"Tenemos que ir acostumbrándonos a pagar por los servicios de valor añadido". Ignacio Juliá, consejero delegado de ING para España y Portugal, resume de esta forma el cambio de mentalidad que están experimentando los bancos hacia el cobro por servicios que hasta ahora habían sido gratuitos debido al contexto de tipos bajos impuesto por la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE).
Precisamente, la entidad financiera cambió hace unos meses de política con su conocida Cuenta Naranja y anunció que a partir del próximo mes de abril empezará a cobrar 10 euros al mes a los clientes que no tengan su nómina domiciliada en el banco y mantengan un saldo superior a 30.000 euros en este producto, algo que afecta únicamente al 4% de sus clientes.
"Nosotros, como clientes, cuando consumimos un servicio tenemos que pagar por ello, la clave es el cómo. Tiene que estar en la mano del cliente", ha explicado Juliá preguntado por el tema en el Observatorio de las Finanzas, un encuentro organizado por Invertia en su primer aniversario dentro de EL ESPAÑOL, que reúne estos días a los principales actores del sector financiero.
En su opinión, los bancos van a tener que analizar qué valor están aportando a los clientes a la hora de tomar decisiones sobre empezar a cobrar por los servicios bancarios, así como por los depósitos que mantienen en sus cuentas, pero también los clientes tendrán que evolucionar. "Los clientes lo vamos a ir entendiendo poco a poco", ha apuntado.
En el contexto de esta reflexión sobre la relación que los bancos tienen con sus clientes se encuentra también el futuro de las oficinas bancarias, un debate que ING tiene madurado dado que desde que llegó a España ha mantenido siempre un número de sucursales muy limitado respecto a otras entidades.
El futuro de la oficina
"En la pregunta de cómo van a cambiar las oficinas hay que preguntarse cómo va a cambiar el enfoque en la relacion bancaria. El toque humano en la relación digital aporta muchísimo valor", ha apuntado Juliá. En su opinión, las oficinas siguen siendo relevantes, pero para ofrecer servicios diferentes a los que se daban hace veinte años.
En este contexto, la llegada de la pandemia ha supuesto un verdadero shock en la operativa diaria de los bancos, que se vieron obligados a realizar todo su trabajo en remoto durante algunas semanas.
"O nos reinventamos un poco o vamos a tener dificultades. El Covid-19 ha sido un acelerador tremendo desde el punto de vista de los clientes, porque todos nos hemos visto forzados a tener una relación digital con las empresas, y desde el punto de vista del banco, porque nos permite darnos cuenta sobre cómo de listos estamos", ha añadido.
Por otra parte, preguntado por la amenaza que la incursión de las bigtech en el sector financiero puede suponer para los bancos, Juliá ha explicado que "la banca tiene sus complejidades y las bigtech puede que no quieran tenerlas todas", en referencia a la condición de regulado del sector financiero.