Del lustro prodigioso a la caída abrupta. Así ha sido la evolución de los cultivos de quinoa en España, que han pasado de un crecimiento continuado a desplomarse un 70% en 2022. Un cambio de paso que ha causado extrañeza por la capacidad de resistencia de este grano frente a la sequía.
'Sorpresa' es, de hecho, una palabra repetida dentro del sector y en el informe del Ministerio de Agricultura que certifica la bajada. Tras contar en 2021 con cerca de 6.900 hectáreas, los cultivos se han reducido a algo más de 2.100 hectáreas solo un año más tarde.
La práctica totalidad de la superficie de quinoa está en Andalucía, lo que ha llevado a apuntar como primera explicación oficial la falta de agua, pero fuentes agrícolas consultadas por este periódico lo niegan.
"La quinoa necesita menos agua, el motivo principal no es ese", sostienen. El misterio se resuelve con tres explicaciones, siendo la principal de ellas la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia.
El conflicto disparó las alarmas de desabastecimiento de trigo y girasol, varios de los principales productos que exporta ese país. Imágenes de estanterías vacías de aceite de girasol en supermercados se distribuyeron de forma frenética a los pocos días de comenzar la contienda.
Movimiento especulativo
Varias de esas fotografías llegaron al móvil de Susana Vilariño Rodríguez. La directora de I+D de Algosur, empresa pionera en el cultivo de quinoa en el Bajo Guadalquivir, y que gestiona el 80% de la producción de quinoa de la comunidad, cree que aquello generó un movimiento "especulativo".
"La guerra descolocó mucho a los agricultores, porque se esperaban altos precios por trigo y girasol. Y claro, entre plantar un cultivo conocido y otro desconocido, porque la quinoa entró hace poco, eligieron", expone.
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Fue una apuesta arriesgada que muchos han terminado perdiendo porque al final, incide Vilariño, "no hubo tanto desabastecimiento del girasol" y en consecuencia los precios no se dispararon.
Además, muchos de estos cultivos se han visto afectados por la sequía, que también causó estragos el año pasado en Andalucía. Así, quienes se quedaron con trigo y girasol acabaron por asumir mayores costes, señalan desde el sector a este periódico.
Morir de éxito
Pero aunque sea el principal motivo, hay otros factores además de la invasión rusa que explican el desplome de la quinoa. Podría decirse que también ha muerto de éxito.
"La caída del 70% a lo mejor fue también porque en 2020 y 2021 hubo un boom de producción de quinoa, sin que después se sepa qué hacer con ella", afirma Vilariño.
La responsable de I+D recibe llamadas de explotaciones de otras comunidades autónomas que cuentan con un fuerte volumen de stock para el que buscan comprador. "Hay que conocer la comercialización, no es llegar y verlo, y más cuando hablamos de quinoa, que es muy nueva en Europa", apunta.
Finalmente, el agua también ha desempeñado un papel en este cambio de tendencia. Aunque la quinoa, recuerda Vilariño, "necesita un poco para nacer, pero con sequía va bien", la escasez que se siente desde hace más de un año ha llevado a temer que ni siquiera cayera suficiente agua para eso. Muchos agricultores han preferido evitar riesgos y no han plantado.
¿Remontará la quinoa? En Algosur creen que sí. "Nuestro objetivo es seguir incrementando cultivos", asegura. Cuentan con un silo nuevo para almacenaje y estrenaron recientemente una línea nueva de productos sin gluten que se apoya en la quinoa. En su caso, su único obstáculo para expandirse es la falta de lluvia.