El rally del aceite enciende las alarmas en Dcoop, Acesur y Deoleo: de la "volatilidad" al temor a perder clientes
El aceite de oliva se convierte en el producto de la cesta que más se ha encarecido en un año: un 52,5%. La sequía, la gran responsable.
13 septiembre, 2023 03:02La subida de precios del aceite de oliva puede compararse ya con un rally. Se ha encarecido un 52,5% en el último año, de acuerdo con los último datos de evolución de precios del Instituto Nacional de Estadística, lo que le convierte en el producto de la cesta de la compra que más ha subido en ese tiempo. Comparado con el mes anterior, en agosto dio un acelerón del 8,7%.
El resultado se observa ya en lineales: han empezado a aparecer cadenas antirrobo. Porque ya es casi un lujo; el litro de aceite de oliva virgen ronda los 10 euros; el virgen extra puede llegar a 12 euros.
Es una situación que ha encendido las alarmas en varias de principales aceiteras de nuestro país, la cooperativa Dcoop -el mayor productor oleícola mundial- Acesur, responsable de marcas como Coosur o La Española y Deoleo (Carbonell o Bertolli, entre otros).
El principal temor es que la tensión rompa la cuerda. Dicho de otra manera: que el alza de precios, que insisten son traslados necesarios de costes por la escasez en el campo, ahuyente a clientes que luego son muy difíciles de recuperar. Todo, señalan, por la "volatilidad" de los precios que admiten como "excesiva" para el consumidor.
"Estamos viviendo uno de los momentos más retadores de la historia del sector", sostiene en declaraciones a EL ESPAÑOL-Invertia Víctor Roig, director general de Deoleo España.
Todos los responsables consultados por este periódico coinciden en señalar a la sequía como causa de todos los males. Si el olivar no encadenase dos años de sequía, con una producción el año pasado un 55% inferior a lo normal y una estimación para este año no mucho mejor, no veríamos esta escalada.
"Al no haber disponibilidad de producto y para adecuar la oferta y la demanda, se está empleando la variable del precio", resume Roig. Es un argumento que ha expuesto este martes el ministro de Agricultura, Luis Planas, al presentar el balance de la sequía que realiza el Gobierno y su impacto en el agro: "Ya saben que hay una correlación perfecta entre oferta y demanda".
Pero la situación "está generando tensiones en la totalidad de la cadena de valor, desde el campo hasta el consumidor final, afectando de forma negativa a la categoría", advierten desde Deoleo, donde creen "firmemente" que "la actual volatilidad del precio es excesiva" y que "se rige por expectativas exógenas", como la lluvia, el calor, el nivel de producción y la demanda.
"Teniendo en cuenta que al inicio de campaña conocemos las previsiones de producción y calidad y entendiendo las reglas de la oferta y la demanda, desde el sector deberíamos evitar la tensión actual de precios" que se debe a "desequilibrios en la cadena de valor", opina Roig.
Pero no todos creen que se pueda hacer mucho si la demanda permanece fuerte aunque suban los precios. Es el motivo para que "la espiral inflacionista no haya parado", considera Gonzalo Guillén, director general de Acesur. Aunque ve un rayo de esperanza.
"Aparentemente, y ya con el nivel de coste que se ha alcanzado ya en origen, y que está llegando cada vez más rápido a los lineales, la caída de la demanda será a partir de ahora lo que previsiblemente hará que los precios dejen de subir", comenta.
El problema es que en el camino se pierden clientes. "Creo que los precios que estamos viendo en el lineal van a disuadir más de lo que nos gustaria el consumo de aceite. Eso va a pasar", advierte Álvaro Díaz de Lope, subdirector general de Dcoop.
Perder consumidores les preocupa "gravemente" y en cierto modo dan por hecho un impacto, aunque Díaz guarda esperanza en un cambio de comportamiento que observan en Dcoop desde la pandemia, al menos a nivel global: "Hace años un incremento del 30% por ciento en el precio conllevaba de forma inmediata un decremento del 30% del consumo y eso este año no se ha producido".
Cuestión diferente será si esa tolerancia también la muestran los clientes españoles, poco receptivos ante la idea de que viviendo en el país que más aceite de oliva produce del mundo se vean obligados a pagarlo a precios tan altos.
Es un temor que señala Guillén. "Nos preocupa la pérdida de hábitos de consumo de aceite de oliva de algunos consumidores y que éstos opten por otras opciones sustitutivas del aceite, como otros aceites vegetales o como salsas más económicas para aderezar. Recuperar clientes siempre es complicado", avisa.
También preocupa en Acesur un retroceso internacional. Que "fuera de la cuenca mediterránea donde hemos trabajado durante muchos años para construir un consumo, ante esta situación de precios perdamos espacio en los lineales y por ende perder visibilidad y ser menos atractivos como producto para la distribución y para los consumidores".
Reestructuración
¿Vamos hacia el segundo año negro para el olivar? Depende, ha respondido Planas este martes. Depende lo que pase este otoño, no tanto ya para salvar una campaña que no se cree que pueda llegar al millón de toneladas de aceite, sino para que no cunda el pesimismo para la siguiente cosecha. Esperar un tercer año a la baja sería devastador.
"Hasta diciembre. Si llueve lo suficiente para entonces nos dará un horizonte radicalmente diferente, porque querrá decir que la campaña siguiente, incluso la del 2025, será buena y eso hará que toda la psicología del mercado cambie", explica Díaz, que subraya que en esa psicología de mercado también entra la preocupación del cliente que hace acopio por si acaso.
Aunque mientras, en Dcoop se preparan por si tuvieran que hacer una reestructuración con "ajustes de todo tipo". "Si tenemos la mitad de una cosecha normal imagina los costes de toda la industria. Los costes fijos van a ser el doble. La responsabilidad hace que haya planes de ajuste para el caso de que esto se consolide. Estamos en ello", explica.
Otros varían son sus previsiones a corto plazo. En Acesur dan por hecho que su volumen "se verá mermado, pese a que la facturación, por la repercusión de mayores costes, no se vea afectada".
Y en ese corto plazo, ¿seguirían subiendo los precios? "Somos un eslabón más en la cadena. Si nuestros costes suben, tendríamos que repercutirlos a nuestros clientes, de la misma forma que si bajan, pues repercutiríamos inmediatamente esa bajada", responde Guillén.