global de petróleo por el impacto adverso del conflicto en las perspectivas de crecimiento mundial.
La perspectiva de interrupciones a gran escala en la producción de petróleo en Rusia "amenaza con crear un shock en el suministro mundial", ya que la producción del país podría perder unos tres millones de barriles diarios (mb/d) de los alrededor de ocho mb/d de suministro por la implementación de sanciones.
Un gigante de 4.393 millones de beneficios
Y puede tener sentido que el gigante suizo Glencore, la empresa comercializadora de materias primas más grande del mundo, quiera hacer su agosto con el petróleo ruso. Hace cinco años, intervino para ayudar a Moscú a recaudar 11.000 millones de dólares, formando un consorcio con el fondo soberano de Qatar para comprar una participación en su gigante energético Rosneft.
Ahora dice que 'condena las acciones tomadas por el gobierno ruso contra el pueblo de Ucrania', y está revisando todas sus actividades en Rusia. Pero tiene contratos a largo plazo con Rosneft y tiene la intención de seguir cumpliéndolos. Tanto es así que los barcos continúan cargándose hoy con petróleo que se compró hace semanas.
Glencore es una empresa del FTSE 100 propiedad de muchos fondos de pensiones de todo el mundo, así que hay muchas probabilidades de que miles de personas en Europa posea una parte de Glencore (aunque sea indirectamente).
La compañía no puede estar más satisfecha. En plena crisis de materias primas, controla el 50% del mercado mundial de cobre, el 60% de zinc, el 38% de alúmina, el 28% de carbón para centrales térmicas y el 45% de plomo, entre otros. Y el mercado internacional solo tiene una dirección: hacia arriba. El aluminio es el que más repunta en lo que va de 2022, con un avance del 32,4%, y su encarecimiento está muy relacionado con los precios de la energía, ya que se trata del metal que más consume para su producción.
Tras él, el precio del níquel repunta un 29,6% y el del mineral de hierro un 20,2%. El cobre, por su parte, sube un 6%. Glencore registró un beneficio neto atribuido de 4.974 millones de dólares (4.393 millones de euros) en 2021, una cifra que refleja que le van bien los negocios como para arriesgarse a que el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania le diga por Twitter, como le ocurrió a Shell, que "el petróleo que había comprado olía a sangre ucraniana".
Los riesgos para la reputación son altos y muchas empresas con un perfil público y un deseo de parecer responsables prefieren afirmar que están tomando una decisión de principios al retirarse de la Rusia de Putin.
Materias primas de Rusia
Las materias primas son la base de la economía rusa, con exportaciones de petróleo de alrededor de 8 millones de barriles por día, lo que lo convierte en el segundo país después de Arabia Saudí en importancia para los mercados mundiales.
Pero Rusia no es solo una potencia en petróleo: también es el mayor exportador mundial de gas, ya que representa el 25% del comercio mundial, así como el principal exportador de trigo y paladio, y un importante proveedor de aluminio, carbón, cobre, maíz y níquel.
Alrededor del 40% de los ingresos del gobierno provienen de la venta de petróleo y gas. Sus exportaciones de productos básicos valen más de mil millones por día.
Otros compradores de Rusia
Glencore es el mayor comprador de petróleo ruso, pero hay otras empresas que también lo están haciendo. Hay algunas webs que realizan un seguimiento de los anuncios de las empresas de abandonar Rusia.
Por ejemplo, Responsible Investor está rastreando una lista de propietarios de activos (es decir, fondos de pensiones, fondos soberanos, aseguradoras) que están desinvirtiendo o han desinvertido de activos rusos.
El sitio web Putin100 mapea las 100 principales instituciones financieras que financian empresas de combustibles fósiles en Rusia, una importante fuente de financiación para la guerra.
El Ukraine Corporate Index está rastreando cómo las empresas están respondiendo en términos de abandonar sus negocios en Rusia, despojarse de las operaciones locales y apoyar a Ucrania.
Y la compañía naviera Skuld tiene un rastreador público de todas las sanciones, que ya están impulsando muchas desinversiones y probablemente impulsarán aún más a medida que crezcan. Además, muestra cuánto ha estado pagando la UE a Rusia por carbón, petróleo y gas desde el comienzo de la guerra.
Japón, el mayor contribuyente de fondos públicos a los proyectos rusos de combustibles fósiles entre los países del G20, ha rehuido los conmovedores comentarios de la sociedad civil. Los superfondos australianos como AustralianSuper y Rest, que tienen participaciones en compañías rusas de petróleo y gas, también se han mantenido callados. Después de un período de silencio, los inversores estatales de Singapur, GIC y Temasek, se comprometieron a cumplir con las sanciones financieras anunciadas por el gobierno, subrayando que su exposición a Rusia es insignificante.
Korea Investment Corporation también se encontró en una situación difícil, ya que lanzó una plataforma de inversión ruso-coreana en 2013 en asociación con el Russian Direct Investment Fund (RDIF). Solía ser un modelo atractivo para los inversores soberanos ir de la mano con RDIF. La mayoría de los fondos soberanos del Golfo están en asociaciones similares, por lo que los estados del Medio Oriente no están entusiasmados con la idea de retirarse.
Las empresas y las instituciones financieras indias también están indecisas y, de hecho, se espera que sean los compradores más realistas junto con las partes interesadas chinas en el futuro.