Las dos caras de los Villar Mir: endeudados hasta las cejas con una fortuna de 900 millones
La familia es 200 millones de euros más rica que en 2020, según Forbes. La deuda del grupo empresarial es de 380 millones.
6 noviembre, 2021 03:25Noticias relacionadas
La familia Villar Mir es un clásico de la lista de Forbes. Pero el imperio que forjó su fundador, Juan Miguel Villar Mir, no pasa por su mejor momento. El Grupo Villar Mir (GVM) solicitó 400 millones de euros en octubre del pasado año al Fondo de Apoyo a la Solvencia de Empresas Estratégicas de la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) para seguir ‘vivitos y coleando’. Este año rebajó la petición a 240 millones.
Un rescate que, dado que no llega, les está ocasionando problemas de liquidez y de funcionamiento. La soga del concurso de acreedores pende sobre el cuello. Tanto es así que, incluso, se vieron abocados a pagar parte de su deuda con el Banco Santander con cuadros de Goya, Rubén y Zurbarán. La deuda de GMV está en la actualidad sobre los 380 millones de euros. Llegó a superar los 1.300 millones.
Mientras se espera la ayuda de la SEPI, la fortuna de la familia Villar Mir ha dado un salto cualitativo en el último año: 900 millones de euros, según Forbes. Se trata de 200 millones de euros más que un año antes, cuando la publicación la situó en 700 millones de euros. Y se acerca a los 1.000 millones de 2019. Forbes, en su evaluación, estudia el valor de mercado de las empresas, sus propiedades inmobiliarias, suntuarias y su liquidez.
Ahí ha jugado un papel sobresaliente la última joya de la corona que les queda: Ferrogloble. Porque, durante el último lustro, GVM se ha dejado en el camino buena parte de la treintena de activos que tenía bajo su paraguas: Fertiberia, Ferroatlántica, Fertial, o una parte del proyecto Canalejas, por poner algunos ejemplos. También ha desinvertido en Abertis o Colonial.
Ferroglobe ha renacido como el ave fénix. Volvió a beneficios (modestos) en el segundo trimestre: 700.000 dólares (606.000 euros). Y su acción sube como la espuma. La familia mantiene el 54% del capital.
Su atractivo ha mejorado respecto al año pasado. Porque, por aquel entonces, la acción estaba en 1,58 dólares. Ahora ronda los siete dólares. Dicho de otra manera, la participación de la familia Villar Mir ha pasado de valer 150 millones de dólares (129,8 millones de euros) a 656 millones de dólares (568 millones de euros).
Cotizadas, al alza
La otra cotizada en la que la familia Villar Mir tiene intereses es OHLA. La compañía ahora bajo la batuta de los hermanos Amodio no ha dado un salto tan gigantesco en lo que se refiere a su acción, si se compara con Ferrogloble.
Hace un año, el precio de la acción estaba en 0,51 euros (que lejos queda 2014 cuando superó los veinte euros). Ahora se sitúa en el entorno de los 0,73 euros (sigue estando a años luz).
Conviene recordar que Villar Mir vendió su parte en la constructora a los hermanos Luis y Mauricio Amodio por 50,2 millones, quedándose con una participación del 7%. Y eso equivale a unos 24 millones de euros. Es decir, que el valor latente de las dos cotizadas en las que tiene intereses GVM suma 780 millones de euros. Por tanto, dobla su deuda.
¿Por qué no vender y adiós a los problemas? Porque sería decir adiós al último ‘solomillo’ empresarial que le queda tras dejar demasiados ‘cadáveres’. Una trayectoria en la que, además de desprenderse de algunas de las joyas de su pinacoteca y determinadas empresas, el lujoso yate de Juan Villar Mir (el Blue Eyes of London) también corrió la misma suerte.
Aunque del naufragio ha logrado salvar su prestigiosa colección de coches. Que no es ‘moco de pavo’. Incluye desde un Rolls Royce Corniche hasta un Jaguar, Corvette, Mercedes y Porsche. Tampoco ha puesto a la venta sus lujosas mansiones de Puerta de Hierro y Sotogrande.
Alta tensión
De órdago. Así puede calificarse 2021 para la familia Villar Mir. Sudores fríos. A principios de año, saldó parte de la deuda que tenía con la entonces OHL y que ascendía a 129 millones de euros. Eso sí, le costó desprenderse de otras dos de sus empresas: Pacadar y Alse Park. Una dación en pago que rebajó la deuda hasta 45,85 millones de euros y que se acabará finiquitando en tres lotes.
Otra de las compañías de GVM, Inmobiliaria Espacio, acordó la reestructuración de su deuda con el fondo luxemburgués Arbor Investments. Ferroglobe, por su parte, convino con sus acreedores refinanciar unos bonos de deuda de 300 millones de euros hasta 2025.
Y, el cambio en el accionariado de OHLA, supuso no sólo el abandono de la presidencia de Juan Villar Mir de Fuentes (ahora es vicepresidente). También su hermana, Silvia, cedió su puesto en el consejo de administración a Luis Fernando Amodio Giombini. Luis (presidente) y Mauricio (vicepresidente) son quienes llevan ahora las riendas de OHLA.
Fue en 1987 cuando Juan Villar Mir comenzó su particular imperio empresarial tras haber sido ministro de Hacienda en el primer gobierno de la democracia. Compró Obrascón por una peseta. Tal fue el estirón que dio la compañía tras convertirse en OHL (Obrascón, Huarte y Laín) que su valoración estuvo por los 3.000 millones de euros. Hoy, la actual OHLA, está en 417 millones de euros.
Sin embargo, la sombra de la corrupción pesó como una losa en su caminar. Su aparición en los papeles de Bárcenas fue el principio de una carrera que tuvo etapas en los casos Lezo, Púnica, Son Espases, México, el AVE a La Meca… El peregrinaje a los juzgados se convirtió en el ‘pan nuestro de cada día’. Algunas causas fueron desestimadas. Aun así, sigue pagando la penitencia para expiar sus pecados empresariales. Él, y la familia.