El fin de un mito: Suiza y su banco central apuntalan a Credit Suisse y garantizan la liquidez pase lo que pase
Los temores sobre la entidad ponen en alerta a la banca europea.
16 marzo, 2023 02:29Es difícil encontrar a alguien en el sector bancario al que le sorprenda la posibilidad de una caída de Credit Suisse. La entidad ha pasado por muchas de las peores cosas que le pueden pasar a un banco: crisis de reputación, salida de fondos, investigación a directivos, multas, pérdidas millonarias... La sorpresa es, quizás, comprobar que sigue en pie. Pero es posible que la estocada que recibió el miércoles tras reconocer oficialmente sus problemas y darse cuenta de que su accionista principal no está en posición de inyectarle más capital sea la última. De ser así, la única certeza es que caería un gigante bancario.
Por el momento, las autoridades suizas han salido al rescate. El Banco Nacional de Suiza y la Autoridad Supervisora de los Mercados Financieros (FINMA) del país han confirmado que otorgarán la liquidez que necesite la entidad si fuera necesario. Además, han afirmado con rotundidad que "Credit Suisse cumple los requisitos de capital y liquidez impuestos a los bancos con importancia sistémica".
El dispositivo de rescate es comprensible teniendo en cuenta que Credit Suisse es uno de los bancos más grandes de Europa y el segundo mayor de Suiza, con unos activos bajo gestión que, al menos hasta ahora, superaban los 500.000 millones de euros.
Por hacer una comparativa, está algo por debajo del volumen que maneja CaixaBank -el banco español con mayor activo a nivel doméstico- y es más del doble del que tenía en balance Silicon Valley Bank, el banco mediano cuya quiebra ha sacudido los mercados y obligado a la Reserva Federal a cambiar su hoja de ruta.
Su negocio a nivel internacional descansa en tres patas: banca privada (con negocio a nivel mundial), banca de inversión y mercado de capitales (ídem) y, en Suiza, banca minorista.
Gestores problemáticos
Su hipotética caída, con todo, no llegaría de forma sorpresiva. La entidad ha estado durante muchos años en el pensamiento de los inversores y el sector bancario como una de las entidades más al límite de Europa y siendo protagonista de un escándalo tras otro.
Credit Suisse, que este año cumplirá 167 años, ha vivido durante los últimos tiempos una cadena de desdichas que ningún banco querría para sí. Su permanente crisis de reputación ha obligado a cambiar a su equipo directivo en varias ocasiones. Muy famosa fue la dimisión en enero de 2022 de António Horta-Osório, quien fuera uno de los hombres fuertes de Emilio Botín en Santander, por saltarse la cuarentena suiza.
Precisamente el directivo había llegado a Credit Suisse para cerrar una etapa de espionajes a empleados que hizo caer a su anterior consejero delegado, Tidjane Thiam. Sin embargo, tuvo que dimitir por una cuestión reputacional y le sustituyó el que es el actual presidente de la entidad, Axel Lehmann.
Este directivo tampoco está exento de polémica. Lehmann ha sido investigado recientemente por el regulador suizo por lanzar afirmaciones sobre la situación de la entidad que podrían haber inducido a error a potenciales inversores. De hecho, según Efe, el presidente de Credit Suisse informó en diciembre en la radio suiza de que el banco estaba logrando recuperar liquidez cuando en realidad estaba sufriendo una huida de capitales.
El colapso de Archegos
El penúltimo golpe fuerte a la entidad vino causado por el colapso del hedge fund Archegos, al que Credit Suisse tenía una exposición superior a 4.000 millones de euros. La quiebra del family office ya redujo al mínimo su beneficio en el primer semestre de 2021, cuando se produjo la caída, e inició un proceso de desconfianza que se está agravando estos días después de que el banco haya presentado sus cuentas del ejercicio 2022.
Dichas cuentas reflejan unas pérdidas de 7.293 millones de francos suizos (unos 7.387 millones de euros al cambio actual), lo que supone casi quintuplicar las registradas el año anterior. Han sido las mayores pérdidas que Credit Suisse ha registrado desde la pasada crisis financiera y tienen como origen, precisamente, la exposición de la entidad a firmas en problemas, como Archegos.
Durante el pasado año, además, el banco sufrió la retirada de liquidez por 123.200 millones de francos suizos (unos 124.800 millones de euros). Para contrarrestar la misma, la entidad inició una campaña de captación de depósitos pese a la cual no parece haberse recuperado del todo.
El banco lanzó en octubre del pasado año un plan de reestructuración que incluía una ampliación de capital por 4.000 millones de francos suizos (4.051 millones de euros), un despido colectivo para 9.000 trabajadores y un plan de eficiencia para recortar el 15% de sus gastos.
Esta ampliación abrió la puerta al Banco Nacional Saudí, que se convirtió en su primer accionista con un 10%. Precisamente los temores sobre la situación de Credit Suisse que se produjeron el miércoles tienen como origen la retirada del apoyo del banco estatal de Arabia Saudí, la última estocada a la entidad suiza.
Ammar al Khudairy, su presidente, afirmó en declaraciones a Bloomberg que no inyectarían más capital en Credit Suisse para ayudarle a tapar sus agujeros financieros.
"No podemos porque superaríamos el 10% del accionariado, es una cuestión regulatoria", dijo.
En el resto del accionariado se encuentran también la Autoridad de Inversión de Qatar (QIA), gestora del fondo soberano del emirato, con un 5,03%, y el grupo saudí Olayan, ligado a una rica familia del país árabe, con otro 5% de las acciones que componen Credit Suisse.
Alerta en la banca europea
Las palabras de Al Khudairy fueron el golpe final para que los inversores perdieran toda la confianza que les quedaba. Credit Suisse llegó a desplomarse más de un 20% en bolsa y su cotización, de hecho, se suspendió, al igual que las de Société Générale, Monte dei Paschi y UniCredit.
Unas caídas que arrastraron al sector bancario europeo, con especial incidencia en el español, que venía de vivir un verdadero rally bursátil desde principios de año. Las entidades de nuestro país se dejaron 10.500 millones de euros de valor tan solo el miércoles.
Sabadell se llevó la peor parte con una caída del 10,49%. BBVA le siguió los pasos al dejarse un 9,6%, mientras que Santander perdió un 6,89%, CaixaBank un 6,72%, Bankinter un 6,46% y Unicaja un 6,06%. Todo a pesar de que la banca española no tiene prácticamente exposición directa ni indirecta a Credit Suisse.
Y es que el miedo es libre y más el de los inversores en renta variable. Con todo y a pesar de que ningún banco está libre de sufrir una pérdida de la confianza de sus clientes, es decir, una crisis de liquidez, los expertos insisten en que la banca europea está bien capitalizada y es mucho más solvente que en la pasada crisis, por lo que no existiría a priori un gran riesgo de contagio.
"Credit Suisse ha estado sufriendo salidas de depósitos y tiene una base de clientes compuesta en gran parte por particulares y empresas sofisticados, que se consideran depositantes menos pegajosos que los clientes minoristas. Los próximos meses serán clave para Credit Suisse, que necesita estabilizar absolutamente su base de depósitos, incluso a costa de su rentabilidad, que de todos modos ya se ve gravemente mermada", apunta Jérémie Boudinet, responsable de Crédito de Grado de Inversión de La Française AM.
Desde la gestora consideran que el riesgo de las dudas bancarias de Estados Unidos por el colapso de Silicon Valley Bank no levanta "ningún motivo fundamental de preocupación" en otros bancos más allá de Credit Suisse.
"Los fundamentos crediticios de los bancos europeos nunca han sido tan positivos, con indicadores de depósitos estables, bajos índices de morosidad y elevados colchones de capital. También suponemos que, en un escenario muy negativo, los tenedores de bonos preferentes y subordinados estarían protegidos por una posible prohibición del reparto de dividendos y otras medidas de protección (como acceso ilimitado a la liquidez de los bancos centrales), como ocurrió durante la crisis de la Covid-19 en 2020", añaden.
Otra cosa será el impacto que pueda tener sobre la banca suiza. Las autoridades del país han salido en tromba a garantizar "que no hay indicaciones de riesgo directo de contagio para las entidades suizas debido a la agitación en el mercado bancario estadounidense".
El Banco Nacional de Suiza y la Autoridad Supervisora de los Mercados Financieros (FINMA) achacan la crisis de Credit Suisse al contagio por Silicon Valley Bank, si bien los problemas de la entidad, materializados en su informe anual de 2022, publicado el martes, así como las declaraciones de su principal accionista son las que han levantado las sospechas.
"Es inevitable que el Banco Nacional de Suiza tenga que intervenir y proveer de un salvavidas. Tanto él como el Gobierno suizo son plenamente conscientes de que la quiebra de Credit Suisse o incluso cualquier pérdida de depositantes destruirían la reputación de Suiza como centro financiero", apuntaba Octavio Marenzi, analyst at Opimas, cuya opinión recogía Financial Times.
En estas situaciones, como explica a EL ESPAÑOL-Invertia Eduardo Areilza, senior director de Alvarez & Marsal, los clientes suelen huir "hacia la calidad", es decir, intentan buscar refugio "en activos o bancos más seguros".
"Los bancos con peores ratios de solvencia o liquidez deberán convencer a sus clientes de que se queden con ellos, pero en una situación de riesgo lo lógico es moverse a entidades que den más confianza", añade. Eso sí, ahora, en su opinión, "queda en evidencia que una gestión mejorable de los riesgos te puede llevar a esta situación".
La cautela, con todo, debe ser la norma en cualquier crisis bancaria. Está por ver cuál será la salida para Credit Suisse, una entidad sobre la que se ha pronosticado su final en múltiples ocasiones. Pero de momento no ha llegado y el banco se mantiene en pie.
Habrá que esperar para ver si las autoridades logran sacar a flote al banco suizo simplemente garantizando su liquidez o deberán someterlo a una resolución. Primero deberán comprender si el problema es de liquidez o de solvencia, la clave para resolver con éxito cualquier crisis bancaria.