El nuevo ERTE aprobado en Ford Almussafes, que detendrá por completo su actividad durante 33 días por falta de chips semiconductores, hundirá su producción a los alrededor de 165.000 vehículos en el presente ejercicio 2021. La cifra refleja la gravedad de la crisis provocada por el desabastecimiento de este componente indispensable para fabricación de automóviles, pues se trata del menor registro de la factoría valenciana en los últimos nueve años.
Según precisan a EL ESPAÑOL-Invertia fuentes de la fábrica, la multinacional había producido alrededor de 132.000 coches hasta el pasado jueves, fecha en la que trasladó su voluntad de detener la actividad durante 33 días. En ese momento, el calendario laboral de lo que resta de ejercicio se redujo a tan solo 22 días laborables, en los que Ford Almussafes, si retoma el ritmo de producción previo a este nuevo ERTE, tan solo ensamblará 30.800 coches más o, lo que es lo mismo, 1.400 cada día.
La suma ofrece la dramática cifra de 162.800 unidades, un dato que supone menos de la mitad que hace tan solo dos años, cuando Ford Almussafes se quedó cerca de los 346.000 coches en 2019. Ni siquiera fue tan baja en 2020, cuando el estallido de la pandemia obligó a parar la fábrica durante siete semanas consecutivas y se fabricaron alrededor de 230.000.
La multinacional no registra un dato tan bajo de producción anual desde 2012, cuando se produjeron poco más de 133.000. Fue justo el año previo a la irrupción del Ford Kuga en la factoría, vehículo que hoy es la joya de la corona de la planta y la máxima esperanza para superar la situación actual.
Desde aquel momento, la producción inició una fantástica escalada que multiplicó la actividad y el empleo en el sector del automóvil valenciano. El dato, a pesar de la crisis económica de entonces, creció a 228.000 coches en 2013, a 282.000 en 2014, a 388.000 en 2015, a 394.000 en 2016 y a 417.000 en 2017.
Tras alcanzar ese pico, descendió los años siguientes. Pasó a 381.000 en 2018 y a los mencionados 346.000 de 2019. Ford Almussafes sufría entonces los males que afectaban al grueso del sector: la menor compra de vehículos por las dudas de los clientes ante el auge de los híbridos y eléctricos, el castigo a la combustión y la consolidación de nuevas fórmulas de movilidad.
La pandemia frenó todavía más las compraventas, y a ello se sumaron las restricciones a la actividad propias del confinamiento. La producción de Ford Almussafes se hundió a 230.000 unidades en 2020, un tercio menos que un año antes, pero el sector confiaba en que fuera un golpe puntual.
No obstante, todo derivó en una crisis muy superior, la del desabastecimiento de los indispensables chips semiconductores que, en su gran mayoría, provienen de Asia. La escasez de este componente parece lejos de resolverse y está poniendo en jaque al conjunto de la automoción, un sector vital de la industria española.
Debate de futuro
Ante la gravedad del escenario, la dirección de Ford Almussafes abrió este lunes un proceso de negociación con todos los representantes sindicales para debatir sobre el futuro cercano de la planta valenciana, según trasladó el secretario del comité de empresa y portavoz de UGT en la planta, José Luis Parra.
Al respecto, señaló que desde hace meses se reclamaba abrir este proceso de diálogo con la compañía con el objetivo de "alcanzar un acuerdo que proteja los derechos de los trabajadores" en la renovación del convenio colectivo. La organización pretende que, "cuando llegue el momento de que la multinacional concrete su apuesta de vender solo coches 100% eléctricos en Europa, Valencia tenga la mejor carta para fabricarlos".
En ese sentido, subrayó que desde antes de la pandemia se reclamaba esta mesa de negociación y que el "detonante" fue el ERTE aprobado el pasado viernes con el voto a favor de UGT.
Para el sindicato mayoritario de la planta, "solo hay un camino, y es conseguir un acuerdo a través de la negociación que sea equilibrado para las partes y que blinde los derechos de los trabajadores", todo en un momento en el que Ford "va a llevar a cabo el rediseño de su negocio en Europa, como anunció en noviembre de 2018".
Desde entonces, recordó, se han cerrado plantas en Rusia, Reino Unido y Francia. En solo dos años, de los 50.000 trabajadores en Europa, la plantilla se ha visto reducida en alrededor de 10.000 empleados.
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