Sabadell avanza en la puesta en marcha de su próxima reestructuración, que va a implicar un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para 1.936 trabajadores y el cierre (320) o reconversión (176) de un total de 496 oficinas. Un ajuste que nace de una búsqueda de eficiencia por parte de la entidad, que en los últimos cuatro años ha visto desplomarse la operativa de sus sucursales casi un 70%, de acuerdo con los datos que el banco ha trasladado a los representantes de los trabajadores en el marco de la negociación, a los que ha tenido acceso Invertia.
Más concretamente, el banco estima que el número de operaciones más habituales que los clientes realizan en oficina se ha hundido un 68,7% entre 2017 y 2021, especialmente en el caso de las actualizaciones de libreta, que prácticamente han desparecido (-92%).
En estos cuatro años, los ingresos y las retiradas de efectivo en ventanilla han caído en torno a un 80%, mientras que el pago de talones y el ingreso de remesas a través de cheques se han reducido más de un 60%, según cifras recogidas en el informe económico que el banco trasladó a los representantes de los trabajadores en la reunión del pasado martes.
Esta caída va acompañada de un descenso de casi el 40% de la carga de trabajo asociada a esta operativa (horas de trabajo) entre 2017 y 2020 y una evolución en 2021 que va por el mismo camino. Mientras, la operativa digital no deja de crecer: el banco tiene un 19% más de clientes digitales que en 2017 y el peso de la operativa digital es del 92%, frente al 84% de hace cuatro años.
La entidad busca con este proceso mejorar su eficiencia y su rentabilidad, que cerró el segundo trimestre en el 3,1%, lo que supone un nivel muy alejado del de sus competidores, en un contexto de importantes retos para el sector, inmerso en el proceso de digitalización, a punto de enfrentarse a la subida de los impagos tras la crisis del coronavirus y con los tipos de interés aún en negativo.
TSB y pandemia
Los representantes de los trabajadores, según trasladan fuentes sindicales a este periódico, consideran que el razonamiento dado por el banco para la puesta en marcha del ERE está "falseado" por el hecho de que se toman como referencia estos cuatro años (2017-2021), marcados por los problemas de la integración tecnológica de TSB (2018), la filial británica de Sabadell, que acarreó fuertes pérdidas para el banco, y la pandemia (2020).
Estas mismas fuentes critican que el proceso de ajuste llega después de que los resultados correspondientes al primer semestre de este año hayan permitido a Sabadell anunciar la vuelta al dividendo, de la contratación de 200 personas en los últimos meses y de la externalización de trabajos administrativos que, en opinión de los sindicatos, "podrían hacer trabajadores internos del banco".
Durante las próximas semanas de una negociación que aún no ha comenzado formalmente los representantes de la plantilla van a defender que las salidas se produzcan de forma voluntaria, algo que implicaría no tener cupos de salidas por provincias ni establecer límites a la adscripción por edades.
Por el momento, los sindicatos temen que vayan a producirse despidos forzosos, pues, de lo contrario, el banco habría decidido poner en marcha un nuevo plan de prejubilaciones (más allá del pactado con los sindicatos hace unos meses) en lugar de un ERE, según fuentes sindicales.
De hecho, para los sindicatos no tiene sentido poner en marcha este proceso cuando hay unos 2.000 empleados con edades superiores a los 55 años en el banco, aunque, según les traslada la entidad, corresponden a colectivos no afectados por el ERE. Más concretamente, son gestores avanzados y trabajadores del centro corporativo.
Sin embargo, queda mucha negociación por delante y el intercambio de propuestas entre la dirección y los sindicatos podría rebajar la cifra inicial de salidas, que es de unas 1.936, de las que la gran mayoría, casi el 85% (equivalente a 1.639 trabajadores), corresponde a empleados de la red de sucursales.
Del entendimiento entre dirección y sindicatos dependerá que el proceso sea sencillo o, por el contrario y como pasó con los ERE de CaixaBank y BBVA, se rompa la paz social entre ambas partes. En ambos casos los procesos terminaron, pese a todo, con acuerdo, por lo que aún queda camino por recorrer.