El eterno grito de guerra de García Carrión: a mí la Justicia que los arrollo
El empresario murciano José García-Carrión tiene una amplia trayectoria en los tribunales con saldo positivo.
13 junio, 2022 02:51Noticias relacionadas
Ni cien días. Es lo que ha durado la relación entre José García-Carrión y el que fuera consejero delegado de Santander España: Rami Aboukhair. Un matrimonio breve que se ha roto por discrepancias de este último con la familia fundadora del grupo García Carrión.
Como sucede con muchos divorcios, no ha sido una ruptura cordial. Más bien, todo lo contrario, con acusaciones mutuas de no cumplir lo pactado. Para García-Carrión, se ha despedido a la francesa. Sin avisar. Para Aboukhair, se ha encontrado con las manos atadas para desarrollar su trabajo.
Por eso, ambas partes ya han contratado a quienes previsiblemente van a defender sus intereses ante la justicia. García Carrión, en manos de Garrigues, y Rami Aboukhair, en manos del despacho De Carlos Remón. Es el que lleva el caso de Andrea Orcel con Santander.
De momento, la batalla legal no ha comenzado. Pero, viendo los antecedentes del grupo de alimentación, podría estar a las puertas. A José García Carrión no le van a temblar las piernas. Más bien, todo lo contrario.
De hecho, y viendo los antecedentes, al empresario murciano se le podría atribuir la famosa frase que, en su día, dijo Belauste. El futbolista, en los juegos olímpicos de Amberes de 1920, dijo: “a mí el pelotón (el balón) que los arrollo”. Ese partido lo ganó España, y dio origen a lo que se conoció como ‘furia española’.
Furia
Furia, a la hora de defender sus intereses, no le falta al propietario de productos como Don Simón, Pata Negra o Señorío de los Llanos. A lo largo de su dilatada carrera profesional no ha dudado en recurrir a la justicia para defender sus intereses. Y, en gran parte de las ocasiones, le ha dado la razón. De ahí que su grito de guerra, parafraseando lo dicho por Belauste, bien podría ser 'a mí la justicia que los arrollo'.
De acabar el desencuentro en los tribunales, no sería la primera vez que José García-Carrión denuncia a alguien ‘de la casa’. Así, en febrero de 2021, demandó a su exdirector financiero (Félix Villaverde), a su hijo (Carlos Villaverde) junto a Goldman Sachs, BNP, Bankia y Deutsche Bank por operaciones fraudulentas no autorizadas y ajenas a su actividad. A su CFO lo había cesado a finales de 2020.
Tras un año de tira y afloja en las justicias británica y española, la firma bodeguera y el banco de inversión estadounidense firmaron la pipa de la paz. Goldman Sachs pedía 5,2 millones por las operaciones con divisas que había llevado a cabo por orden de García Carrión. La compañía argumentaba que se habían efectuado sin su autorización. Por eso, contraatacó pidiendo 8,3 millones por el perjuicio económico causado.
García-Carrión nunca se arrugó e, incluso, llegó a pedir la comparecencia de los dos pesos pesados de Goldman: su presidente y consejero delegado mundial, David Solomon, y su número dos, John E. Waldron. Finalmente, la sangre no llegó al río.
Como tampoco lo hizo con Bankia y Deutsche Bank, con los que llegó a sendos acuerdos. Las demandas que mantiene son contra Félix y Carlos Villaverde, y contra BNP. A los primeros les acusa de los delitos de administración desleal, falsedad y apropiación indebida de algo más de 950.000 euros. A BNP le acusa de mala praxis y pide una indemnización “de decenas de millones” por las pérdidas sufridas entre 2015 y 2020.
Sin límites
El gusto por los tribunales de García-Carrión no es de ahora. Y, por supuesto, no podía faltar el enfrentamiento con la competencia. Como si de Falcon Crest se tratara, García-Carrión denunció a su eterno enemigo: Félix Solís. ¿Motivo? Un supuesto fraude con los vinos vendidos como crianza, reserva y gran reserva.
Dicho de otra manera: estafa, publicidad engañosa y falsedad documental. Y es que, a pesar de llevar esas etiquetas, era posible que no hubieran pasado por barrica, o que no tuvieran el envejecimiento correspondiente a las etiquetas.
En la famosa serie de televisión de la década de los 80, la pugna fue entre las familias Gioberti y Agretti. Había que dirimir quien era el rey del vino en California. Entre García Carrión y Solís, el trono es el de Valdepeñas.
El primero acusó al segundo de vender vino del año como envejecido. El segundo reaccionó acusándole de competencia desleal. El juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Valdepeñas emitió una resolución dando la razón a García Carrión.
Multinacionales
Hablando de etiquetas, hubo otro episodio que le llevó no años, sino una década, de idas y venidas por los pasillos de la justicia. A José García-Carrión se le metió entre ceja y ceja que una misma marca podía llevar etiquetas de diferentes consejos reguladores. Esa marca era, y es, Pata Negra.
Su intención era clara, y más en una marca internacional como la suya presente en más de 150 países: unificar por aquel entonces cinco procedencias de denominación de origen (Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Valdepeñas y Cava). Una estrategia de marketing chapeau. La justicia española y la Unión Europea le acabaron dando la razón. Después se unieron otras DO como Toro, Jumilla y Penedés.
¿Más madera? Se puso por montera que su zumo Don Simón (exprimido) y Minute Maid (concentrado) no podían compartir sitio en la parte de refrigerados de las tiendas. Minute Maid era de Danone y Coca-Cola. ¿Miedo ante un gigante mundial? La justicia consideró que García Carrión tenía razón. Por tanto, Minute Maid cambió de sitio. Y la firma murciana aumentó ventas.
Otro coloso de la alimentación es Granini. La firma alemana consideró que comparar publicitariamente su producto (néctar de naranja) como si fuera zumo de naranja natural sería bueno para las ventas. Con lo que no contaba es que, si era bueno para ellos, era malo para el zumo Don Simón. Y García Carrión recurrió, de nuevo, a la diosa justicia.
La Audiencia de Barcelona ordenó cesar la emisión del anuncio. Granini recurrió. Pero la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo desestimó su recurso de casación.
Una vez más, la justicia volvió a ser ciega. No tiene mirada (se la representa con los ojos vendados). Es decir, que se limita a los hechos para poder dictar sentencia. Y la balanza sonríe a García Carrión.