Han pasado unos treinta años desde la última gran huelga que se recuerda en el sector bancario y en solamente dos semanas van a vivirse otras tres de golpe: una en BBVA y dos en CaixaBank. Si en la primavera de 1991 fue el convenio de banca el que levantó las protestas de los empleados de la industria financiera, ahora es el futuro de sus propios puestos de trabajo el que les han animado a revivir una movilización que pone fin a tres décadas de "paz social".
Esta histórica vuelta a las huelgas como arma de protesta entre los empleados financieros se ha materializado en primer lugar en las sedes de BBVA. El banco se vio obligado el miércoles a no poder atender a sus clientes en un 42% de las oficinas de su red, de acuerdo con datos proporcionados por el banco a Invertia, lo que equivale a más de mil sucursales. Un inédito parón debido a la no asistencia de sus empleados.
En cuanto al número de trabajadores que secundaron la huelga, existe el baile de cifras habitual en estos casos. Mientras que el banco cifra en el 30,77% la ausencia de trabajadores por el parón general, los sindicatos estiman que fueron más del 70%, es decir, más del doble, los empleados que dejaron de acudir a su puesto de trabajo.
Poco margen de negociación
Esta fórmula de presión, convocada por los sindicatos mayoritarios del banco (CCOO, UGT y ACB), llega apenas dos días antes de que termine el plazo legal de negociación del ERE como rechazo por la propuesta del banco, que pasa por desvincular a 3.305 trabajadores y reubicar a otros 493 empleados en puestos de atención al cliente en remoto.
Pocas formas tienen los trabajadores de transmitir más claramente su repulsa a lo propuesto por BBVA hasta el momento. Como ya contaba Invertia hace unos días, el banco se ve abocado a tener que alargar este proceso de negociación, habida cuenta de que solamente le quedan dos encuentros con los sindicatos y estos están instalados en un no rotundo.
Tanto esta negociación como la que está manteniendo la dirección de CaixaBank con sus respectivos empleados se han distinguido por contar con una oposición total e inusual por parte de los representantes de los trabajadores desde el primer momento. Tras casi dos meses de reuniones, no han mostrado ningún acercamiento hacia los posicionamientos de ambas entidades.
Una actitud muy distinta a la que se ha vivido en la mayoría de los innumerables despidos colectivos ejecutados por la banca en los últimos años y que surge del alto volumen de salidas propuesto y de las condiciones económicas ofrecidas, que están por debajo de lo que se consideraba habitual en el sector, la famosa "edad de oro" de la banca.
El tiempo se termina para BBVA, que tendrá que realizar un gran movimiento para lograr convencer en tan solo dos días a los sindicatos. Pero tampoco CaixaBank tiene mucho más margen.
En el caso de la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri, el plazo legal de negociación se termina el próximo día 10 de junio, jueves, y hasta entonces hay programados dos encuentros más. Si la entidad no logra convencer a los sindicatos con un gran gesto, tendrá que recurrir a alargar la negociación (en contra de lo que ha destacado como necesario en varias ocasiones su presidente) para no aplicar el ERE de forma unilateral.
Huelga también en CaixaBank
Y no parece que, al menos a día de hoy, los representantes de los trabajadores estén muy por la labor de aceptar los 7.605 despidos, las 686 reubicaciones en empresas del grupo y las condiciones económicas ofrecidas para compensar estos efectos. Estas propuestas llegan tras haber realizado el banco cesiones desde que comenzó la negociación, pero han abierto una brecha con los representantes de los trabajadores que, de momento, parece difícil de cerrar.
De hecho, el miércoles, tras realizar un paro parcial que secundó el 84% de la plantilla, según datos de los sindicatos, estos decidieron poner fecha a la convocatoria de huelga que ya habían adelantado días antes.
Concretamente, se celebrará el día 9 de junio, la víspera del fin de la negociación, y se repetirá el día 14, de acuerdo con la convocatoria efectuada por todos los sindicatos con representación en el banco, que están unidos en las negociaciones.
Así, el sector bancario pasa de no registrar huelgas a nivel nacional en tres décadas a tres parones generales de golpe. El fin de la "edad de oro" de la banca ha traído a la industria financiera este distanciamiento y el fin de la paz social que durante tantos años ha reinado. Los próximos días determinarán si las aguas vuelven a su cauce.