La patronal de los refrescos rechaza que una fiscalidad especial para el sector ataje el problema de la obesidad
Anfabra señala la "tremenada complejidad" que supone para el sector adaptarse a toda la legislación en materia de sotenibilidad.
19 febrero, 2024 02:55La Asociación de Bebidas Refrescantes de España (Anfabra) rechaza de plano el impuesto a las bebidas azucaradas envasadas. Su directora general, Beatriz Blasco, asegura que no es una medida bien diseñada para acabar con un problema tan "complejo" como el del sobrepeso y la obesidad.
Se trata, explica, de una medida que se suma a los requerimientos en materia de sostenibilidad que llegan desde la Unión Europea. Con todo, afirma que el sector "abraza totalmente el viaje hacia una economía más circular".
En una entrevista con EL ESPAÑOL-Invertia, Beatriz Blasco profundiza en los retos de un sector ya totalmente recuperado de la crisis de la covid-19. Entre ellos, además de la normativa en materia de reciclaje y sostenibilidad, se encuentra adaptarse a los gustos de unos consumidores cada vez más conscientes de su salud.
[Por qué ahora no puedes separar el tapón de las botellas de agua y refrescos]
¿Cuál es la situación económica del sector de las bebidas refrescantes?
Estamos en una contribución de 10.700 millones de euros a la economía, con datos de 2023. Es decir, por cada euro que generan los refrescos en valor añadido bruto se traduce en 3 euros en la economía. Además, el sector mantiene 176.000 empleos, de los cuales 68.000 son empleos directos en la elaboración y comercialización de refrescos.
Estamos en una situación de consolidación de la recuperación postpandemia. En venta claramente estamos en crecimiento, en torno al 10%, muy en línea con la hostelería, con la que tenemos un fuerte vínculo. Vemos crecimiento para 2024 y estamos por encima de los datos de 2019.
¿Cómo afecta la fiscalidad que busca reducir el consumo de refrescos azucarados?
El problema que se pretende resolver es un problema real: la obesidad o sobrepeso. Pero difícilmente buscando una fiscalidad focalizada en el consumo de refrescos se puede atajar el problema. En un tema tremendamente complejo en el que entra en juego tanto la ingesta calórica como la actividad física o el gasto calórico.
Hoy el refresco es en su mayoría sin azúcar y tiene un patrón de consumo muy vinculado a momentos de ocio. El refresco implica una parte muy pequeña de la ingesta calórica, de alrededor del 2,1%.
Por lo tanto, medidas que sólo se focalicen en eso y traten la obesidad de forma simple, sin contemplar incentivos para el ejercicio físico, difícilmente dan respuesta al problema.
¿Qué retos tiene por delante el sector?
Una de las principales prioridades sin duda es cómo seguir adaptándose al consumidor. Seguir dando respuesta a ese consumidor, que es heterogéneo. Por eso en nuestras bebidas hay tanta diversidad.
Vemos que el momento de consumo de refresco estrella es el encuentro social y va creciendo año tras año. El 80% de las situaciones de consumo tiene lugar en encuentros y más vinculado a comidas que a cenas.
Otra tendencia es que el consumidor quiere cuidarse más. Por eso el 60% de los refrescos que se comercializan en España son sin azúcar y, de hecho, es la variante que más crece. En hostelería el último año creció un 4,4%. El consumidor elige indistintamente beber con azúcar o sin azúcar en función del momento del día, de las actividades que lleve a cabo o de la dieta que tenga.
También nos ayuda el ocio sin alcohol: el 10% toma refresco como alternativa no alcohólica cuando sale.
¿Cómo les está afectando la inflación?
No somos ajenos a la crisis inflacionista ni a todos los nuevos requisitos que tenemos en materia de sostenibilidad medioambiental, como el reciente impuesto al plástico. Pero el incremento en precio de los refrescos es inferior al del IPC en general.
¿Cuál es el impacto de esos requerimientos de sostenibilidad?
Este sector abraza totalmente el viaje hacia una economía más circular. Es importante la transformación que hemos hecho en los envases: el 100% es reciclable, contiene un 32% de material reciclado y se ha aligerado en torno a un 36%.
Y en cuanto a la reutilización tenemos una experiencia tremendamente positiva en la hostelería. Si vas a un bar y pides un botellín de vidrio de un refresco, probablemente no sepas que tiene 10 años de vida de media.
Pero ahora mismo nos estamos enfrentando a legislaciones a todos los niveles, que supone una carga tremenda y está suponiendo una complejidad tremenda para todo el sector, muy especialmente a esa pequeña mediana empresa que representa el 60%. Unos requisitos que se suman a las cargas fiscales.
¿Cómo se conjugan en Anfabra los intereses de grandes empresas con negocios familiares?
Me gusta hablar de que hay marcas globalmente conocidas y otras de un carácter más local. Pero a todas ellas les une que el refresco que se disfruta en España se produce en España. El 90% de los refrescos se producen en territorio nacional, lo que crea un tejido empresarial muy presente, con 148 centros, también en pequeños municipios.
Los retos son comunes. Las situaciones son diferentes, pero es un sector que lleva conviviendo 200 años y se ha ido adaptando a muchísimos ámbitos.