Hay tres razones por las que una bodega o una denominación de origen en España puede saltar por los aires: una guerra familiar basada en la herencia, las rivalidades entre bodegas enemigas y los nacionalismos políticos. Todas ellas tienen como denominador común la pasión por el vino y la ambición, dos cualidades que llevadas al extremo se convierten en los males que asolan a algunos viñedos de España, y cuyo reflejo vemos ahora en las DO Valdepeñas, Ribera de Duero o Rioja.
En La Mancha, concretamente en Valdepeñas, dos gigantes del vino español, Félix Solís y García Carrión, libran una batalla que cada día sube más de tono. El origen de la disputa está en la investigación que inició la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha entre las bodegas de esta DO por comercializar como crianza, reserva y gran reserva vinos que no habían pasado por barrica o que no tienen el envejecimiento que corresponde.
Fueron las organizaciones agrarias las que se personaron en la Fiscalía de Ciudad Real para denunciar, sin personalizar en ninguna bodega, el supuesto fraude con los vinos de Valdepeñas. Luego se sumó García Carrión señalando a Félix Solís como el causante de este fraude, aunque la fiscalía reconoce que el denunciante García Carrión también incurre en estas irregularidades.
Así que Félix Solís contraatacó y denunció al propietario de Don Simón por competencia desleal. Desde la bodega aseguran que García Carrión ha emprendido una campaña de desprestigio contra Félix Solís tratando de “distraer” sobre las sospechas fundadas sobre la trazabilidad de la crianza de sus vinos cuando García Carrión también está acusado de estas irregularidades.
El último capítulo es el protagonizado por García Carrión, la única de las bodegas de la Denominación de Origen Valdepeñas en oponerse al acuerdo de someter a los vinos de la DO a una auditoría externa. Pero seguro que aquí no termina la historia entre estas dos compañías vinícolas.
Ribera de Duero
En Ribera de Duero nace otro conflicto entre dos bodegas que terminó por judicializarse. Hablamos de Emilio Moro (Pesquera del Duero) y Matarromera (Valbuena de Duero), propiedad de Carlos Moro.
Es precisamente el apellido que comparten la fuente de todos los males. Carlos Moro comenzó a usar el apellido en sus vinos con la creación de la Bodega Carlos Moro en La Rioja. Algo que para Emilio Moro creaba confusión y decidió presentar una primera demanda contra este. Y aquí arrancó un cruce de denuncias entre ambos con distintas sentencias que parece no tener fin.
Y de la rivalidad a las disputas familiares. La guerra que arrastra más solera es la de Bodegas Vega Sicilia (Valbuena de Duero), que arrancó hace diez años y que ha dividido a la familia en dos: por un lado, María José, la hermana mayor (que controla Eulen); por el otro, los cinco hermanos pequeños, Emilio, Juan Carlos, Pablo, Marta y Elvira (que controlan la bodega).
Esta pelea familiar que se recrudeció con la muerte en 2005 del fundador David Álvarez y que aún no ha cerrado la sucesión. Algo de lo que están pendientes en la bodega ya que, si no hay sucesión “clara”, los propietarios podrían vender Vega Sicilia, según anunciaron en una entrevista en El País.
De Rioja Alavesa a Euskadi
Pero no solo las guerras familiares o contra los rivales están detrás de los problemas en algunas denominaciones de origen. La política también llegó a amenazar con acabar con los vinos de Rioja Alavesa.
El año pasado, la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA) pasó a denominarse Asociación de Bodegas de Euskadi (ABE) con el objetivo de buscar, entre otras cosas, una mayor proyección internacional. Una decisión con escaso quórum que desató una guerra interna.
¿Por qué? Muchas bodegas entendieron que esta decisión rompía con la identidad geográfica de la zona y suponía la perdida de la fuerza y el peso del apellido Rioja Alavesa. Así que amenazaron con irse al no estar de acuerdo con una decisión que sí defendían grupos políticos como Bildu.
¿Qué ocurrió finalmente? Cincuenta y cuatro miembros de ABRA votaron a favor de mantener el apellido de la comarca y obligaron a la junta a dar marcha atrás y paralizar el cambio de nombre a Asociación de Bodegas de Euskadi.
Pero la cosa no quedó ahí. A principios de 2020, ABRA impulsó la constitución de Viñedos de Álava llegando a inscribirse en el BOE. En enero se abrió un plazo de dos meses para que se puedan presentar alegaciones, tras lo cual la nueva denominación deberá ser aprobada por el Ministerio de Agricultura. El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada (DOC) Rioja anunció un recurso para que ABRA fundamentara su propuesta rupturista. Luego llegó la Covid y lo paralizó todo.
Al parecer, detrás de estas iniciativas se esconde un sentimiento nacionalista que busca la escisión de la DOC Rioja. Hace unos años, algunas de estas bodegas solicitaron al gobierno vasco la creación de una DOP propia denominada Viñedos de Álava. Sin embargo, la idea no llegó a cuajar.
Y como ocurre en los casos anteriores, esta historia no ha terminado y promete nuevas entregas.