El crecimiento económico se sigue frenando. No se trata de una desaceleración como la de los años 2018 y 2019. Poco a poco, la evolución del PIB va perdiendo puntos porcentuales de impulso debido a la guerra en Ucrania y sus efectos sobre los precios, las ventas de las empresas y el consumo.
Eso reflejan los indicadores. En el caso de las ventas diarias, la coincidencia de la guerra de Ucrania con el paro de transportistas ha provocado que el crecimiento pierda cuatro puntos porcentuales de impulso.
Así lo indican los datos de la Agencia Tributaria, que es la que elabora esta estadística. Entre el 16 de febrero y el 15 de marzo, el incremento de las ventas fue del 34% respecto al mismo periodo de 2021. Sin embargo, del 23 de febrero al 22 de marzo, el crecimiento se queda en el 30,2%.
Y ello incluyendo solo una semana de paro, que es el periodo que alcanzan a analizar los datos de la Agencia Tributaria. Es de esperar que en la sucesiva actualización de los datos el crecimiento de las ventas se reduzca más.
El propio informe admite este frenazo, que se repite en casi todos los sectores empresariales, que es especialmente marcado en la industria (se pasa de un crecimiento del 19,2% a uno del 12,6%) y en la venta y reparación de vehículos de motor. En este último caso, las ventas incluso se reducen un 7,8% respecto a 2021. También llama la atención la caída del crecimiento de las ventas del comercio al por mayor, que pasan de un incremento del 34,4% a uno bastante más bajo, del 27,5%.
El consumo se modera
El efecto de la inflación, el paro de transportistas y la propia guerra en Ucrania son también los responsables de la moderación del consumo que se ha apreciado en marzo, especialmente en las últimas dos semanas. Los datos registrados por CaixaBank Research a partir del gasto efectuado con sus tarjetas reflejan que el consumo presencial creció un 26% la primera semana de marzo respecto a las mismas fechas de 2019 y la última del mes lo hizo únicamente un 17%.
En cada categoría de gasto la evolución es similar. Por ejemplo, el crecimiento del consumo en bienes de primera necesidad pasó del 50% al 39% entre la primera y la última semana de marzo. Y lo que es más significativo: el gasto en ocio y restauración pasó de subir un 36% a tan solo un 4% en apenas tres semanas.
En el comercio minorista presencial, el registro evolucionó de crecer un 1% a caer un 7% en este periodo, mientras que en el comercio online también retrocedió, aunque en menor medida, pasando del 59% de avance en la primera semana al 57% en la cuarta.
Los datos recabados por BBVA Research muestran conclusiones similares, aunque en el caso del gasto con sus tarjetas se perdió impulso en todas las categorías salvo en alimentación. Y es que los bienes y servicios que no son de primera necesidad, como los relacionados con alojamiento, restauración, viajes y ocio, fueron los más perjudicados. Una vez más.
En épocas de crisis o, al menos, de incertidumbre económica, es habitual que los ciudadanos pospongan sus decisiones de consumo y recorten el gasto en las actividades menos esenciales. Más en este caso, en el que la inflación lleva meses en ascenso y roza ya las dos cifras.
Y si a esta situación se le suma una huelga de transportistas que impide que los productos lleguen a la balda del supermercado, el impacto sobre el consumo es directo. Justo ahora que ya se estaban recuperando respecto a los niveles prepandemia las cifras del consumo, que está llamado a ser el verdadero motor de la recuperación.